Tema: La Estatua del Alado
DarthAverno

Arlequín
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28.may 2007 - 12:38

CAPÍTULO: La Estatua del Alado.

SECCIÓN 1: BALISTO


El sargento veterano Balisto Dulay oteó el campo de batalla intentando asomar la mínima parte de su armadura de exterminador por encima de la semiderruida pared. En sus visores aparecieron varias señales de búsqueda, que se fueron apagando conforme terminaban su sondeo. El enemigo no se encontraba cerca, al menos en teoría. Las grises ruinas de la ciudad continuaban silenciosas, dejando pasar el viento, que dibujaban etéreas olas con el polvo de rocacemento, y arrancaba silbidos fantasmagóricos conforme se filtraba por los muros derruidos, los techos quemados y las ventanas semiabiertas.

Mucho mejor confiar en los asépticos sensores de una armadura de Exterminador que en la propia intuición humana, pensó para sí mismo. La carnicería que había tenido lugar en aquella ciudad, cientos de años atrás, todavía hacía vibrar el sentimiento humano que quedaba en los marines allí desplegados. La presión del millón de almas sacrificadas al Caos creaba una presión casi tangible, lo cual podría llevar a un hombre a cometer un error. Y como bien sabía el veterano, un error, en la guerra, era siempre fatal.

El sargento se obligó a concentrarse de nuevo en la batalla. Obvió las oscuras manchas que salpicaban las paredes formando impíos símbolos, y los huesos humanos dispersos y semienterrados. Avanzó unos metros y buscó un mejor parapeto, quedando de espaldas sobre unas altas columnas derruidas. Continuó durante unos segundos decidiendo su estrategia, mientras jugaba con la empuñadura de su bólter de asalto. Fue consciente en ese momento que sus labios se estaban moviendo silenciosamente recitando una antigua oración de agradecimiento a su servoarmadura. Una fervorosa manera de mantener los fantasmas alejados de su objetivo en esa misión, pensó sombríamente.

Sabía que la presión del entorno podría hacer mella en la moral de sus hombres. Debía actuar. No dudó en enviar un chasquido por el comunicador, haciendo que su escuadra se centrara en él. Con unos simples movimientos de su puño de combate envió al hermano Vaneo a que tomara una posición detrás de una roca más avanzada. Este salió agazapado sin dudarlo, cruzando el pesado cañón láser por debajo de su pecho y cargando el voluminoso generador, mientras los sonidos que emanaban de su respirador facial por el esfuerzo hacían que el sargento hiciese una mueca en el interior de su armadura.

Un instante más tarde, los hermanos Arquece, Eware y Niloson, armados con el sagrado bólter, eran enviados para que conquistaran posiciones cercanas al hermano con el arma láser. El color rojo de las servoarmaduras se veía apagado por la capa de polvo gris que se iba asentado sobre ellas, aunque el brillante verde de los visores impregnaba la estampa de los Ángeles Sangrientos apostados de fría determinación.

El sargento Balisto, comandante de la Primera Escuadra de la Sexta Compañía de los Ángeles Sangrientos, contempló la estampa de sus hombres durante un instante. Sonrió al ser consciente de que finalmente sentía plena confianza en todos ellos. Los cinco novatos ya eran parte de Primera, y la seguridad que tenía el veterano en todo el equipo impediría fracasar en la misión. No importaba qué dificultades se encontraran a partir de ahora. El sargento había decidido el plan a seguir. Sus hombres estaban preparados. Y ahora dejarían que la rueda dentada del combate hiciera su movimiento, para que impulsara el resto del engranaje en la dirección que solo el mismo Emperador sabía.

Un nuevo chasquido por el comunicador, junto con un movimiento de cabeza, fielmente reproducido por su armadura de exterminador, acaparó la atención del veterano hermano Petrus. El interpelado levantó la cabeza y asintió levemente. El sargento tenía en muy alta estima a este veterano guerrero, el cual lo había acompañado desde el día que el sargento se había reincorporado al servicio en la Sexta Compañía.

Balisto lo veía como el más indicado para comandar la Primera Escuadra, en caso de que él cayera. Aunque sabía que el oscuro devenir del destino podía tener planes diferentes.

Levantó su puño de combate, y trazó un vago círculo en el aire, con el índice extendido, señalando primero una fundición abandonada que se encontraba a medio kilómetro, y luego una línea de avance imaginaria.

Petrus envió órdenes precisas a los otros cuatro marines, para crear el segundo grupo de combate. La Primera Escuadra, la Calavera Negra, en honor a la banda que portaban sus componentes en la greba derecha, era la Escuadra de disparo por excelencia entre la Sexta Compañía. Y de entre ellos el sargento Balisto había seleccionado a los tiradores con destreza superior para constituir segundo grupo de combate. Se esperaba el resultado del encuentro, y la intuición de un par de siglos en el campo de batalla respaldaba su decisión. Él sería el señuelo. Petrus comandaría la guadaña.

El hermano Petrus avanzó rápidamente, seguido de los hermanos Bael, Melanius y Nuau. El hermano Alio salió levemente rezagado, mientras enfocaba su casco picudo hacia su antiquísimo rifle de plasma, rozando con el guantelete el condensador principal en un gesto automático. Balisto los vio alejarse tomando todas las precauciones necesarias para no ser descubiertos.

Entonces, debía dar paso a la siguiente parte del plan.

Se volvió a asomar en dirección al objetivo, dejando entrever lo mínimo posible de su amplia armadura entre los escombros y ruinas, tal y como había hecho anteriormente. Tras unos instantes, las lecturas de los sensores volvieron a arrojar un resultado totalmente negativo. Lanzó de nuevo todas las rutinas de búsqueda de enemigos, mientras paseaba su visión por el tramo de asfalto que se extendía ante sí, lleno de socavones y cráteres, guardado por los fantasmas de góticos edificios de un pasado muy lejano. Armas de bombardeo orbital habían retorcido y desgarrado toda la belleza de esa ciudad, dejándola como un triste mausoleo profanado por los Traidores. Cuando la todos los sistemas volvieron al estado de espera, centró su atención en la plaza del fondo, donde se alzaba la majestuosa estatua, en brillante marfil blanco, del Bendito Alado, rodeada de cenizas que anteriormente podrían haber sido setos decorativos.

El objetivo de la misión, sin duda. Parecía tan fácil conquistar la posición de la plaza y establecer un fuerte cerrojo defensivo, que le hacía paladear el desagradable sabor de una emboscada. Y esa sensación se reforzaba en su interior por encontrar el escenario tan preocupantemente vacío. El enemigo conocía cual era la meta de la Primera Escuadra, así que era muy improbable que no estuviera al acecho. Aunque el sargento ya no tenía opción. Las piezas estaban listas. Aun contando con la renombrada flexibilidad en el combate de los marines tácticos, el camino por el cual había desarrollado su estrategia no le dejaba demasiada escapatoria si se había equivocado.

Balisto sintió un estremecimiento dentro de su armadura de Exterminador, conforme enviaba la orden de avance. La sensación del comienzo del combate le hacía tener que contener la creciente ansiedad. Después de los abnegados rezos, el violento despliegue en cápsula a las afueras de la ciudad, y el lento y tedioso avance durante horas por las calles muertas, acompañados de las almas sin descanso de los difuntos, todo iba a comenzar. Una desagradable sonrisa torcida le cruzó la cara mientras su respiración se aceleraba inconscientemente.

Sus hombres armados con bólter avanzaron rápidamente, haciendo cambios fugaces entre parapetos, hasta llegar a una posición donde se cubrían eficientemente. Inmediatamente después progresó el hermano Vaneo, cargando su arma pesada, hasta llegar a una sección de tejado derruida, donde apoyó su cañón láser. Una parte de su improvisado soporte se desprendió, dejando que un chasquido volara por las calles abandonadas. El marine giró la cabeza en un contrito movimiento hacia Balisto. El esfuerzo lo hacía respirar fuertemente de nuevo.
El sargento conquistó rápidamente la posición al lado del tirador, moviéndose hábilmente en su voluminosa coraza. Revisó nuevamente el terreno que se extendía ante él. Absolutamente nada.

Pasó su bólter de asalto a su puño de combate, y posó su mano derecha sobre el hombro de su hermano de batalla.

La castigada faz de Vaneo continuaba escudriñando el impasible yelmo de exterminador. Decenas de tubos salían de su servoarmadura y se conectaban a un gran respirador que se incrustaba en la posición en la que debería tener la nariz y boca. El hueso y el metal asomaban en algunos puntos de su cráneo visible, donde la piel estaba agrietada y desprendida. Sudaba profusamente, lo que hacía que el polvo grisáceo se le pegase, restándole aún más humanidad.

Pero los ojos, negros como la capa de la muerte, se clavaban con un brillo desafiante en los verdes visores del sargento. El eterno ceño fruncido del tirador de láser estaba más tenso que de costumbre. Si el poco rostro humano que le quedaba hubiese podido expresar con mayor precisión, el mensaje hubiese sido un retador "Cuente conmigo. No volveré a fallar".

Balisto lo entendió plenamente. Sabía perfectamente lo que era ser degradado desde una Compañía de combate a una de reserva. Su propia armadura de exterminador era la mejor muestra de ello. Pero, aún así, si el excelente tirador no estaba a la altura, lo relevaría de la Calavera Negra. Aunque ese momento no había llegado. Aún no, al menos.

Su coraza la reprodujo el sonido de varios chasquidos provenientes del otro lado de la plaza, como una altiva declaración de guerra. Ahora ya podía fijar la posición enemiga. Levantó la mano del hombro de su interlocutor, y señaló con el dedo extendido a la plaza.

-Están ahí. -Aseveró por el intercomunicador. Su voz sonó áspera, debido al silencio mantenido durante las últimas horas. -Mantén la posición. Dispara a mi orden.

-¿Piensa actuar como la última vez, Sargento? -Respondió Vaneo con voz robótica.

Balisto volvió a empuñar su bólter de asalto en su diestra. Lo amartilló deliberadamente. El seco chasquido se unió al constante silbido de la ciudad de los muertos, creando una nota más, una nota diferente, al lamento que llevaban escuchando durante toda la misión.

Inmediatamente se unieron los chasquidos de las servoarmaduras de su grupo de cuatro marines, pasando a nivel de combate, aumentando la capacidad de movimiento entre pequeñas nubes de vapor, y el intencionado amartillamiento de tres bólter más. El cañón láser zumbó a su lado, preparándose para la descarga.
El leve eco que el ruido simultáneo había creado se deshizo rápidamente, dejando la aceptación del duelo en el aire. El sargento Balisto sabía que estaban listos para comenzar.

-Pero esta vez serán ellos los que mueran. -Sentenció mientras en su visor se iluminaban todas las señales de alarma.

FIN DE SECCIÓN 1: BALISTO
Próxima sección, "Morton", el próximo lunes 04-07-07... Paciencia
Smilie




editado por: DarthAverno, 28 May, 2007 - 12:39

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21.jun 2007 - 21:07

Ya tengo ganas de saber como continua esta excelente historia
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21.jun 2007 - 21:51

queremos maaaas Smilie
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22.jun 2007 - 00:54

Quiero maz dakka!!! Una pregunta.... porque Balisto?



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27.jun 2007 - 11:02

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Lo primero, hola de nuevo a todos, y disculpad la tardanza... he estado liado...

Lo segundo, gracias por los comentarios Smilie ...

Lo tercero, la sección se llama "Balisto" por ser el nombre del sargento. Me gusta dividir los relatos en capítulos, y cada capítulo en secciones.

Y por último, quiero poner más secciones... esta noche salgo a Bilbao, para pasar el finde allí y ver a Metallica, así que si puedo sacar la sección 2 (si tengo tiempo) la subiré, y si no, para el próximo martes intentaré ponerla... y esta vez no miento... Smilie

Saludos... Smilie

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27.jun 2007 - 12:19

<input type="hidden" name="phpMyAdmin" value="%2CrAyZF7QLdUa3u9Pnl%2C0%2Cibq8k9" /><input type="hidden" name="phpMyAdmin" value="4niGF0eEqNefgGI8xZMHfNTqET1" />DarthAvernoy ver a Metallica



Hereje! Como osas mencionar eso ante alguien al que la gloriosa (si, mi madre) emperatriz le ha impedido ir?!!!!

Arderas!!

(Eys! Ya contarás que tal te ha ido.... una cosa por cuanto te ha salido la entrada?)





editado por: Mph2, 27 Jun, 2007 - 02:05



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27.jun 2007 - 12:51

Me gusta, si escribes siempre asi (que supongo xD)se te da bien la escritura, es más en algunos puntos me recuerdas mucho a J.R.R. por tus descripciones xD.

Enhorabuena, y a ver si nos pones el resto pronto xD

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DarthAverno

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2.jul 2007 - 12:25

Hola de nuevo... Ya he vuelto del norte de España... y qué decir de MetallicA y sus directos... BRUTAL!!!...

La entrada me costó 65¤... como a todos... supongo... Smilie

Siento que la Emperatriz te impidiese el estar allí Smilie ... al principio fue un poco caótico, pero luego se estabilizó todo y se pudo disfrutar plenamente... Smilie

Detalle para Datox5... creo que te equivocas, la verdad... no creo que mi nivel de escritura ni siquiera evoque a JRR... , además, cuando me siento a escribir, tengo que repasar una y otra vez (por eso consumo horas de un modo exagerado para escribir un poco... de hecho, para esa sección, he invertido unas seis horas aproximadamente) para acercarme a lo que quiero expresar... y cuando lo releo al día siguiente, muchas veces me contengo para no borrarlo todo Smilie

Bueno, subo la siguiente... a ver qué os parece...

