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La Herejía de Horus

miguel Enviado: 20.05.2007, 23:39
Arlequín
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Aquí os dejo la recopilación que he conseguido hacer sobre este periodi tan interesante de la historia de Warhammer 40.000:

Casi seis décadas después de la Capaña de Ullanor, Horus acudió en respuesta a la llamada de auxilio hecha por los jefes de las Logias, pues Davin parecía haber caído en la rebelión de manos de su Gobernador, Eugan Temba, el mismo que Horus había dejado allí sesenta años atrás al conquistar Davin. Según Erebus, Capellán Jefe de los Portadores de la Palabra, Temba había insultado a Horus y al propio Emperador, por lo que el Señor de la Guerra no tuvo reparo alguno en liderar el mismo el ataque contra la luna de Davin, morada de Eugan Temba. Al aterrizar, todo tenía un aspecto enfermizo, y un ejército de zombis fue el que les presentó resistencia. Consiguieron llegar por fin a la nave de Temba, y tras un derrumbamiento, Horus alcanzó en solitario el puente de mando.

Allí le esperaba Eugan Temba, o lo que una vez fue el amigo del Señor de la Guerra. Estaba hinchado, podrido y dispuesto a matarle. Eugan Temba empuñaba la espada que hace tiempo Erebus había robado en la guerra contra los interaxianos, una espada kinebrach, un arma embrujada que había poseído a Temba y que era capaz de herir en el alma de los enemigos contra los que luchase. Tras un violento combate, Temba consiguió herir en el hombro a Horus con su último golpe, momento en el que volvió en si y murió en los brazos del Señor de la Guerra. El Mournival, los cuatro Astartes en los que más confiaba Horus, encontró al Señor de la Guerra en el puente de mando y lo llevó de nuevo a bordo del Espíritu Vengativo.

Los Apotecarios se desesperaban porque no conseguían curar a su Señor. Al borde de la muerte, Erebus consiguió convencer a los Hijos de Horus de que pidieran ayuda a los davinitas. Horus fue llevado agonizante al templo de la Logia de la Serpiente y emergió días después completamente curado y lleno de energía para alegría y asombro de los suyos. Erebus consiguió tanto poder de influencia en una Legión que no era la suya gracias a las logia interna que consiguió sembrar en los Hijos de Horus tras caer en el Caos mucho tiempo atrás. Las logias eran reuniones secretas entre Astartes en las que no importaba el rango, y se podía hablar libremente con otros hermanos. Al haber creado Erebus esta logia, pudo estar presente al tomar las decisiones importantes y modificar así el comportamiento de los Hijos de Horus según su conveniencia.

Durante los rituales, el espíritu de Horus fue transferido a la Disformidad. Allí, tuvo una terrible visión del futuro proporcionada por Erebus, en la que le mostró el Imperio como una represiva teocracia, donde el Emperador y sus Primarcas (pero no Horus) eran aclamados como Dioses por las masas. Los Dioses del Caos se mostraron a si mismos como víctimas de los poderes psíquicos del Emperador y sin ningún tipo de interés por el universo material. Horus llevaba mucho tiempo acumulando resentimiento en su interior por la lejanía de su Padre, por lo que no le fue difícil aceptar las falsas visiones de los Poderes Ruinosos. Su pacto fue simple: “Danos al Emperador y nosotros te daremos la galaxia”.

Al mirar en el interior de la disformidad desde su santuario de Prospero, Magnus vio a Horus rendir pleitesía al Caos sobre las salvajes planicies de Davin. Le fue revelada la traición de Horus al completo, cada detalle. Magnus percibió las debilidades de Fulgrim (de los Hijos del Emperador) y de Angron (de los Devoradores de Mundos) que habían sido utilizadas magistralmente por Horus, además de mayores fuerzas veladas por la disformidad. Vio la terrible trampa que se le había tendido a Ferrus Manus de los Manos de Hierro, a Vulkan de los Salamandras, y al precavido Corax de la Guardia Implacable en Istvaan V. Vio cómo el más poderoso bastión de lealtad al Emperador, los Ultramarines de Guilliman, era engañado para acudir al lugar más apartado de la galaxia, donde no podría desempeñar papel alguno en el drama que estaba a punto de representarse. Solo Magnus, e incluso más claramente que Horus, tuvo la oportunidad de conocer por adelantado lo que iba a ocurrir. Lo vio todo y entendió las consecuencias que acarrearía y los papeles que les tocaría representar a cada uno. Menos a él.

Magnus consiguió presentarse ante Horus mientras Erebus trataba de convencerle, pero aunque estuvo a punto de conseguirlo Horus aceptó la oferta del Caos, estos curaron su herida y le dieron acceso a los poderes de la Disformidad.

Horus introdujo un sistema idéntico de Logias en las legiones que estaban bajo su mando. Así fue como se plantaron las semillas de la más atroz de las herejías en el mas grande campeón de la Humanidad y de ahí a las fuerzas del imperio, lo que más tarde produjo la guerra más horrible de todas.

Aunque muchos de los Primarcas seguían a Horus, no por ello sus legiones se habían pasado al Caos. Lorgar fue sin duda el primero en hacerlo junto a su Legión, y Angron y los Devoradores de Mundos desde luego estaban caminando por una línea muy fina en este sentido, ya que a pesar de estar lobotomizados, sus acciones iban un paso más allá de la crueldad de la guerra. Perturabo, Fulgrim, el Acechante Nocturno o Mortarion simplemente simpatizaban más con la forma de actuar de Horus, o permanecían a su lado por temor a las represalias que el Emperador pudiera emprender por sus comportamientos pasados, pero aún estaban lejos de abrazar al Caos.

Magnus trató entonces de avisar al Emperador e impedir así la traición. Tendría que haber sido su momento de triunfo y venganza, la ocasión para justificarse. Solo el poder de Magnus había podido descubrir la víbora que se escondía en el canasto de manzanas. Estaba seguro de que, al fin, el Emperador reconocería el valor de la hechicería. Sin embargo, este declaró que la única víbora que había allí era la hechicería de Magnus. Consideró herejía la acusación que Magnus había lanzado sobre su hermano y le transmitió que se sentía engañado por la ruptura de su juramento. El hecho de que Magnus hubiera seguido estudiando el conocimiento perdido fue tomado como prueba evidente de que había caído bajo la influencia de los poderes sobre los que el Emperador le había advertido. Los peores miedos del Emperador respecto al alma de su ciclópeo hijo se habían hecho realidad.

El contenido del aviso de Magnus fue ignorado por completo. Se dice que el Emperador rompió el contacto con tal fuerza que todas las guardas psíquicas de Palacio se arquearon y reventaron en pedazos. Al lado del Emperador se encontraba Russ, que temblaba de ira debido a las acciones de Magnus. El Emperador se volvió hacia él porque sabía que acataría sus órdenes sin rechistar. Ordenó a los Lobos Espaciales que atacasen a Magnus y a los eruditos soldados de Prospero.

El Liber Malum narra cómo sistemas enteros se rendían antes de ser víctimas de la ira de los Devoradores de Mundos. Pero era cuestión de tiempo que la galaxia se enterase de que se había utilizado la psicocirugía en los reclutas de esta Legión. Tras el infame Registro de Ghenna, en el que toda la población del planeta fue asesinada brutalmente en una sola noche, los Devoradores de Mundos fueron censurados por el Emperador y obligados a dejar de utilizar los implantes.

Angron no prestó atención a la orden del Emperador y ordenó a sus tecnomarines que continuasen con su trabajo hasta que a todos los miembros de su Legión de Marines Espaciales se les hubieran instalado los implantes. Los ritos sangrientos se convirtieron en una parte cada vez más importante de la herencia de la Legión mientras continuaban realizando matanzas por toda la galaxia; y se convirtió en una práctica común entre los Marines Espaciales competir por quién obtenía más cráneos enemigos en batalla. Muchos de los hermanos Primarcas de Angron expresaron sus preocupaciones al respecto al Emperador y entonces el Señor de la Humanidad cometió un grave error. Mandó a Horus, el Primarca en quien más confiaba, a que se enfrentara a Angron y le hiciera entrar en vereda. Horus era un psicólogo maestro y, aunque el Emperador aún no lo sabía, ya había sido corrompido por los poderes del Caos. En Angron vio un guerrero consumido por la amargura y el resentimiento y fue muy sencillo para Horus alimentar esta amargura y ponerle en contra del Emperador, haciéndole ver que se trataba de un pelele que debía ser reemplazado.

Angron se pasó al Caos y juró fidelidad a Khorne. Como parte del sacrificio de sangre para su nuevo señor, los Bibliotecarios de la Legión fueron cazados y asesinados por sus propios hermanos, ya que Khorne odia a los hechiceros. El Bibliotecario Jefe de la Legión fue abatido por Scyrak el Asesino, un héroe de los Devoradores de Mundos, lo cual selló para siempre el pacto entre esta Legión y el Dios de la Guerra del Caos.