Un saludo...

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Datox5
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2.jul 2007 - 14:08

He dicho que a veces me recuerdas a él, porque describes toda detalladamente xD

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3.jul 2007 - 08:34

SECCIÓN DOS: MORTON.

El sargento veterano Morton Leen refrenaba a duras penas su ansia por entrar en combate. Mascullando oraciones mecánicamente, se repetía una y otra vez que tenía el objetivo de la misión en la palma de la mano. Aunque la imperante sensación de que podría aplastar a su adversario le urgía a olvidarse de todo y lanzarse a la carga. Su pistola bólter continuaba enfundada, mientras jugaba con los dientes sierra de su espada, arrancando chispas cuando los golpeaba con el guantelete.

Escudriñó a sus tropas lenta y deliberadamente. Intentó registrar todos los detalles posibles. El gran cráter donde se encontraban, justo al lado de la plaza del objetivo. Los escombros levantados que habían creado magníficas trincheras para soportar un asedio. Los nueve hombres que estaban situados en posiciones inmejorables para destruir a cualquier enemigo si dejaban hablar las armas de un modo síncrono.

Notó cómo la sangre le hervía mientras se lamentaba de lo impropio de que Ángeles Sangrientos tuviesen que esperar confiando en sus armas de fuego. Qué absurdo el tener que estar atrincherados para intercambiar disparos, en vez de entrar en el honroso combate a cuerpo a cuerpo.

La victoria estaba en la palma de su mano, se repetía constantemente. Pero no tendría valor real. No para él, al menos. Las órdenes eran claras, pero en el campo de batalla todo cambiaba. Conseguir una posición no era más que estar quieto esperando ser emboscado, o emboscar al enemigo. Notaba cómo no podía evitar que temblara su espada sierra mientras seguía escupiendo rezos sin separar los dientes.

La auténtica gloria estaba en la destrucción más allá de cualquier límite del enemigo. Su aniquilación total y definitiva. Su erradicación hasta el mínimo elemento. Eliminación de su cuerpo, su alma, sus recuerdos, su paso por la galaxia. Hacer que nunca hubiese existido.

Además, notaba como su sentimiento era compartido por el resto de componentes de su grupo. Sentía como, apostados entre los escombros y los cascotes, sus Ángeles Sangrientos deseaban que el enemigo se acercara para dar rienda a su objetivo en este Universo: traer la muerte desde las estrellas.

La Segunda Escuadra de la Sexta Compañía, la Calavera Azul, nunca se limitaría a una deshonrosa defensa, aunque fuese de una estatua de su mismísimo Primarca. Ser la escuadra táctica más fiera de la Sexta Compañía le confería el divino deber de aplastar a cualquier enemigo, fuese la situación que fuese.

Escuchó el chasquido. Lejano pero totalmente reconocible sobre el eterno lamento de la ciudad caída. El enemigo estaba ahí. Miró a su tirador láser, establemente apoyado sobre una sólida barricada. Rodilla clavada en tierra. Sin mover un músculo. Pero aún así sediento por entrar en combate, el sargento lo sabía.

Se pasó una mano enguantada por el rostro, casi convertido en un cráneo de metal debido a las múltiples heridas que había recibido en su larga vida. Sintió el aroma y el sabor de la tierra gris de esa ciudad. Una ciudad maldita en un planeta muerto. El mejor lugar para abrir la tumba a sus enemigos.

Finalmente su combate interno llegó a su conclusión. El sargento veterano se había decido, mientras una fiera sonrisa recorría su rostro. Destruiría a su enemigo. Aplastaría a su contrincante de un modo inapelable. Era su deber, por su honor mancillado, el de volver a humillar a su adversario más allá de la simple derrota o la justa redención de la muerte.

Levantó una mano. Notó como los visores de sus hombres, salvo el del tirador láser, se volvían como activados por un resorte hacia su guante carmesí. Lo habían estado esperando. El ávido espectro de la ansiedad se había filtrado en las venas de todos ellos durante los últimos instantes. La ira del legado de Sanguinius clamaba ser desatada.

El sargento saboreaba esos momentos con auténtico deleite. La sensación compartida de la víspera del combate. La aceleración del pulso, el aumento de la percepción sensorial, la ardiente presión en el pecho. La imparable conversión de un simple marine espacial a un depredador del campo de batalla.

Contuvo heroicamente la necesidad de incluirse en el primer grupo de combate. Seleccionó a cinco de sus hombres, comandados por el Hermano Nuctus. Mantuvo a su lado al marine Aramio, desconfiando de su falta de sigilo ante un asalto inminente.

Los cinco elegidos abandonaron sus posiciones y formaron ante el sargento. Éste tocó con dos dedos su espada sierra, para luego arrastrarlos en un salvaje gesto bajo su cuello, mientras su rostro mostraba una mueca depredadora y sus dientes apretados continuaban convirtiendo fervorosas oraciones en meros jadeos furibundos.

Los cinco astartes asintieron de un modo automático, entendiendo el mensaje. Blandieron sus espadas sierra y las cruzaron sobre su pecho. Sabían que su sargento defendía el silencio en las últimas órdenes antes de entrar en combate. Prefería que sus hombres destilaran su odio en profundas oraciones mudas, para rugir como demonios cuando llegase la anhelada colisión de las armas.

El sargento Morton Leen levantó su mano. Cerró el puño en el aire. Con un movimiento síncrono las cinco armas restallaron sobre los pechos de los marines, en un seco golpe con el reverso de las espadas.

El veterano líder sufrió un espasmo de anticipación al escuchar esta declaración de guerra. Soportó su creciente sed de sangre e indicó la ruta a seguir con su espada sierra a sus hombres. Los fantasmagóricos edificios serían la mejor cobertura para el avance de los poderosos guerreros.

El segundo grupo de combate de la Segunda Escuadra de la Sexta Compañía de los Ángeles Sangrientos salió rápidamente por la zona señalada. Morton lo miró alejarse con una atroz sonrisa. Cuando dejó de ver el último generador, compuso de nuevo su rostro y se acerco al hermano Iland.

-Tú darás comienzo al ataque.

-Dispararé únicamente para baja segura. –Aseveró el tirador láser sin dejar de mirar por el visor de su arma.

-Por supuesto, hermano. –Morton tuvo que volver a contener la necesidad de gritar y lanzarse a la carga por la avenida principal al escuchar una serie de chasquidos de la posición enemiga. La declaración de guerra había sido aceptada. –Cuento con ello. –Siseó al marine.

Observó que la efigie de su adorado Primarca. De varios metros de alto, capturaba a su venerado padre en posición relajada, con la espada clavada entre sus pies, y sus manos apoyada en ella. Dibujaba elegantes ropajes que se entreveían dentro de la capa que se mostraba ondeante sobre un viento imaginario. El bello rostro, de un blanco puro, le estaba mirando desde que habían arribado a la posición. Y ahora le parecía que sonreía aceptando su decisión. Morton le devolvió la salvaje sonrisa mientras el sonido del naciente combate apagaba el eterno lamento de la ciudad muerta.

FIN DE LA SECCIÓN 2: MORTON
¡¡Gracias por todos los comentarios!!... Pero no pondré fecha para la próxima sección, ando algo liado, y no quiero volver a fallar por más de un mes... Smilie

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3.jul 2007 - 14:18

Lo dicho, creas un ambiente parecido al de JRR, pues nos llenas de detalles y nos impacientas... me encanta xD

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Mph2
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3.jul 2007 - 19:35

Datox... no me imites con tu firma.... xDDD

Bueno bueno bueno...... creo que no puedo decir nada xDD Sin palabras....

Quiero la proxima seccion en 2 minutos o te cierro el relato Smilie



(que malo que soy)



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3.jul 2007 - 21:41

Es que es lo primero que tenia a mano, y ademas, el mio es mas brillante xD

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3.jul 2007 - 22:00

Son iguales de brillantes, Lo unico que si te fijas yo le puse una capa sobre el ^^

Fijate como en la parte superior de la cabeza y la inferior de los pies se ve igual, bueno... aparte de que al mio se le ven mejor los detalles de los pies ^^



Tux v.2.2

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3.jul 2007 - 23:02

LoL, viva los Linux Sangrientos xD

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DarthAverno

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6.jul 2007 - 18:06

Hola de nuevo, peña...

Bueno... para este próximo lunes espero poder finalizar una sección mas... resulta que la tercera se me estaba extendiendo sobremanera, así que ha recibido un corte quirúrgico...

Voy a precisar información detallada sobre ciertos puntos, y, por favor, no dudad en criticar/reseñar zonas del relato que no veáis convenientes/acertadas/afines al trasfondo...

Como siempre, gracias por el apoyo...

Un saludo.

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11.jul 2007 - 17:04

SECCIÓN 3: ASTRONAVE

La Astronave de Ataque Letanía de Sangre se encontraba geoestacionaria sobre el planeta Sartos IV. La enorme fortificación voladora, datando de la Era Oscura de la Tecnología, pertenecía al antiquísimo modelo Tormenta de las Fragatas de los Marines Espaciales. Permanecía silenciosa, danzando lentamente en el vacío espacial, como un peligroso titán dormido.

En el liso bloque frontal, preparado para acometer abordajes y soporte principal del mortal cañón Redención, sobre el color omnipresente del rojo corroído por los milenios de servicio, se veía un vasto símbolo de los Ángeles Sangrientos tallado en roca viva del planeta Baal.

Las robustas torretas, dispuestas lateralmente a lo largo de todo el perímetro de la nave, permitiendo así una visión de ataque casi total, y una capacidad de destrucción altamente elevada en caso de justar lateralmente contra otras naves, descansaban en posición predefinida, con sus temibles cañones ennegrecidos y castigados tanto por el uso como por el desgaste del vacío espacial. Las pequeñas y reforzadas cúpulas de plastiacero abollado e irregular que jalonaban las superficies planas permanecían selladas, conteniendo en su interior las baterías ligeras de descarga láser anti-caza, que estaban siendo revisadas en ese preciso instante por una treintena de servidores para los cuales esas armas defensivas eran su único objetivo en esa vida.

Los cañones de descarga orbital y los brutales torpederos permanecían dentro del casco de la astronave, gracias a su tecnología retráctil, salvaguardados detrás de gruesas planchas de diversos compendios de aleaciones entrelazadas. Los góticos ornamentos de piedra, tanto arcos como columnas que rellenaban el resto del espacio libre, suponían un reparto de cargas y una cohesión mayor de las diferentes piezas de la nave, permitiendo un mejor agarre entre las diferentes bahías de despegue, además de constituir la primera piel que debería superar el ataque enemigo. Las luces de posición, tanto sobre cubierta como sobre la multitud de antenas y sensores que se erizaban en el casco de la fragata, yacían totalmente apagadas, correteando entre los millones de pequeños símbolos Imperiales y de los Ángeles Sangrientos que salpicaban la nave, mezclados con la escritura de todas las letanías que había utilizado el Capítulo durante los diez mil años de su existencia, que se perdían en los recovecos oxidados y se fragmentaban en la piedra tallada.

Finalmente, en la parte trasera de la Astronave, los gigantescos escapes de tanto los motores convencionales como su versión para la navegación por la disformidad aglutinaban polvo espacial, creando un escamoso relieve, mientras se enfriaban paulatinamente.

Y aunque el planeta proseguía indolentemente su traslación, la nave de los Astartes permanecía oculta mientras continuaba fijada en su órbita. Si bien la luz del astro sobre el cual giraba había empezado a incidir directamente sobre ella, y arrancaba los primeros brillos carmesí, la Letanía de Sangre no destacaba sobre el resto de basura espacial que circundaba el saqueado mundo colmena.

Dormida.

Mentira.

Acechando.

FIN DE LA SECCIÓN 3: NAVE
Aquí precisaré vuestra ayuda... no dudéis en criticar!... además, la próxima sección será bastante más extensa...
Smilie

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11.jul 2007 - 17:12

Tochazo nave! Yo quiero una de esas!



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11.jul 2007 - 18:28

Yo no, que despues a ver quien la limpia... XD

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11.jul 2007 - 19:43

Si no la han limpiado los AS durante mas d 10000 años, nadie lo va a hacer Smilie , esperamos inpacients tu nuevo capitulo.
Datox5
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Enviado:
11.jul 2007 - 19:48

El de las chachas espaciales? XDDDDDDD

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DarthAverno

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Enviado:
11.jul 2007 - 20:06

Smilie Smilie Smilie ...

Resulta curioso, a la par de divertido, que en vez de criticar los posibles errores del relato (no he encontrado demasiada información sobre naves de guerra), todo gire sobre la limpieza de la parte exterior de una astronave... Smilie Smilie Smilie Smilie

De todos modos, llegamos aquí a un punto curioso... ya que, según las ilustraciones de este universo, la idea del metal corrompido, sucio y descuidado (al igual que la carne) suele ser básica... ¿creeis que es interesante incidir en ese aspecto a la hora de narrar un relato?...

A mí me preocupa más el intentar que el lector pueda imaginar la grandeza de un marine espacial en el combate... las grandes servoarmaduras, con infinidad de motores y detalles, dando lo mejor de sí en combate a muerte...

Bueno... en breve terminaré una nueva sección... me queda que darle un último repaso... y os mostraré nuevos personajes... y no desvelo más... Smilie

Un saludo, gente...

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11.jul 2007 - 20:23

Si te digo la verdad, a mi me gustan los detalles, pero a la mayoria de la gente, tanto detalle y mucho nombre, le vuelve loco (por eso conozco poca gente que se haya leido el Quenta Silmarillion xD)

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Enviado:
11.jul 2007 - 22:33

O Emperador mio, el Silmarillon, una reliquia usada para torturar por la Inquisicion, pos is me lo e leido y prefiero no volberlo a hacer Smilie , lo del univrso es mas que al haber decadencia en la tecnologia y siempre haya guerra, se hayan de mantener naves de 1000 añosde antiguedad (que por ser mas viejas son mejores) y solo hay tiempo para mantenimiento de circuitos y cosas asi, si estoy de batalla en batalla lo que menos me procupara, sera si la nave esta perfectamente pintada, que a la minima explosion salta la pintura, los pocos fallos que e encontrado es que si usan motores de con nucleo de plasma o fusion en menos medida, vale que los motores quedenenegrecidos por las temperaturas peor dudo que causen desperdicions que se pegan como el polvo espacial, y mas que un error sto ultimo es un punto de vista, por laforma en que has descrito a unasimpl escolta, ls has dado bastante inportancia, casi como si fuera un cruzeros de asalto mas que una naves que acompaña a el susodicho cruzero, por los tamaños no si no por la grandeza que se le da vale que puede medir 1 km de largo en el caso de las escoltas de tamaño parecido de la armada, pero qudesde mi`punto de vista se a ensalzado un poco, pero ya te digo en libros e visto cagadas mas grandes, que por estas cosas no pasa nada, aun le pondria un 10 al capitulo.
Mph2
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Gran Arlequín
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11.jul 2007 - 23:48

<input type="hidden" name="phpMyAdmin" value="%2CrAyZF7QLdUa3u9Pnl%2C0%2Cibq8k9" /><input type="hidden" name="phpMyAdmin" value="4niGF0eEqNefgGI8xZMHfNTqET1" />Cita en vez de criticar los posibles errores todo gire sobre la limpieza de la parte exterior


Es que como verás..... somos muy "superficiales" xDDDDD

No enserio muy detallado pero sin pasarse....

(el silmarillion no por favor........)



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Vidente de Sombras
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12.jul 2007 - 00:30

A mi me gusta... ^^

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13.jul 2007 - 11:06

SECCIÓN 4: OBSERVACIÓN

El amplio puente de mando de la Letanía de Sangre se encontraba siempre en semipenumbra. La verdosa luz de la multitud de pantallas que llenaban la instalación era el único foco luminoso de la estancia. Decenas de servidores recorrían la sala, trabajando sobre el incesante flujo de datos que recibían de los monitores, y conectando sus cuerpos ya tan alejados de la humanidad a cualquiera de los innumerables dispositivos que se encontraban dispersos. Los datos que mostraban las pantallas cambiaban constantemente, tanto listas interminables de números, símbolos y runas ininteligibles, o gráficos fluctuantes, los cuales eran interpretados por los servidores para desarrollar su sincronizada danza con matemática precisión.

La Mesa de Mando, una gigantesca estructura redonda de brillante plastiacero en el centro del puente, rematada con detalles en piedra negra pulida, era el punto sobre el que convergían todos los controles, y donde los datos se mostraban mediante pantallas holográficas, que titilaban en el aire, revelando la información más importante a la cúpula de la fuerza de Ángeles Sangrientos.

El Capitán de la Sexta Compañía, Lariel Heat, se encontraba sentado en el Trono de Mando, en el centro neurálgico de la nave. En su omnipotente posición dominaba todo el puente de mando. Se hallaba acomodado en la poderosa estructura de piedra repleta de decoraciones leales, desde letanías de odio a recuerdos a camaradas caídos. Frases y sellos de pureza expiaban el mal de su ocupante, y le intentaban guiar entre sabios susurros con la experiencia de los miles de años que había servido el Trono de Mando a decenas de Capitanes de los Ángeles Sangrientos.

El puesto del dirigente de la Sexta Compañía estaba finalmente culminado con el símbolo de las Alas de sangre, las cuales mostraban orgullosas un par de brillantes gemas amarillas, emblema de la Sexta Compañía, que reflejaban la poca luz ambiental como si dispusiesen de un inextinguible fuego interior.

Exactamente igual que los ojos del Capitán.

Arrebujado en su negra capa, con su reluciente servoarmadura engañosamente oscura, mantenía las manos cruzadas haciendo de puente bajo sus ojos, mientras permanecía totalmente concentrado en las holopantallas de la Mesa de Mando.

Alrededor de ella se encontraban los cuatro sillones para el resto de los dirigentes la Compañía.
En el primero estaba el Capellán Gorian Anderson. Embutido en su antigua coraza negra repleta de sellos de pureza y decoraciones en forma de calaveras. Su casco, simulando un terrorífico cráneo bajo un halo metálico reposaba a su lado, junto con su crozius arcanus, el poderoso báculo que empleaba como arma de combate cuerpo a cuerpo, y símbolo de su rango. Su hombrera derecha destacaba espeluznantemente del resto de su armadura, con dos huesos cruzando por toda su superficie, soportando un gigantesco cráneo tallado directamente en ceramita, cuyas cuencas muertas habían presenciado una infinidad de combates, y un millar de Ángeles Sangrientos que habían sucumbido a la Imperfección. Misteriosamente, gracias a los constantes cambios de la escasa iluminación, parecía que clavaba sus ojos vacíos en el Capitán.

Por su postura recostada en el sillón, y por los varios bostezos que había soltado del modo más llamativo posible, el Capitán Lariel Heat sabía que el Capellán se estaba aburriendo viendo las veinte holopantallas simultáneas, junto con los mapas de posicionamiento. Prestando más atención a su juego con la cadena que engarzaba el Rosarius carmesí, se mantenía lo más odiosamente posible indiferente a su entorno.

El Guía de los Malditos dejaba vagar sus fieros ojos grises por los semiocultos pendones que colgaban del techo del puente de mando, engastados entre una maraña de oscuros y oxidados cables y olvidados sistemas de control de la nave. Se mesaba la desaliñada barba canosa, o se retocaba la melena que recogía en una pulcra coleta sobre su nuca, con movimientos inconscientes. Cuando finalmente agotaba el resto de opciones, bostezaba o se revolvía en el amplio sillón, para clavar durante unos instantes una letárgica mirada en las pantallas.

El Capitán Lariel Heat no podía entender cómo un veterano de tantas guerras, un combatiente tan formidable, no sabía apreciar la tensa belleza del posicionamiento y la lenta progresión de las tropas. De la constante sensación de que el Infierno se desataría y debían estar preparados para repeler al enemigo, a aquello que amenazase la Humanidad y al Emperador.

El Capitán cesó su reflexión sobre el Capellán y centró su mirada en el siguiente sillón. Perteneciente al Bibliotecario Lartos Oniasen, aunque actualmente se encontraba vacío. Su ocupante debía estar en la Capilla, consagrándose con los impíos poderes de la disformidad. El Capitán Lariel Heat desdeñaba sistemáticamente a los psíquicos, y los consideraba amenazas reales. Aún así, el “bueno” de Lartos era quizá el mejor psíquico con el que se había encontrado nunca. Afortunadamente para la convivencia entre hermanos, no tenía los terribles pecados del orgullo o la altivez tan comunes entre sus iguales. Bueno, Lariel aprobaba eso, aunque no lo redimía de poseer la incurable maldición de ser una puerta a las bestias de la disformidad.

Desvió su mirada y la posó en el curioso tándem que había en el otro extremo de la Mesa de Mando. Dos hermanos totalmente concentrados en las palpitantes imágenes holográficas ante sí, aunque con motivos casi opuestos.

Mientas el taciturno Sacerdote Sangriento Sammael retorcía elegantemente su muñeca derecha, con movimientos erráticos, haciendo que las pavorosas herramientas de sanación o redención de su Exanguinador apareciesen y desapareciesen fríamente en un silencioso baile, a la vez que con su otra mano tocaba el símbolo de la gota de sangre de su servoarmadura bajo la blanca túnica de su sagrado cargo, el locuaz Tecnomarine Marcus refulgía gracias a los reflejos que arrancaban el entramado de tubos, espoletas, planchas, engranajes y nervios metálicos que componían su modificada servoarmadura.

Dos extremos de una misma Hermandad. La consagración a la curación, a la iluminación del alma y a la redención de la carne al lado de la adoración a la máquina, al metal y a la reparación de un modo casi herético. Mientras uno guiaba en oraciones a los hermanos en los rezos, con su sagrada armadura rematada con detalles en blanco puro, portando viales de poderosos líquidos y asegurando la continuidad del Capítulo, el otro alineaba las almas de las herramientas de destrucción, siendo él mismo un compacto conjunto de hueso, metal y sangre, salpicado de símbolos de adoración extrema al Dios Máquina, y permitiendo que el deber del Capítulo fuese satisfecho.

Ambos devoraban la información de las pantallas en un auténtico estado de éxtasis. La belleza del combate, el lento avanzar de las tropas antes del grito de guerra que descargaba un relámpago por la espina dorsal de los hombres, el intercambio de disparos a campo abierto o bajo coberturas, la iracunda explosión del asalto o la fiera satisfacción del contraataque eran meros sentimientos que estaban profundamente tejidos en lo más profundo de sus almas. Habiendo nacido ambos humanos, habiendo sido ambos aceptados como Ángeles Sangrientos, y habiendo elegido caminos radicalmente distintos, se encontraban hermanados en el estado de tensa contemplación de lo que estaba aconteciendo.

El Capitán Lariel Heat dio por terminado el examen a la cúpula de la fuerza de Ángeles Sangrientos, mientras se dejaba atrapar lentamente por las sensaciones que le mostraban la veintena de holopantallas, a la vez que desviaba mínimamente su mirada para continuar con las comprobaciones de los mapas de posiciones. Todas las piezas se estaban situando tal y como él había supuesto, consideró con una pizca de orgullo. Había tensado la situación al máximo, sin saber a ciencia cierta cuáles podrían ser las consecuencias. Pero intuía que esos hombres se dejarían hasta la última gota de su sangre en esa ciudad arrasada, porque ninguno de los contendientes consideraría ese enfrentamiento como un entrenamiento más. Un asomo de sonrisa cruzó su rostro mientras saboreaba el momento.

–La batalla va a comenzar. –Musitó casi para sí mismo, extasiado.

El Capellán Gorian, que tenía en ese momento el Rosarius en equilibrio sobre su nariz, levantó una ceja y se quedó mirando fijamente a un punto indefinido del gótico techo. El Capitán lo observó con su visión periférica. No le gustó en absoluto ver cómo aparecían los dientes del veterano poco a poco, en una socarrona sonrisa.

- Si me disculpan, debo ausentarme un instante. –Dijo Gorian mientras se levantaba bruscamente, lanzándose como una exhalación hacia el portón de salida del puente de mando.

El veterano pudo escuchar antes de que el acceso se sellara tras él el grito de su Capitán exigiéndole disciplina. Lo ignoró mientras su sonrisa mostraba todos sus dientes al Bibliotecario Lartos, al que casi había arrollado en su salida, y que se disponía a entrar en la sala en ese instante.

FIN DE LA SECCIÓN 4: OBSERVACIÓN
Bueno, otra pieza más del puzzle está arriba... espero vuestros comentarios... e intentaré llevar un ritmo de sección por semana, si os gusta el relato Smilie
Gracias por todo
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Vidente de Sombras
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13.jul 2007 - 21:25

LoL

Ese capellán está pirado... en serio... xD

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Sidex
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14.jul 2007 - 00:00

Por fin un capelllan que hace lo que le sale de los huvos, pasa de todo, bostezaen la cara del capi, y se va tan tranquilo, el sol oesta para repartir hostias de las buenas Smilie Smilie
Mph2
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Gran Arlequín
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Enviado:
15.jul 2007 - 01:02

Me encanta ese capellán ^^



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DarthAverno

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23.jul 2007 - 15:55

SECCIÓN 5: COMBATE I

Subsección 5.1: Sargento Balisto Dulay. (Primera Escuadra, Primer Grupo)

La voluminosa armadura de Exterminador se levantó desde la barricada y tomó puntería con su bólter de asalto, mientras el visor le indicaba que le estaban disparando. La experiencia adquirida le hizo dirigir el arma a una de las figuras, mientras emitía una brutal ráfaga que abatía al adversario parapetado.

Se dejó caer de nuevo contra la barricada, mientras seguía escuchando la simulación de ráfagas de bólter sobre él. Por la cadencia de los disparos, y el desorden que estos tenían, sabía que había seleccionado su objetivo correctamente. Se permitió un momento de orgullo, aunque lo remitió de modo consciente. Aún así, sentía que había equilibrado la balanza.

Con gran esfuerzo, para poder mover la gigantesca armadura tras la barricada sin dejar puntos expuestos, se giró hacia al hermano Eware, que agarraba la parte del abdomen de su servoarmadura con la mano izquierda, aunque aguantaba decididamente el pesado bólter con la diestra. No podía ver la expresión de su cara, oculta bajo el casco, pero suponía que debía estar soportando un intenso dolor.