Ariggata era un planeta muy avanzado tecnológicamente que había sido aislado del Imperio durante muchos siglos y, cuando llegaron enviados imperiales avisando del inminente retorno del Emperador, fueron ejecutados como muestra de que querían mantener su independencia. El poder militar de Ariggata era formidable, por lo que se dio a tres legiones la orden de pacificar dicho mundo: a los Hijos de Horus, a los Ultramarines y a los Devoradores de Mundos. El Señor de la Guerra Horus estaba al mando de toda esta fuerza y, bajo su comandancia magistral los ejércitos de Ariggata fueron rápidamente subyugados hasta que solo quedó la Ciudadela de Basalto en manos enemigas.

Las fuerzas imperiales pusieron la ciudadela bajo asedio, pero la pacificación estaba durando demasiado para el gusto de Horus; quería acabar cuanto antes para obtener más gloria en otras batallas. Para acabar lo antes posible con el asedio, bombardeó los muros de la ciudadela desde la órbita y ordenó a Angron y a los Devoradores de Mundos que asaltasen las brechas que hubieran sido abiertas en los muros y que acabasen con los líderes enemigos. Los muros de la ciudadela habían sido construidos durante la Edad Oscura de la Tecnología y, a pesar de haber sufrido un bombardeo orbital durante toda una semana, solo se había conseguido abrir una brecha en ellos. Roboute Guilliman aconsejó tener precaución, pero ni Horus ni Angron estaban dispuestos a esperar. Angron lanzó a sus Devoradores de Mundos contra las paredes de la Ciudadela de Basalto mientras una tormenta de ráfagas láser y proyectiles causaban enormes bajas entre sus filas. Pero los Devoradores de Mundos no se dejaron intimidar y acabaron alcanzando la brecha a través de una rampa de cadáveres de su propia Legión, Una vez dentro de la fortaleza, los Marines Espaciales, enloquecidos por la batalla, acabaron con todos aquellos que se ponían al alcance de sus espadas sierra. Durante un día y una noche no se oyeron más que los alaridos de las víctimas en los antiguos salones y, cuando por fin Angron ordenó abandonar el lugar a sus tropas, en el interior de la ciudadela no quedaba ni un alma con vida.

Cuando los Ultramarines entraron en la ciudadela para asegurar el lugar, se quedaron horrorizados con lo que allí descubrieron. Las cámaras y bóvedas de la ciudadela parecían el matadero de un profesor chiflado. Los cuerpos desmembrados estaban esparcidos por doquier y el olor de la muerte era tan denso que parecía poder tocarse. No habían perdonado la vida a nadie, todo ser vivo había perecido bajo la furia de los Devoradores de Mundos. Cuando los atónitos Ultramarines abandonaron la ciudadela, los Devoradores de Mundos y los Hijos de Horus ya habían dejado el planeta, mientras que los Ultramarines deberían permanecer en Ariggata hasta que llegase el Ejército Imperial.

Una patrulla de exploración de los Hijos de Horus estaba realizando su misión por un nuevo sistema cuando su nave sufrió un ataque por parte de una horda de cazas. A pesar de que el ataque estaba bien coordinado, les hicieron huir y la nave de los Hijos de Horus los siguió hasta un campo de asteroides.

La flota de los Hijos de Horus no tardó en llegar, y el propio Horus se desplazó hasta la maltrecha nave de exploración. Cuando abordó el navío, la tripulación se encontraba en alerta roja, un pequeño grupo de asalto se había introducido en la nave y no podían eliminarlos. Ya habían accedido al puente.

Sólo quedaban cinco de los asaltantes, y el propio Horus se encargó de eliminarlos. Consiguió impactar a cuatro de ellos, pero un quinto consigue esquivar todos sus disparos. Los dos súper hombres encuentran sus miradas, durante un momento se quedan quietos, Horus se acerca e instantáneamente ambos se reconocen como a hermanos.

En vez de enviar a Alpharius a Terra con el Emperador, Horus comenzó a entrenarle, permitiéndole que se pusiera al mando de los Hijos de Horus. El Señor de la Guerra estaba impresionado con las habilidades de Alpharius y sobre todo de su ingenuidad, al mismo tiempo que Alpharius quedó completamente desbordado por la figura de Horus.

Horus había planeado todo muy bien. Angron, Mortarion y Lorgar estaban ya a su lado, y las Legiones más leales habían sido redirigidas por el Señor de la Guerra a diversos puntos de la galaxia, todos ellos muy distantes de Terra. Los Puños Imperiales y los Cicatrices Blancas estaban demasiado cerca de Terra para ser contactados sin levantar sospechas, aunque Horus estaba convencido de que Jaghatai Khan se pasaría a su lado, un pilar importante para que Russ también luchase junto al Señor de la Guerra.