–Los hermanos Arquece y Niloson han caído, señor. –Continuó con el jadeante relato el combatiente táctico. –Cayeron sobre nosotros rápidamente, desde las ruinas. Cinco unidades enemigas. Tan sólo yo pude alcanzar esta posición de repliegue cubriendo la retirada. Al hermano Arquece le dispararon con un rifle de fusión a quemarropa. El hermano Niloson recibió la carga enemiga y se enzarzó en combate. Deben de haber sufrido un par de bajas. –Aventuró esperanzadamente el Ángel Sangriento.

–Entonces han sido tres bajas. –Contestó automáticamente Balisto. Le habían devuelto fuego tres enemigos desde el edificio. Y él había abatido a uno. Por lo que estaban empate. Tanto los hermanos Eware como Arquece habían ganado hacía poco el derecho de portar la sagrada servoarmadura, y éste era uno de sus primeros entrenamientos de simulación real. El hermano Niloson, de mayor experiencia, había soportado el ataque y había combatido cuerpo a cuerpo, probablemente aprovechando la cobertura y ganando cierta iniciativa en el enfrentamiento.

La falta de experiencia de Eware le había hecho seguir el manual de un modo poco práctico. Había replegado su posición para conseguir una posición ventajosa y poder defender con mayor eficiencia a un oficial de mayor rango. Gracias a eso había conseguido estar tumbado al otro lado de la barricada, con un impacto en el abdomen y escasas posibilidades de ser útil antes de morir. Lo cual dejaría el conteo en dos unidades en cada bando.

–Tenemos a dos unidades enemigas hacia el Este. Necesitamos que allanes el camino Norte, tirador. –Ordenó el sargento por el intercomunicador al portador del arma láser, mientras observaba cómo el hermano Eware era víctima de otro doloroso espasmo.

–Imposible, señor. El enemigo dispone de otro tirador láser ubicado en mejor posición. No dispongo de posibilidad de movimiento y capacidad de disparo suficiente como para abatirlo. –Respondió Vaneo con su metálica voz. Se encontraba una decena de metros detrás de la barricada, ignorando el combate que estaba librando el resto de su grupo y apuntando a lo largo de la avenida con su temible armamento.

No era fácil encontrar buenas noticias en el campo de batalla, pero era de necios no buscarlas. El sargento decidió su siguiente movimiento. Volvió a disparar una ráfaga por encima de la barricada. El enemigo contestó inmediatamente. Perfecto. Los dos supervivientes continuaban ahí, aunque ninguno de ellos era el líder. Además, el portador del arma de fusión había caído, puesto que no devolvía fuego. Era la mejor noticia que tenía en ese momento.

- Hermano Eware, esta es tu posición a defender. Dispara ráfagas esporádicas para controlar al enemigo y asegurar que se mantiene en ese lugar. Si intentan cruzar la calle hasta esta posición, los abatirás inmediatamente, y continuarás defendiendo esta barricada. –Balisto hizo una mueca antes de utilizar el socorrido sermón que empleaba con los novatos heridos. –Además, deberás permanecer vivo hasta que se te permita morir. Y esta es una orden directa.

Siempre respondían igual, pensó Balisto. Un leve “sí señor” con un bufido que debía estar acompañado de una sonrisa. El veterano comprobó que no hubo diferencia en el comportamiento del iniciado. Aunque al sargento no le gustaba emplear ese argumento, sabía que era más apropiado en esas situaciones con esos nuevos guerreros. La compresión táctica de su época de exploradores, aunque válida, era bastante inconsistente cuando debían mantener posiciones realmente enconadas, donde la movilidad era menor, y la Fe en la resistencia de su sagrada coraza carmesí junto con el inquebrantable castigo de su bólter era lo único que podían hacer.

Si hubiese sido un hermano de armas, como aquellos que tuvo en la Primera Compañía, se habría despedido de él entre rezos y sentimiento de deber cumplido. Le habría jurado que rezaría por él, y le habría prometido que sus almas estarían siempre unidas por los lazos de los hijos de Sanguinius.
Pero ése no era el caso. Posó su guante de combate sobre el hombro de su soldado a modo de despedida, asintió levemente y se giró sobre sí mismo para alcanzar la posición de Vaneo. El hermano Eware se asomó levemente por encima de la barricada, y empezó a disparar ráfagas cortas creando cierto fuego de cobertura.

El Sargento veterano Balisto Dulay abandonó a la carrera la barricada. Oyó inmediatamente el inconfundible siseo de un rifle de fusión. El dolor lacerante le corroboró un impacto directo.

Fin de la Subsección 5.1: Sargento Balisto Dulay. (Primera Escuadra, Primer Grupo)
Tras mucho pensar, he cambiado el formato para los próximos retazos. Espero poder tener algo de tiempo para sentarme y poder escribiros/contestaros sobre las cosas pendientes que han quedado por ahí. Un saludo... Smilie

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Sidex
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Enviado:
24.jul 2007 - 00:36

Muy buena la nueva seccion, ningun fallo que haya visto a simplevista, en el ultimo momento, donde dice el dolor lazerante corroboro un impacto directo, a quien se refiere al novato o al sargento?
Mph2
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Enviado:
24.jul 2007 - 01:56

Te doy un oo (Se ha de leer como el simbolo infinito xD) si lo prefieres asi ox (aunque se veia mejor antes)

Desde luego tio... haces sentir la lectura



editado por: Mph2, 24 Jul, 2007 - 06:47



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DarthAverno

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Enviado:
25.jul 2007 - 17:09

Bueno, ahora que dispongo de unos minutillos, paso a aclarar algunos puntos que tengo en el tintero... Smilie

- Sobre la Astronave Letanía de Sangre :
Lo que comento sobre los escapes de los motores es que aglutinan polvo espacial, no que generan residuos que quedan adheridos ahí. Si fuese al contrario, como bien se ha puntualizado en la revisión de Sidex, no tendría sentido.

Por otro lado, el tipo de nave. Según la 3ª edición del códex Marines Espaciales, junto con un post que publicó Agramar en OJ sobre las flotas de los Marines Espaciales, la nave en cuestión se clasificaría entre una "Astronave de Ataque" y "Crucero de Asalto". Obviamente, NO es una escolta, sino son naves preparadas para el combate estelar y el desembarco eficiente de tropas. Por lo tanto he tenido un "resbalón" en el primer párrafo de la sección 3, puesto que la he nombrado como "Fragata" en vez de como "Crucero" (y la clase "Tormenta" pertenece también a las escoltas, ciertamente).

Por tanto, conforme termine el relato ya tengo apuntada esa parte para revisarla, puesto que es incorrecta (gracias, Sidex).

- Sobre la Cúpula de Mando de los Ángeles Sangrientos.

El Capellán Gorian es un personaje llamativo, sin duda. Cuando tenga tiempo, que pueda repasar un relato completo que ocurre cronológicamente después, podréis comprobar que, aunque excéntrico, es un personaje totalmente creíble en el universo del 40k. (Sé que te ha caído bien, Mph2... Smilie)

- General:

Me resulta divertido tener gente que lea y que se entretenga con mi relato. Aunque mi objetivo es conseguir a unos personajes que resulten "reales" para el lector, dentro de una narración detallada. Poco a poco veremos si eso ocurre, ya que detesto las historias sin nada de profundidad... (Aunque no sea tan denso como el Silmarillion, Datox5...)

No cortaros a la hora de criticar aspectos. Leo atentamente las opiniones, y las contrasto con lo que he escrito. Y, como habéis visto, no me cuesta admitir que me he equivocado Smilie

Bueno... pues espero vuestro continuo apoyo, y deseo el que, cuando disponga de más tiempo, os pueda colgar un montón de secciones continuas...

Y ahora, la pregunta que se desvelará en la próxima sección... ¿contra quién están combatiendo realmente los Ángeles Sangrientos? (me consta que hay gente que todavía no lo sabe Smilie ).

Un saludo... Smilie

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Mph2
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Enviado:
25.jul 2007 - 17:27

Hombre has dado leves pistas....

Diciendo: Ellos tambien tienen un tirador laser....

Pues puede ser lo siguiente:

Marines Espaciales del Caos
Traidores del Capitulo
Guardia Imperial Traidora
Humanos "acogidos" (más bien exclavizados) por el bien supremo.
Eldars

Aunque indicando lo de fusión....
Pues se remite solo a
Marines Espaciales del Caos
Traidores del Capitulo
Guardia Imperial Traidora
Humanos "acogidos" (más bien exclavizados) por el bien supremo.


Que será será.....

Eso si los eldars los descarto....



editado por: Mph2, 25 Jul, 2007 - 05:28



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Enviado:
25.jul 2007 - 19:30

Como decia antes, eso de que el sonido de un rifle de fusion, el dolor informa de un inpacto directo,indica que se han cargado al sargento extrminador, no?

Otro apunte, que a mi me a parecido muy de recluta y novato las acciones de los tacticos muertos, parece que no son muy buenos, cuando para llegara portar servo se han pasado como minimo casi una decada luchando y entrenando.

Ya me veo al pobre tirador laser, solo en medio del enenmigo, le tocara correr? Smilie
Mph2
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Enviado:
25.jul 2007 - 19:38

No, porque derrepente Sanguinius lo iluminará....



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Enviado:
2.ago 2007 - 10:07

Subsección 5.2: Marine Táctico Nuctus. (Segunda Escuadra, Segundo Grupo)

El marine táctico Nuctus se apoyó en la agrietada pared mientras oía como el enemigo disparaba irregularmente desde la barricada. Cambió el cargador de su arma por otro igualmente vacío con movimientos mecánicos, mientras observaba a sus hermanos Ángeles Sangrientos.

El edificio desde donde disparaban había dispuesto antiguamente de varias plantas. Aunque ahora se hallaban todas derruidas excepto la parte que ocupaban de la planta baja, los cascotes sobre ellos y las gruesas paredes de rocacemento le conferían una estructura envidiable para plantear un tiroteo, puesto que se podían parapetar eficazmente, utilizando la densa oscuridad interior en contra a la iluminada barricada que disponía el enemigo.

Por otro lado, los muebles que había contenido la sala yacían podridos y astillados por todos lados, dejando puntiagudas y refulgentes aristas metálicas al aire, que eran eficientemente destruidas al colisionar con los componentes de sus sagradas servoarmaduras mientras sus hermanos se movían cautelosamente por la estancia. Creaban una fina manta de polvo en el aire con cada movimiento, la cual se adhería insolentemente sobre las corazas de los Adeptus Astartes, unida a una suerte de chasquidos, repiqueteos y crujidos cada vez que el castigado suelo recibía una pisada de las armaduras mecanizadas.

Designó las posiciones por las que dispararían sus hombres. Éstos se colocaron eficientemente, asomándose por los resquicios para tomar datos telemétricos y de posición enemiga, a la expectativa de desatar un infierno a su orden. Nuctus se lamentó de que desafortunadamente habían encontrado al grupo de combate del adversario demasiado disperso, por lo que no habían podido aprovechar toda la ventaja del ataque sorpresa y del asalto.

Recordó con las mandíbulas apretadas que curiosamente un componente de la Primera se había revuelto contra ellos en combate físico. La Primera Escuadra, la Calavera Negra, era la escuadra compuesta por los mejores tiradores, en total contraposición con la Segunda Escuadra, la Calavera Azul, con los mejores y más fieros luchadores cuerpo a cuerpo de entre los tácticos.

Le había resultado sorprendente cómo había peleado en inferioridad con total arrojo. El hermano Nolial había saltado la barricada y había asado a un enemigo con su rifle de fusión, mientras él mismo junto con Wighs y Dilen habían acribillado al siguiente, que había podido huir disparando alocadamente. Nuctus sabía que lo había herido de un modo fatal. Así que ahora el tiempo corría en su contra.

Pero el hermano Vlory había caído ante Niloson. Resultaba humillante cómo un patético componente de la Negra había vencido a uno de la Azul en combate físico. El sargento Morton no lo perdonaría fácilmente, eso seguro. El orgullo desmedido de su sargento era tan sólo equiparable a su férrea creencia que el castigo era el único camino hacia la superación. Y su odio visceral contra el sargento de la Primera, Balisto Dulay, el usurpador, no tenía parangón.

Conforme el hermano Vlory había caído, el resto del grupo había contraatacado y habían eliminado al adversario con facilidad, ejecutándolo en una brutal ráfaga. Desgraciadamente, eso no devolvía la afrenta recibida y el lógico castigo que recibirían, sobrevivieran o no.

Se tocó con el guantelete la rodillera izquierda de su servoarmadura. El símbolo de una calavera blanca, sobre fondo azul, le identificaba como componente de la Segunda Escuadra. Maldijo por lo bajo. Su misión era una erradicación rápida y aséptica del enemigo, no quedar encallados en un aburrido intercambio de disparos entre fortificaciones.

–El premio gordo ha llegado a la barricada, hermano. –Le siseó por el comunicador el hermano Dilen mientras permanecía asomado por una grieta de la pared. Mantenía el bólter mirando hacia el oscuro techo, y golpeaba rítmicamente el cargador con el pulgar.

Nuctus sonrió ignorando la falta de protocolo. Parecía que las cosas iban cambiando. Había temido que el Exterminador no se encontrase en ese grupo, y que estuviese dirigiendo a otro grupo de combate hacia el objetivo. Pero el Emperador había sido benévolo dándole las cartas más ventajosas en el peligroso juego de la batalla.

–Disparad a mi orden, hermanos. Que Sanguinius guíe vuestra mano. –Ordenó mientras amartillaba su arma.

Los hombres se tensaron. Nuctus dio una orden muda a Nolial, pidiéndole que no disparara y se mantuviese a cubierto. Éste se mostró primero perplejo y luego contrariado, para finalmente retroceder hasta quedar oculto en los escombros del fondo de la sala, de un modo menos silencioso del que hubiese sido recomendable.

Nuctus suspiró. Sabía que era necesario desarrollar esa táctica. Dejaría el rifle de fusión más atrás, y esperaría el error del sargento rival. El marine sabía perfectamente las escasas posibilidades de abatir a tan formidable enemigo sin un arma especial, aunque empezaba a dudar que pudiese mantener a sus hombres mucho tiempo intercambiando disparos. Desafortunadamente, no tenía la inspiradora presencia de su admirado Sargento, y los novatos de la Segunda se ponían fácilmente nerviosos ante la imposibilidad de desarrollar el combate físico.

Para darse ánimos, empezó a entonar una serie de rezos llamados “El Alma del Ángel”. Moviendo los labios y emitiendo un susurro, notó como las oraciones lo iban calmando y eliminaban el sentimiento pesimista que se había estado apoderando de él. Sonrió mientras aumentaba el nivel de su cántico, y abría el intercomunicador a sus hombres.

Inmediatamente se vio arropado por el murmullo del resto de su grupo de combate entonando las manidas estrofas. Pudo comprobar, de un modo casi imperceptible, como los hombres se concentraban nuevamente en su tarea y volvían a comprender la importancia de lo estaba ocurriendo.

Apenas pudo parpadear cuando los visores de su casco le informaron que el Exterminador se había levantado sobre la barricada. No pudo lanzar la orden a sus hombres. Estos empezaron a disparar instintivamente, subiendo la intensidad del rezo hasta un ininteligible grito de ira y odio.

Malditos novatos. Estaban jugando a favor del adversario. Estaban dejándole que calibrase su posición. Nuctus vio asombrado como el portador del arma especial, Nolial, al que había ordenado que permaneciera oculto, saltaba los escombros desde su posición y se abalanzaba sobre un hueco de la pared.

Le gritó que se mantuviese su posición.

Sintió un golpe seco en el pecho, una oleada de calor, y perdió las fuerzas en las piernas, cayendo estruendosamente de rodillas para luego terminar derrumbándose entre una nube de polvo.

Muerto.

Fin de la Subsección 5.2: Marine Táctico Nuctus. (Segunda Escuadra, Segundo Grupo)

FIN DE LA SECCIÓN 5: COMBATE

...sigh... tanto guión por desarrollar... tan poco tiempo para escribir... Smilie ... próximamente más...

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Sidex
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Vidente de Sombras
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Enviado:
2.ago 2007 - 23:48

No lo e pillado, sera que hoy estoy muy espeso pero se estan matandoentre dos escuadras distintas dee angles sangrientos?

Te has equivocado, porquedices, la escuadra priemra,y te estas refiriendo con la calabera blanca en fondo negro a la primera compañia del capitulo, igual que la otra ``escuadra´´ que si es calabera blanca en fondo azul es de la segunda compañia del capitulo.
Mph2
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Gran Arlequín
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Enviado:
3.ago 2007 - 20:36

Zuy..... es verdad hay unos cuantos embrollos...

Pero..... eso es una guerra civil sangrienta!?!?!?!?!?!?

Noooooooo! nooooooo! Me has decepcionado!!! No queria adivinarloooo!! noooooo!

Bueno.... podré superarlo si pones más xD juajuajuajua



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Enviado:
3.ago 2007 - 21:55

que pedazo de historia fantastica pido un aplauso Smilie
Datox5
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Vidente de Sombras
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Enviado:
10.ago 2007 - 16:44

Hombre, yo desde hace un tiempo me habia dado cuenta xD

Me decepcionais jaja.

Bueno Darth, esto sigue como lo deje, estupendamente, y sepas que tras finalizar mi lectura del Silmarillion, soy mas exquisito, XD, sorprendeme :P

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DarthAverno

Arlequín
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20.ago 2007 - 13:03

SECCIÓN 6: DESPLIEGUE

El Capitán de la Sexta Compañía de Ángeles Sangrientos, Lariel Heat, estaba francamente complacido de cómo estaban desarrollándose los acontecimientos. Había estudiado minuciosamente la preparación del Campo de Batalla sobre el planeta saqueado de Sartos IV, a la vez que la estrategia para el despliegue de tropas bajo los parámetros de una operación relámpago de los Adeptus Astartes.

Conforme la Letanía de Sangre había abandonado el espacio disforme, había entrado en modo de combate, juntamente con el comienzo del contador de tiempo, mientras el titán había recorrido la distancia que le quedaba para anclarse en la órbita planetaria. Toda luz exterior de posicionamiento había sido apagada. La energía consumida para preservación vital de la nave había bajado al mínimo, redirigiéndose a los escudos refractantes, a los motores convencionales y al armamento ofensivo. Toda la precisa rutina que conseguía multiplicar la peligrosidad de la nave hasta su máximo nivel había sido llevada a cabo. Todo aquello que hacía que los cientos de hombres que habitaban esa nave sintiesen de modo tangible el espíritu del Crucero como un fiero depredador víctima de una insaciable furia había sido realizado.

A la vez que había fijado su posición en órbita, la primera Thunderhawk, la Deber Ineludible, había despegado. La súper blindada Cañonera, preparada para combate en atmósfera, estaba erizada con todo su armamento en posición ofensiva, mostrando tanto el devastador Cañón de Batalla montado sobre la carlinga como los ocho pares de bólteres pesados ubicados de modo preciso para no dejar ángulos muertos. Los robustos motores cilíndricos habían rugido pegados al cuerpo de la nave, desde los cuales salían las gruesas alas principiales. Estaban finalmente cubiertos por los alerones de estabilidad terminados con cañones láser, sobre los cuales se veía el sagrado símbolo de los Ángeles de Sangre.

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La nave había hendido el triste cielo planetario dejando una imponente estela a su paso, y precipitándose sobre la ciudad de un modo casi vertical, pareciendo un ave rapaz abalanzándose de un modo letal sobre su presa indefensa.

Cuando los sensores habían lanzado la señal de distancia prudencial, había corregido automáticamente su rumbo. Había soltado diversas nubes de vapor que mostraban los cambios de inclinación de los alerones y el envío de nuevas órdenes a los motores de frenado, realizado una complicada maniobra de estabilización de un modo perfecto gracias a la total compenetración del espíritu máquina con el piloto y el copiloto.

Además de estos dos tripulantes, el artillero también se mantenía estático en su posición, observando atentamente el entorno, y totalmente preparado para descargar la ardiente condenación sobre los enemigos invisibles. Por otro lado, el asiento del navegante permanecía vacío, debido a que esa misión específica de la Cañonera no lo precisaba, y esas atormentadas almas al servicio del Capítulo no debían ser utilizadas si no eran realmente necesarias.

Cumpliendo su cometido con increíble velocidad, la Thunderhawk había localizado el centro de la silenciosa ciudad y había creado un lógico perímetro de seguridad, dando vuelos circulares sobre una amplia extensión de terreno, hiriendo letalmente a la quietud reinante con sus poderosos motores, mientras sus devastadores cañones apuntaban vehemente contra el suelo. El flujo constante de datos cartográficos y de presencia vital había sido enviado a la nave nodriza con total presteza, arrojando un resultado totalmente positivo.

Ni rastro de vida.

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Simultáneamente, las dos escuadras tácticas habían estado recibiendo instrucciones sobre su misión en la ciudad muerta, para pasar rápidamente a la preparación de su despliegue inmediato en cápsulas de desembarco, consumiendo en estas acciones menos de la mitad de los veinte minutos permitidos para el despliegue de tropas desde un crucero de batalla.

Una segunda Cañonera Thunderhawk, la Reina de Justicia había salido en ese instante. Hermana de la anterior nave, compartiendo la misma configuración de armamento, había desplegado sus mecánicas alas rojas para llevar al centro de la ciudad al Tecnomarine Marcus junto con un pequeño séquito de servidores y una escolta formada por componentes de la tercera y cuarta escuadra. Durante su violento descenso había recibido escolta directa de la Deber Ineludible, manteniéndose además bajo los temibles sistemas de torpedeo orbital de la Letanía de Sangre. Aunque Sartos IV era un planeta clasificado como “Ruina Imperial”, y a luz de los datos recién recibidos no debía de disponer de vida hostil en su superficie, en un desembarco de tropas siempre debían suponer cualquier tipo de imprevisto. Y Lariel Heat había invertido mucho tiempo en crear un plan que conllevara el riesgo mínimo.

Dejándose caer al planeta como una exhalación, y utilizando los motores de estabilización bruscamente en el último instante, la Reina de Justicia había aterrizado finalmente sobre los escombros retorcidos de la ciudad, mientras la Deber Ineludible volvía a tomar altura y reestablecía el perímetro de seguridad. El Tecnomarine había seleccionado un área para desplegar el objetivo, y junto con sus mecanizados servidores, había desembarcado ceremoniosamente a la Búsqueda de la Fe, el pesado cubo de ceramita gris enlazada de un metro de lado, adornado con arcaicas runas de la Era Oscura de la Tecnología, en un tono ocre, que se mostraban como un impasible jeroglífico ante los cientos de estudios de los que habían sido objeto.

En ese instante, las dos cápsulas de desembarco carmesí, transportando a la Calavera Negra y a la Calavera Azul, se habían dibujado en sendas trayectorias opuestas contra el cielo plomizo, desgarrándolo en su avance y levantando una seca explosión junto a una polvareda donde habían aterrizado finalmente. Realmente alejada una de la otra. A cada extremo del círculo que volvía a recorrer de modo mecánico la Deber Ineludible.

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

El Sacerdote del Dios Máquina y sus acólitos habían comenzado entonces una complicada ceremonia de despertar de la antigua reliquia. Conforme iban avanzando en los rezos, las runas iban ganando intensidad o perdiéndola, siguiendo un intrincado patrón de activación.

Algunos acólitos habían empapaban con total abnegación las aristas del cubo con ungüentos sagrados, mientras musitaban quedamente los salmos impresos físicamente en sus cerebros. El Tecnomarine Marcus había abierto la parte superior de la caja, había levantado los brazos hacia el cielo, terminando su letanía, y los había introducido junto con el articulado servobrazo que nacía de su espalda en las entrañas de la reliquia, fundiéndose con el su misterioso interior.

Los servidores habían empezado a girar de un modo errático alrededor del amalgama de carne y metal que veían ante ellos, sin parar de recitar su monótono cántico, cada vez con mayor fuerza.

Finalmente, tras unos ciertos sonidos y chasquidos, y con una rápida sucesión de agradecimientos al Omnissiah, Marcus se había erguido, dejando otra vez su brazo mecánico en la posición predefinida. Las runas habían comenzado a brillar de un modo síncrono, para finalmente quedar en un color intermedio. La reliquia había sido activada.

Los servidores habían terminado su cántico, y se habían quedado quietos, con serios síntomas de agotamiento. El Tecnomarine de los Ángeles Sangrientos había dado por finalizada entonces la ceremonia. Había designado entonces a unos pocos servidores, que habían cerrado la caja de una manera respetuosa en extremo.

Finalmente, tanto el robótico adeptus mechanicus como su séquito habían desfilado con paso rápido de vuelta para embarcar nuevamente en la Thunderhawk. La escolta compuesta por marines tácticos habían realizado un movimiento de repliegue, preciso y coordinado, para retirarse de un modo seguro en la Cañonera.

La reliquia había quedado allí, en medio de la plaza, arropada por el viento cargado de susurros. Las runas habían empezado poco a poco a brillar más. El color había pasado del oscuro ocre hacia un blanco puro. Los chasquidos se habían repetido con mayor intensidad. El impasible cubo grisáceo había temblado brevemente.

Pero la Cañonera Reina de Justicia había despegado antes de que sus ocupantes vieran como finalmente la reliquia mostraba la imagen holográfica de la estatua de Bendito Sanguinius, finalizando así su complicada activación. Pero era mejor así. Evitaban ciertos riesgos inherentes al polémico cubo de ceramita.

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

Ambas escuadras estaban condenadas a avanzar una gran distancia a través del corazón muerto de la ciudad derruida para llegar al su objetivo, situado a una distancia más o menos equitativa a ambos grupos. El Capitán Lariel Heat disfrutaba al saber cómo gran parte de la dificultad del entrenamiento residía en el factor de que las unidades no sabían exactamente la distancia que les separaba del objetivo, debiendo estar preparados en todo momento ante la incertidumbre de un ataque enemigo. Eso le hacía contemplar con auténtico deleite los pequeños detalles tácticos de sus escuadras de nivel superior, cuando sus hombres estaban bajo la mayor presión posible.

Finalmente, la Rey de Justicia había devuelto al Tecnomarine a la Letanía de Sangre. Había volado de un modo casi vertical a su posición de desembarco. Las dos escuadras desplegadas en tierra habían seguido a la Thunderhawk con la vista, sabiendo entonces hacia dónde tenían que dirigir sus pasos. Cuando la Cañonera había desaparecido en el gris firmamento, habían empezado su lento y preciso avance por esa podrida tumba de un millón de almas, tal y como les habían ordenado.

Con un objetivo.

Encontrar a sus enemigos.

Exterminar a otros Ángeles Sangrientos.

FIN DE LA SECCIÓN 6: DESPLIEGUE
... aghs... me ha resultado complicado finalizar todo el retoque de esta sección... Smilie ... y ahora que han terminado mis "vacaciones" (no laborales, sino del relato Smilie ), espero poder escribir más... saludos

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DarthAverno

Arlequín
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20.ago 2007 - 13:09

Hola...

Un par de apuntes...

Me temo, Sidex, que eres tú el que se equivoca.

Las Compañías, en los Ángeles Sangrientos, se marcan en la hombrera derecha, y las Escuadras dentro de cada una de ellas, con símbolos sobre la greba derecha... y los que utilizo SÍ SON los correctos... (al igual que las dos gotas amarillas que están sobre el Trono de la Letanía quieren decir que es la Sexta Compañía). Smilie

Ciertamente, Datox5, yo también pensaba que era claro que se estaban enfrentando entre ellos... (aunque realmente están entrenando, ya lo veréis más claro en la siguiente sección... uuups... se me escapó... Smilie )

Lo de siempre... muchas gracias a todos por los comentarios... sinceramente...

Saludos!

Témeme. Soy tu Apocalipsis.
Datox5
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Vidente de Sombras
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Enviado:
20.ago 2007 - 13:22

A ver a ver... esta desarrollandose bien, no dire mas XD

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DarthAverno

Arlequín
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Enviado:
24.ago 2007 - 11:43

<input type="hidden" name="phpMyAdmin" value="%2CrAyZF7QLdUa3u9Pnl%2C0%2Cibq8k9" /><input type="hidden" name="phpMyAdmin" value="4niGF0eEqNefgGI8xZMHfNTqET1" />Datox5A ver a ver... esta desarrollandose bien, no dire mas XD


Así me gusta... que la gente se "moje" bastante , para bien o para mal... Smilie

Próximo lunes 27 llegará la Sección 7: Reliquia...

Saludos!

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Datox5
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24.ago 2007 - 12:01

Chachi XD

P.D.: Sabes que Apocalipsis, significa Revelación? XD

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AGRAMAR
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Enviado:
25.ago 2007 - 07:07

este relato esta muy bien si señor!gutta! Smilie



Datox5
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Enviado:
25.ago 2007 - 11:20

Por fin alguien mas que se digna a contestar al chaval xD

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Mph2
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Gran Arlequín
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Enviado:
26.ago 2007 - 00:14

Pues a mi me mola. Y es un entrenamiento? Juas.... no quiero ver lo que pasara en el combate....

Smilie



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DarthAverno

Arlequín
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Enviado:
27.ago 2007 - 10:05

SECCIÓN 7: RELIQUIA

El cubo de gris ceramita, descansando indolentemente en el centro de la plaza, repetía el flujo constante de iluminación de sus runas repartidas por sus costados, desde tonos ocres hasta el mismo blanco en una impredecible secuencia. Mantenía con vanidad a la impoluta holoimagen del Primarca de los Ángeles Sangrientos, el Bendito Alado, el cual miraba con orgullo el tesón, la fuerza y la voluntad de sus hijos, enfrentados en el honor eterno del combate.

La antigua reliquia, encontrada en un Pecio Espacial, como una brillante recompensa entre una aglomeración de podredumbre y contaminación alienígena, había mostrado una tozudez inquebrantable. El Espíritu Máquina tan sólo había despertado a bordo de la Letanía de Sangre, por motivos incomprensibles para los grandes Tecnomarines que habían intentado alinearse con su alma, en un fallido intento de amortizar el número de bajas de leales hermanos de la Primera Compañía.

Engullida en el torrente de la grave agitación en el seno del Capítulo por la Caída de Althan el Diestro y la exterminación del Contingente Ala Carmesí, la reliquia había acompañado a la Letanía de Sangre en su redesignación a transporte para la Sexta Compañía, convirtiéndose así en un objeto relegado a bordo de un Crucero de Batalla dispuesto para una Compañía de reserva. Un artefacto tachado de elemento inservible proveniente de la Antigüedad, olvidado nuevamente en una bodega, a la paciente espera que las insondables líneas del destino la hicieran encontrarse con el Tecnomarine Marcus casi veinte años estándar después.

El tecnosacerdote del Dios Máquina se había sentido inmediatamente atraído por la reliquia abandonada. Había desplegado una increíble capacidad de estudio y voluntad, compaginando su entrenamiento como hermano de batalla y su progresión en la adoración al Omnissiah con un severo trabajo sobre la Búsqueda de la Fe. Finalmente, tras un largo y arduo camino, había conseguido acceder tenuemente al Espíritu Máquina. A aquello que era el alma de la Antigüedad perdida. A aquello que le hablaba del Omnissiah en su propio lenguaje.

Muchos de los Tecnomarines más veteranos de su Capítulo se habían sentido ultrajados ante la audacia de un servidor del Dios Máquina de nivel inferior, y debido a eso el Tecnomarine Marcus había visto como su trabajo había sido desdeñado por muchos de sus superiores, tachándolo como una serie de afortunadas casualidades más que debido al tesón y la fe del Tecnomarine. Aunque sus progresos habían sido presentados ante la Cúpula de Mando de los Ángeles Sangrientos, el hallazgo había alineado una cierta tensión y un gran conflicto de intereses.

Por tanto, el Señor de los Ángeles Sangrientos había demostrado una vez más su carisma y su fuerza uniendo los corazones de los Hijos de Sanguinius, pudiendo así conservar la calma duramente conseguida después de la Caída de Althan. Después de estudiar profundamente los informes tanto de Marcus como del resto de los Tecnomarines, Lord Dante había dictaminado que la mayor utilidad de la reliquia, además de cómo elemento de adoración, residía en su posible manejo como herramienta para el entrenamiento de tropas de línea.

La limitación que adolecía la Reliquia, la cual permanecía inerte salvo en proximidad del Crucero de Batalla Letanía de Sangre, había restringido su uso a la Sexta Compañía. Lord Dante había asignado a Marcus a dicha Compañía, permitiéndole así continuar su estudio. Además, había evitado informar al Imperio sobre el hallazgo de la Reliquia, puesto que era un “elemento sin importancia real”. Esto había calmado al resto de los Tecnomarines más veteranos del Capítulo, porque así se eliminaba de un modo tajante cualquier especulación sobre su capacidad.

Y el recién ascendido Capitán de la Sexta Compañía, Lariel Heat, lo había tomado como un gran honor y una gran responsabilidad.

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

Y ahora, por fin, la Búsqueda de la Fe estaba siendo empleada lejos de su sistema natal por primera vez. El Capitán sentía una gran satisfacción, junto con un cierto alivio, al ver que todo estaba funcionando convenientemente. Estaba demostrando de un modo sistemático que era apropiado para lidiar con toda la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros.

Entrecerrando los ojos, sin poder contenerse, se cercioró nuevamente que tanto el Tecnomarine como el Sacerdote Sangriento estaban totalmente absortos en las pantallas, comprobando los informes generales sobre los datos que recibían en sus monitores específicos. Lariel podía ver la concentración en el rostro arrugado del Sacerdote Sangriento, y el lenguaje corporal del Tecnomarine le decía lo mismo. Ninguno de ellos había dado ningún tipo de alarma.

Por otro lado, el Bibliotecario había prendido una pequeña vela de color rojo envuelta en una ininteligible escritura de color morado en su parte de la Mesa de Mando. Era una costumbre que realizaba constantemente. Se mantenía totalmente concentrado en una tarea ayudado por la danzante llama anaranjada. Esta era una de tantas manías que adolecían los Bibliotecarios, ya que no permitía que nadie se dirigiera a él hasta que el fuego se hubiese extinguido. Y ahora la llama reflejaba oscuras formas en los ojos del Bibliotecario Lartos Oniasen, mientras éste también prestaba total atención al entrenamiento.

El Capitán se permitió recostarse lentamente sobre el Trono de Mando, hasta que el generador de su servoarmadura, que se hallaba sobre su capa, se encajó suavemente en las hendiduras precisas del respaldo de piedra negra. Cruzó sus manos blindadas por los guantes de su servoarmadura haciendo un puente bajo sus ojos. Sintió el tranquilizante olor de los aceites sagrados con los que se habían imbuido las articulaciones de los dedos acorazados. Notaba cómo volvía a recuperar la concentración total después de la huída sin sentido del excéntrico Capellán.

Veía reflejado en el entrenamiento de ambas escuadras las ideas enfrentadas de ambos guerreros. Mientras el Capellan Gorian defendía el combate físico y la destreza de las armas como único modo de avanzar en la batalla, el Capitán Lariel Heat prefería el fuego de las armas y la precisión de los tiradores, algo poco común en los Ángeles Sangrientos. Esa era una de tantas fuentes de discusión entre los dos componentes de la Cúpula de Mando de la Sexta Compañía. Además, como quitándole la razón de un modo macabro, la Primera Escuadra iba perdiendo, pensó haciendo una mueca.

Obviamente, el combate no había terminado, por lo que no había nada definitivo. Ninguna de las dos escuadras había logrado su objetivo, y de hecho Lariel Heat creía que la estrategia de Balisto Dulay era más acertada que la de Morton Leen. Era todavía pronto para precisar el cómo se desarrollarían los acontecimientos. Los riesgos que ambos sargentos habían corrido eran elevados, pero ambas tácticas eran totalmente lícitas para alcanzar la meta de la misión.

Se fijó nuevamente en las pantallas. Disponía de una imagen en tiempo real de cada uno de sus veinte hombres desplegados, además de que veía en los mapas de situación bidimensional a los diez puntos negros y los diez azules pertenecientes a las dos escuadras, menos los que habían cambiado su color a un llamativo tono rojo, para mostrar las bajas.

No eran bajas reales, ya que era una Compañía de reserva, y su tarea era formar y preparar a los marines espaciales que pasarían a las Compañías de combate. Torció el gesto un instante al recordarse de un modo consciente que él también estaba aprendiendo. De hecho, era la primera vez que dirigía a una fuerza de Ángeles Sangrientos fuera del cinturón del sistema Baal, aunque fuese únicamente con motivos de entrenamiento.

Desechó la punzada que sentía siempre que empezaba a analizar los intrincados caminos que habían seguido los componentes de la Sexta Compañía actual. Suspiró mientras rememoraba la incompresible traición del Capitán Althan y su Cúpula de mando, y cómo habían asestado una desgarradora puñalada a sus hermanos Sangrientos.

Cortó su línea de pensamientos conforme un nuevo punto, esta vez azul, se tornó rojo. Una nueva baja. El líder del segundo grupo de combate de la Calaver Azul, el hermano Nuctus, había caído ante la certera puntería del veterano Balisto.

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

Gracias a la controvertida reliquia se podía hacer una simulación casi perfecta del combate no físico. Tecnológicamente hablando, la Búsqueda de la Fe era realmente un complicado sistema de modulación de datos que reforzaba la señal de los emisores de las servoarmaduras que se encontraban dentro de un radio de hasta diez kilómetros.

Esa señal ampliada permitía su utilización para diversos motivos. Debido a que la reliquia había quedado a cargo de la Sexta Compañía, Lariel Heat había permitido al Tecnomarine que le añadiese ciertos componentes, siempre bajo la máxima ceremonia y con extrema precaución para que no afectara al espíritu máquina latente.

Llegados a ese punto podían recibir las imágenes captadas por los visores de sus tropas desplegadas, hasta un máximo de unas treinta unidades, en tiempo real. Además, debido a que utilizaba un sistema de modulación de señal propio, no era preciso pasar por el canal psíquico. No hubiese sido posible ni enviar ni gestionar tal cantidad de información de modo instantáneo por el sistema de psíquicos de la Letanía de Sangre, además de que someterlos a tal cantidad de presión podría haber agotado a algunos de ellos hasta el punto de su muerte. Así que la Búsqueda de la Fe enviaba una señal autónoma suficientemente potente como para recibirla en la nave de un modo limpio.

Por otro lado, el Tecnomarine Marcus había añadido un módulo para aprovechar esa potencia en el campo de la simulación. Las servoarmaduras que estaban en el radio de alcance de la reliquia, bajo una previa configuración, entraban automáticamente en sistema de “entrenamiento”. Este sistema consistía que los componentes de soporte vital de cada armadura enviaban datos constantes a la reliquia, y ésta los devolvía al resto de las armaduras, consiguiendo así una simulación de combate casi perfecto.

Los Adeptus Astartes apretaban el gatillo de su bólter contra un enemigo y a la vez hermano. Los cargadores estaban vacíos, pero la servoarmadura registraba la simulación del disparo y lo enviaba a la Búsqueda de la Fe. La reliquia resolvía si el disparo impactaba y el soporte vital de la armadura del herido calculaba el daño recibido por su huésped.

La Sexta Compañía había utilizado ese sistema para resolver asaltos y defensas en los trillados campos de entrenamiento de Baal Secundus. Pero habían creado cierta confusión entre sus hermanos de otras Compañías de reserva, sobre todo cuando entraban dentro del radio de acción de la reliquia, y veían que su apreciada servoarmadura no funcionaba de un modo correcto, o sufrían graves y molestas interferencias en sus sistemas vitales.

Así que Lariel Heat iba a aprovechar el nuevo entorno del planeta Sartos IV, clasificado como “Ruina Imperial”, para probar la mejora que habían conseguido implementar aunando esfuerzos el Tecnomarine y el Sacerdote Sangriento. Lejos de las suspicacias de cualquier otro componente del Capítulo, y con total beneplácito de la Cúpula de los Ángeles Sangrientos, se disponían a comprobar si habían conseguido alcanzar un nuevo nivel en la mejora del sistema de simulación.

Hasta el momento habían logrado una ágil comunicación con los sistemas de soporte vital de las servoarmaduras. De tal modo que cuando desarrollaban una acción, hasta el último milímetro de la servoarmadura MK7 sabía qué debía hacer. Los servomúsculos reproducían las pequeñas sacudidas del retroceso del arma. Cuando recibían un impacto sentían la inercia del golpe, e incluso cuándo el proyectil debería haber traspasado las placas auto-reactivas o las cubiertas exteriores de ceramita entrelazada y plastiacero el soporte vital hacía que el Adeptus Astartes sintiese un dolor afín a la cantidad de daño estimada.

Desafortunadamente todo ese proceso era peligroso, como bien comprendía toda la Cúpula de Mando de la Sexta Compañía. Por eso debían estar totalmente pendientes del estado de los marines que estaban combatiendo en el planeta. Cuando el daño era suficientemente masivo, la propia servoarmadura suministraba una dosis de droga para la preservación, sirviendo esto para dejar al marine en un estado letárgico, pudiéndose considerar una baja.

Lariel Heat temía especialmente esa parte. No quería suponer qué ocurriría si una servoarmadura decidía que los daños eran tan altos que requería un suministro de dolor y droga intensivo. Resultaría realmente trágico, a la vez que irónico, el que un Adeptus Astartes pudiese ser asesinado por el sistema de preservación vital de su servoarmadura. Aunque la más oscura posibilidad era que se desatara la Rabia Negra cuando la tensión de un hermano hubiese llegado al máximo. Le resultaba una idea aterradora.

Pero el Sacerdote Sangriento Sammael, encargado de monitorizar las constantes vitales de los Adeptus Astartes desplegados, continuaba con sus ojos de rapaz fijos en las pantallas, sin que nada le hubiese hecho detener el inquietante movimiento de su exanguinador. Lariel Heat lo tomaba como una buena señal que ningún imprevisto hubiese acontecido todavía. Era realmente satisfactorio que no se hubiese tenido que suspender el entrenamiento. Todo estaba funcionando apropiadamente incluso después de registrar cuatro bajas, las cuales habían apagado otras tantas holopantallas de la Mesa de Mando.

Espiando todos y cada uno de los movimientos de sus aguerridos combatientes, los ojos azules del Capitán se clavaron en una pantalla en particular. Observó por los visores del marine Nolial, de la Segunda Escuadra, cómo cogía diestramente puntería con el rifle de fusión casi a la carrera para disparar sobre el sargento en armadura de Exterminador a una distancia considerable. Aunque el arma especial estaba realmente descargada, en el visor del marine aparecía una simulación casi auténtica de la estela del temible rayo calorífico, y el certero impacto en la parte dorsal de su objetivo.

Inmediatamente la sagrada servoarmadura Táctica Dreadnought salía despedida hacia delante a gran velocidad, cayendo al suelo y arrastrándose unos metros levantando una gran polvareda, para finalmente perder la inercia y quedar inmóvil en el suelo.

Lariel Heat hizo una mueca detrás de sus guanteletes cruzados. Esta última acción se podría convertir en un auténtico desastre para la Primera Escuadra. La balanza se estaba decantando rápidamente hacia los hombres de Morton Leen. Ahora disponían de una ubicación más ventajosa para la consecución del objetivo, además de mayor cantidad de fuerzas.

El Capitán suspiró alicaído intuyendo la próxima discusión que le tocaría mantener con el Capellán Gorian sobre el aspecto de la superioridad del combate frente al disparo. Ya había acontecido tal situación en el último entrenamiento en Baal Secundus, donde la Calavera Azul había barrido a la Negra debido tanto a un error de cálculo del sargento Balisto como a un compendio de desafortunadas casualidades.

Como a sabiendas del cambio en los acontecimientos, el portón de acceso al Puente de Mando se abrió con un chasquido para dejar paso al Capellán Gorian Anderson.

Sonriente.

Al Capitán no le gustó en absoluto.

FIN DE LA SECCIÓN 7: RELIQUIA

Uff... bueno, para la próxima sección ("Determinación"), volveremos a la superficie del planeta... donde rugen las simulaciones de los disparos... Smilie

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Datox5
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Vidente de Sombras
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Enviado:
28.ago 2007 - 00:24

Si te soy sincero llevo desde que lo colgaste leyendolo a trozos xD, con el Dofus, que si vienen amigos y tal, no tenia tiempo xD

Bueno, es en efecto un buen relato. :P

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AGRAMAR
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Vidente de Sombras
Vidente de Sombras
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Enviado:
28.ago 2007 - 00:27

hummm podriamos colgarlo por secciones en la Telaraña no?



Mph2
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Gran Arlequín
Gran Arlequín
Mensajes: 1545

Enviado:
28.ago 2007 - 00:29

Apoyo la moción de agramar, por cierto, a ver si te conectas al chat.... o al msn y discutimos ya lo que entrara en el proximo numero



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DarthAverno

Arlequín
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Enviado:
29.ago 2007 - 13:57

Hola...

Bueno, menos mal que apareces, Agramar... ya te iba a dar un tirón de orejas... después de traerme aquí a punta de pistola...Smilie

Sobre lo de las secciones, no me importa participar con ellas en la Telaraña, además, estaría bien poder conseguir algún ilustrador (yo ya tengo uno ahora, espero que de la talla Smilie )

Lo que necesito, puesto que mi "proyecto" de relato es mucho más ambicioso, es la mayor crítica posible. Ya que uno de mis críticos más feroces tiene miedo de opinar (típico Ultra...)... así que preciso más apoyos...

Bueno... espero continuar colgando una sección semanal, espero que sinceramente os guste (porque que todo el mundo diga "guay, cómo mola!" por empatismo no me vale de nada) y espero que este proyecto personal mío se pueda ir desarrollando con este buen ambiente, y sea también parte vuestro...

Un saludo, peña.



editado por: DarthAverno, 29 Ago, 2007 - 01:59

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DarthAverno

Arlequín
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Enviado:
5.sep 2007 - 13:32

SECCIÓN 8: DETERMINACIÓN

El sargento Balisto cayó al suelo envuelto en una polvareda, mientras el dolor de desgarraba el costado. Embotado por el brutal aturdimiento notó una presión grave en el pecho mientras intentaba inhalar aire, junto con unas descargas de dolor que le hicieron rechinar los dientes.

Los visores de su armadura le mostraban una serie de alarmas, runas e imágenes de un modo alocado. Un pequeño gráfico mostraba una reproducción de la coraza con casi todas las zonas del tronco en color rojo. Demasiados sistemas dañados de un modo simultáneo. La lesión había sido terrible. El dolor era consecuente.

Quedó boca abajo, inmóvil, intentando rehacerse del atroz impacto. El dolor no remitió en demasía, pero el Astartes lo empezó a superar y pudo comenzar a pensar.

Entre todas las señales que titilaban en sus visores, una nueva runa brillaba fuertemente. La runa que implicaba la finalización del adiestramiento. La runa que pararía el dolor, y le dejaría descansar hasta el desenlace del entrenamiento.

Notaba que los ojos se le empañaban con lágrimas. Cada vez le costaba más inhalar aire. Escuchaba los gritos lejanos del táctico Eware, malgastando sus últimas fuerzas a sabiendas de que había fallado cubriendo a su sargento. También recibía las preocupadas palabras de Vaneo por el intercomunicador. Aunque todo eso le parecía terriblemente lejano. Los sentidos se le iban apagando por mucho que pugnara por respirar y permanecer consciente.

Una “simulación real”. Una maldita simulación le volvía a dejar como un perdedor. Exhaló aire entre sus dientes apretados. Otra descarga de dolor lo hizo gemir y retorcerse. Estaba al límite de sus posibilidades. Cada vez le costaba más continuar respirando. Maldijo mentalmente a sus enemigos.

Había sido un explorador modelo, disciplinado y metódico. Había estado entrenando durante años para tener la oportunidad de combatir realmente. Había llegado más lejos que nadie para ser ascendido a sargento. Había demostrado una capacidad superior a casi todos sus hermanos para conseguir el incomparable honor de vestir una Sagrada Armadura Táctica Dreadnought. Había perdido casi todo su cuerpo humano en un Pecio Espacial y había conseguido volver al combate activo. Y ya había pasado los dos siglos y medio de vida como un orgulloso guerrero.

Los disparos del grupo de combate enemigo arreciaron contra la barricada defendida por Eware. Los adversarios lo daban ya por eliminado. Por el Emperador, el dolor no bajaba de intensidad. El aire ardía al entrar en sus pulmones modificados.

Sentía que se le paralizaban los miembros.

Respirar.

Dolor.

Mientras continuara respirando, significaría que estaba vivo.

La consciencia le golpeó salvajemente. Se dio cuenta que estaba pensando como aquella vez. Como cuando llegó hasta el límite que podía llegar un defensor del Imperio de la Humanidad. Como cuando la misma Muerte, envuelta en su sudario negro y con su sonrisa eterna, se había entretenido con su agonía y no le había acompañado a encontrarse con su Primarca.

Respirar.

Dolor.

Pero todavía estaba vivo.

Los horrendos Genstealers habían diezmado su escuadra de Exterminadores. Los angostos pasillos del Pecio Espacial habían sido la injusta tumba de sus valientes hermanos.

Respirar.

Dolor.

Continuaba vivo.

Los Auspex habían fallado. Habían estado perdidos en esa maldita conglomeración de naves espaciales condenadas. Habían vagado desorientados y sentenciados a expiar sus culpas en la fría oscuridad.

Respirar.

Dolor.

Continuaba vivo.

Cuando la espalda de su servoarmadura había tocado la pared en aquella última sala, las almas errantes de las miles de víctimas de las abominaciones le habían susurrado, entre risas, que se rindiera para unirse a ellas.

Respirar.

Dolor.

Continuaba vivo.

Pero Balisto Dulay había declinado la invitación. Había disparado hasta que sus cargadores se habían vaciado. Había continuado luchando físicamente, de espaldas a la pared, mientras las garras de las criaturas le arrancaban y despedazaban las planchas de ceramita. Mientras su cuerpo humano iba siendo paulatinamente descuartizado.

Respirar.

El dolor no era tan grave.

Pero había continuado luchando. Los fluidos de su sagrada coraza se habían mezclado con su sangre. Las lascas de ceramita habían abrazado las astillas de sus huesos. No había existido un pasado ni un futuro. Tan sólo había existido el combate continuo hacia el ocaso de su existencia.

Continuaba vivo.

No había desfallecido en aquel entonces. Las almas habían vuelto a gritarle, furiosas. Las abominaciones no habían cejado en el empeño de finalizar su voraz tarea. Pero el humano no había sucumbido. Había pensado únicamente en respirar.

Y en exterminar a sus enemigos.

Respirar.

El dolor sería soportable.

Exterminar.

Continuaba vivo.

No había caído en aquel entonces. Había rezado a su Primarca, buscando Su Guía. Había gritado a sus hermanos que apareciesen en su auxilio. Incluso le había suplicado a las almas de los muertos que lo ayudaran a continuar vivo. Pero su Primarca no le había ayudado más allá de hacer hervir la sangre de sus venas. Sus hermanos se habían martirizado buscándole infructuosamente. Y las almas se habían mofado de él. Le habían dicho que estaba loco. Le habían chillado que estaba condenado. Aún así, Balisto había continuado resistiendo. Sus golpes habían continuado arrebatando las vidas de las abominaciones una tras otra. Los cadáveres se habían amontonado a sus pies. La Muerte había reído a carcajadas.

Respirar.

El dolor no era importante.

Exterminar era su deber.

¡Por el Emperador y Sanguinius, estaba vivo!

Había salido en aquel entonces desde las ardientes puertas del Infierno. Había muerto y había vuelto a la vida en un oscuro pasillo de una nave abandonada, perdida en las frías profundidades del espacio. Había demostrado que no sabía rendirse. Había demostrado que no sabía morir.

¡No iba a consentir caer en un maldito entrenamiento de simulación real!

Profundamente dentro del dolor volvía a notar como le hervía la sangre. Su cuerpo volvía a comportarse como cuando era un componente completo de la Primera Compañía. Sus sentidos mermados se resistían a desaparecer, y su determinación inquebrantable se filtraba por cada milímetro de su ser. Su cuerpo estaba roto. Pero la valiente alma del guerrero continuaba intacta, gritando con una insaciable sed de sangre.

Conocía los riesgos que conllevaba la decisión que había tomado. Pero ya no importaba. Estaba sentenciado. Volvería a danzar en la resbaladiza línea de la perdición eterna. Cumpliría su deber a expensas de su humanidad si era necesario. Volvería a exprimir sus posibilidades hasta el límite vital. Su conciencia se había cimentado de un modo indestructible.

Hacía tanto tiempo, en aquel entonces, cuando todo había finalizado, las almas habían callado y se habían retirado decepcionadas. Él había continuado centrado únicamente en respirar, saboreando su merecido descanso. Pero los focos de otra escuadra de Exterminadores habían aparecido por el mohoso pasillo, disparando muerte candente a las pocas bestias supervivientes, y arrollando todo a su paso.

Entonces la Muerte se le había acercado y le había tocado en la cara con sus frías manos. Las cuencas llenas de oscuridad eterna le habían mirado profundamente a los ojos, para, mostrándole su sonrisa sin humor, despedirse con la aseveración de que volverían a verse.

Con una nueva y ardiente inhalación, el sargento cerró los puños. Su Puño de Combate, la deforme mano que tanta sangre enemiga había bebido, cerró sus dedos metálicos en el suelo, reduciendo la piedra y los escombros a polvo. Las devastadoras oleadas de dolor estaban controladas por su férrea determinación.

Respirar una vez más. Continuar cumpliendo su deber.

Exterminar.

Envió la orden a su coraza. Su fiel compañera que había sido su ataúd de muerte y reencarnación. Allí donde el metal, los fluidos, los nervios metálicos, los gases contenidos, la munición y la energía se fundían como una extensión de su propio cuerpo. Aunque su carne estaba paralizada, el metal se movería bajo las órdenes de su mente. Todas las rutinas habían comenzado su proceso. Y sabía que las soportaría.

¿No querían simulación real? Pues se iban a encontrar lo que hubiese pasado en un combate a muerte real. Iban a comprobar la furia de un auténtico hijo de Sanguinius. Iban a comprobar hasta donde llegaba el alma del veterano Ángel Sangriento.

Soportaría el dolor, pensó con una fiera mueca. Puso los ojos en blanco y empezó a gritar irracionalmente mientras la rutina se completaba y las runas cambiaban de color rápidamente.

Respirar.

La antigua armadura de Exterminador se empezó a incorporar trabajosamente, ignorando el desgarrador martirio de su ocupante. Los sellos de pureza se mecían al viento, impulsados por los susurros de las almas de la ciudad muerta, que contemplaban asombradas la desgarradora voluntad de su ocupante. Ninguna de ellas le dijo nada, pues la ira emanaba del titán metálico.

Exterminar.


FIN DE LA SECCIÓN 8: DETERMINACIÓN.
... Me he divertido mucho escribiendo esta sección, y me ha gustado bastante el cómo ha quedado... ¡¡Espero vuestras críticas!! ... La semana próxima llega la SECCIÓN 9: CRÁTER.
Smilie

Témeme. Soy tu Apocalipsis.
AGRAMAR
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Vidente de Sombras
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Enviado:
5.sep 2007 - 15:36

hombre!!!a punta pistola no!!! de cañon de fusion si...y toda ayuda es poca tio!!traetelo para aca!!

esta seccion esta muy bien!!me encanta!



Sidex
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Enviado:
5.sep 2007 - 19:45

Muy bueno, este no tiene la rabia negra, este tiene una mala hostia de cuidado Smilie
Datox5
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Mensajes: 879

Enviado:
5.sep 2007 - 22:11

Mala ostia? Este... este es lo que es, es un puto Devorador de Almas cabreado xD

¿Qué prefieres, la República Monárquica Muista o ese tal Imperio? Alístate.
AGRAMAR
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Enviado:
5.sep 2007 - 22:15

na...tu no has visto a mi novia cabreada,coge aun devorador de almas y lo deja llorando y gimoteando en una esquina Smilie Smilie



Datox5
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Enviado:
5.sep 2007 - 22:49

LoL... ... ...

Pero LoL... que te cagas... xD

¿Qué prefieres, la República Monárquica Muista o ese tal Imperio? Alístate.
DarthAverno

Arlequín
Arlequín
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Enviado:
11.sep 2007 - 18:20

SECCIÓN 9: CRÁTER

El sargento Morton Leen sabía varias cosas por la falta de información que sufría en su posición, en el profundo cráter al lado de la holoimagen de su Bendito Padre. Con los dientes apretados, mascullando rápidamente entre esputos una retahíla de oraciones encadenadas, ponía en orden sus pensamientos de un modo voraz.

Por un lado sabía que el sargento enemigo se encontraba en una primera fuerza que estaba enfrente de ellos, ya que si no Nuctus podría haber liquidado a los componentes de la Calavera Negra con cierta facilidad. Además, suponía que su segundo al mando había caído, por lo irregular de los ecos de los disparos que escuchaba. Nuctus era un capaz guerrero de la Azul, fuertemente alineado con el honor del combate físico, pero también era la previsión y la ordenación encarnada.

Su guantelete continuaba arrancando chispazos mientras golpeaba el pulgar blindado contra los dientes de su espada negra. El viento arreciaba por momentos, subiendo la intensidad del susurro eterno de la ciudad a un inquietante aullido. El polvo se convertía en pálidos fantasmas que avanzaban rápidamente por las calles, cambiando a formas amenazantes cuando no se les observaba atentamente. Acechando justo al límite de la visión.

Sintiendo un humor afín al tétrico escenario, el veterano supuso que su adversario también había desplegado un segundo grupo de combate, para efectuar un movimiento de pinza sobre ellos. Aunque Morton Leen lo detestaba, tenía que reconocer que su posición era inmejorable para recibir un asalto, y freír a disparos a cualquier atacante imprudente. Los fantasmas saltaron la barricada y danzaron hasta que se golpearon con fuerza contra su armadura, silbando vagamente mientras se deshacían entre gemidos.

–Aramio, a esos cascotes, ahora. –Ordenó pensativamente. La experiencia le instaba a tomar ciertas decisiones. Debían cubrir todas las posibilidades. Y un oscuro presentimiento iba tomando forma rápidamente.

-Sí, señor. –Contestó el interpelado. Cambió de posición como una exhalación, con la cabeza baja y el bólter cruzado sobre el pecho. Las granadas que se fijaban a su servoarmadura magnéticamente y a su cinturón repiquetearon mientras se deslizaba los últimos metros, para quedar a cubierto detrás de un pequeño murete de piedras blancas con una forma inquietantemente parecida a cráneos. Apoyó su bólter en la parte más sólida y se quedó quieto, atento a las oscuras calles retorcidas.

-Griph, la posición más elevada.

-Sí, señor. –El más novato del equipo subió hacia la parte más alta de la barricada. El viento arreciaba más allí, ocultando engañosamente a los afilados restos de los armazones metálicos de los antiguos edificios. El sargento comprobó con aprobación cómo el Ángel Sangriento sorteaba los peligros y avanzaba rápidamente. Finalmente, encontrando una buena posición, conseguía parapetarse de un modo eficiente. Perfecto.

-Selus, nuestra retaguardia.

-Sí, señor. –El irascible e incontrolable táctico, que había acompañado al sargento de su migración desde la Séptima Compañía, con todas las bendiciones de sus anteriores sargentos y capitanes, obedeció inmediatamente la orden alcanzando una posición fortificada. Morton sonrió al acordarse de sus antiguos superiores. Estúpidos. Debían conocer el alma de sus hombres para que estos obedecieran. Casos como el rebelde de Selus eran excepcionales, pero cuando encontraban un guía a seguir, se volvían auténticos fanáticos leales. Y Selus había encontrado a su anhelado tutor en el iracundo sargento.

Morton Leen entendía a medias las explicaciones en las que se proclamaba que la lealtad debía estar enfocada al Capítulo y al Imperio, no a los componentes individuales. Conocía el peligro de que un líder vacilara al borde el abismo, vistiéndose con el raído sudario de la Traición, y dirigiera a un grupo de hermanos a la Caída Eterna de la Condenación.

Pero Morton sabía que él nunca caería. Antes se arrancaría las mismas entrañas con sus manos desnudas que dejaría que el Caos lo corrompiera. No había ningún resquicio en su sólido fanatismo. No había nada que lo tentase. No había nada que deseara. No había nada que temiese.

Giró la cabeza como un relámpago cuando vio que el tirado láser, que no había movido un músculo durante los últimos veinte minutos estándar, se encorvaba tensamente sobre su arma. Se deslizó como una serpiente hasta él, siempre cubierto por la desigual barricada, mientras los fantasmas resbalaban nuevamente por las planchas de ceramita carmesí de su armadura.

–He visto durante un instante a un objetivo, señor. Ha corregido su movimiento y se ha salido de mi ángulo de disparo. Portaba un cañón láser. –Recitó Iland sin separar el visor de la mira de su arma láser.

Morton cortó automáticamente sus rezos. Estuvo a punto de agarrar al tirador láser y levantarlo en volandas. Se contuvo cerrando los puños, a sabiendas que esa acción podría condenarles. Ahogó una maldición mientras se lamentaba que su tirador sufriese una enfermedad realmente grave. Aunque era hábil y paciente, además de estar bendecido con una puntería excelente, tenía una total fijación con la munición, y no gastaba ninguna de sus células láser si no era para producir una baja enemiga. Loable en un largo combate. Estúpido en un entrenamiento, máxime cuando sus células de energía ya estaban vacías.

–Si le vuelves a ver, dispararás sin dudar, tirador. –Ordenó sin poder evitar que su voz estuviese cargada de ira contenida.

-Correcto, señor. Aseguraré la baja.

Morton apoyó la espada sierra en la junta entre el hombro y el casco del tirador con los dientes hacia dentro, haciendo cierta presión. Tan sólo debería pulsar el gatillo de su arma para decapitar limpiamente a su protegido. Acercó su cabeza descubierta y curtida por cientos de batallas al aséptico casco carmesí, aun a sabiendas que el Astartes le escucharía más por el intercomunicador que por su armadura sellada. Cuando tuvo la boca relativamente cerca de la lente verde del tirador, comprobó con satisfacción que el casco se giraba milimétricamente hacia él.

-Dispararás sin dudar, tirador. –Las palabras brotaron de un modo suave, bajo y bastante más lento de lo habitual. No era una orden directa. Era una premonición inevitable. El sargento pudo sentir un suave estremecimiento en el marine.

-S… sí, señor.

Morton mantuvo su furibunda mirada contra el impasible visor verde durante unos breves instantes más. Finalmente, soltando una imprecación que rozaría la herejía, la cual estremeció nuevamente al tirador, se alejó lentamente volviendo agazapado al centro de la barricada. Tendría una charla con algunos de sus hombres cuando hubiesen machacado finalmente a la Calavera Negra. Una desagradable charla.

Llegó al centro de su posición y repasó la situación. Continuaban teniendo ventaja. Pero no esperarían sin más. Eliminarían por completo al enemigo, y así asegurarían la victoria sin ningún resquicio al fracaso. Vio por el rabillo del ojo como el tirador volvía a tensarse, a la vez que chillaba.

-¡Veo al Exterminador, señor!

-¡Fuego! –Rugió Morton.

El cañón zumbó poderosamente mientras hacía como si descargara un haz letal de energía, al azul blanco, el cual duró unos instantes antes de desaparecer repentinamente.

Morton ya corría hacia el tirador. Quería ver cómo salía despedida la armadura de exterminador rebotando por las ruinas, con una sonrisa enfermiza surcando su rostro.

– ¡Derribado, señor!... –Empezó a decir el tirador con tono triunfal.

El sargento se puso detrás del hermano Iland, ansioso por ver caer a su enemigo. Tardó una décima de segundo en comprender la realidad de la situación

-… ¡Oh, mierda! –Dijo.

FIN DE LA SECCIÓN 9: CRÁTER
... Otra sección arriba... que también me resultó de las "divertidas" de escribir... espero vuestros comentarios... próxima semana... la SECCIÓN 10: LÁSER...

Témeme. Soy tu Apocalipsis.
Mph2
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Gran Arlequín
Gran Arlequín
Mensajes: 1545

Enviado:
11.sep 2007 - 18:39

Le dará? No le dará? Tatanan..... quien sabe?

Esto se pone muy interesante ^^ nada que objetar, aparte de un Sargento un poco...... rozando la herejia xD



Tux v.2.2

Siempre hay un lanzallamas a mano si uno lo necesita.
Datox5
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Vidente de Sombras
Vidente de Sombras
Mensajes: 879

Enviado:
12.sep 2007 - 00:52

Ese es el que luego se levanta xD

Muy buena seccion.

¿Qué prefieres, la República Monárquica Muista o ese tal Imperio? Alístate.
AGRAMAR
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Vidente de Sombras
Vidente de Sombras
Mensajes: 2304

Enviado:
12.sep 2007 - 09:27

mola,mola mucho,lo sigo leyendo siempre que puedo y esta muy bien!



DarthAverno

Arlequín
Arlequín
Mensajes: 37

Enviado:
12.sep 2007 - 10:39

Gracias por los comentarios... Smilie ...

Aunque, si ya era difícil que se levantase después del disparo de rifle de fusión... si le añadimos un cañonazo láser se le complica la cosa bastante...

Por otro lado... Smilie

¿Calavera Negra o Calavera Azul? ¿Cuál cae mejor?

¿Y de la Cúpula de Mando?

¿Quién sobrevivirá para alzarse con el honor de la victoria en el entrenamiento?

... Venga... opinad... además, esto se ha puesto más divertido... han aparecido varios relatos más que son realmente interesantes...

Saludos... Smilie

Témeme. Soy tu Apocalipsis.