Fulgrim, también ya del lado de Horus, fue a hablar con su gran amigo Ferrus Manus y trató de convencerle para que se pasase al lado del Señor de la Guerra. Ferrus siempre fue un Primarca muy orgulloso, marcado por un pasado que le hizo confiar en los fuertes y despreciar a los débiles. Siempre admiró a Horus, y cuando Fulgrim le contó sus planes, Ferrus estuvo a punto de matarle, pero consiguió escapar. Al enterarse de lo que Horus iba a hacer en Istvaan, pensó que únicamente podía confiar ya en su Legión, y sólo, se encaminó hacia Istvaan para acabar con la herejía.

Fulgrim prometió a Horus que le traería la cabeza de Ferrus en una bandeja por haberle fallado.

Los Ángeles Sangrientos fueron enviados a sofocar una rebelión en el planeta de Signus Prime, al llegar allí descubrieron que estaba infestado de demonios. Los Ángeles Oscuros por su parte, seguían con su campaña en la Franja Este. Los Ultramarines por su parte, estaban luchando junto a los Portadores de la Palabra, liderados por Kor Phaeron, para “liberar” al planeta Calth.

Asqueado por los grotescos actos de sus hijos, el Emperador requirió al Acechante Nocturno que se presentara ante él para que le diera explicaciones por los métodos utilizados por su Legión, pero el Acechante Nocturno no tardó en aliarse con Horus y, en este punto, se hizo evidente que todas las acusaciones vertidas contra los Amos de la Noche eran completamente ciertas.

Alpharius había aprendido prácticamente todo de Horus, por lo que fue muy sencillo convencerle, al igual que a Perturabo.

Fue en plena purificación de los Criaderos Hrud de Gugann cuando los problemas se pusieron de manifiesto. Fue Horus quien llevó a Perturabo la noticia de que Olimpia se había rebelado, de que Dammekos había muerto y de que la población, incitada por los demagogos, se había alzado en armas. Perturabo, por aquel entonces, ya estaba cansado de tener que demostrar su valor y, en aquel momento, tras todas sus batallas, pensar que su Legión era la única que había sido incapaz de proteger su propio hogar fue todo un mazazo para él. Horus tenía el sentido de la oportunidad.

Antes de partir, Horus le regaló a Perturabo el martillo Rompeforjas. Es posible que el arma sirviera como un instrumento para que las fuerzas del Caos manipularan al Primarca de los Guerreros de Hierro, aunque también es posible que una muestra de respeto semejante por parte de un líder como Horus hubiese sellado un pacto entre los dos.

La Guardia del Cuervo y los Salamandras se mantuvieron leales.
Horus consiguió también corromper al Adepto Regulus, prometiéndole las PCE recuperadas durante la Gran Cruzada si los Adeptus Mechanicus se ponían de su lado.

El Gobernador Planetario de Istvaan III había declarado su independencia del Imperio, por lo que el Concilio de Terra ordenó a Horus que recuperase el planeta. Aunque las cuatro Legiones bajo su mando directo le apoyaban, aún había núcleos leales entre las tropas, muchos de los cuales eran Marines Espaciales de Terra, creados incluso antes de que su Primarca fuera encontrado por el Emperador durante la Gran Cruzada. Horus, concentro todas sus tropas sobre el sistema de Istvaan.

Su prioridad en este momento era la de destruir todo esos elementos leales, y después de un intenso bombardeo, Horus lanzó todas las tropas leales de su ejército sobre Istvaan III. Una vez allí, Horus lanzó un bombardeo vírico brutal sobre sus propias tropas. Sin embargo, muchas de las tropas leales permanecían aún en las naves y lucharon desesperadamente para avisar a sus hermanos de la traición, lo cual consiguió salvar a muchos Marines Espaciales que consiguieron una buena cobertura antes de que comenzase el bombardeo. La población no recibió ninguna ayuda, y dieciséis billones de personas murieron al instante, lo cual causó un verdadero shock psíquico en la Disformidad.

Un contingente de Marines leales comandados por el Capitán Garro de la Guardia de la Muerte con siguió superar el bloqueo de la flota de Horus y escapar en un carguero dañado llamado Eisenstein para avisar al Emperador.

Angron se dio cuenta de que las bombas víricas no serían todo lo efectivas que deberían con los Marines Espaciales leales, por lo que atacó él mismo el planeta con 50 compañías de Marines. Horus estaba furioso con Angron por retrasar sus planes. Las fuerzas leales, comandadas por Saul Tarvitz, Capitán de la Legión de los Hijos del Emperador, lucharon con valor, pero estaban condenados a caer en manos de sus hermanos. Con sólo unos pocos cientos de ellos vivos, Horus se cansó de esperar y retiró a Angron y a sus tropas del planeta lanzando un bombardeo final que exterminó a los Marines Espaciales supervivientes en Istvaan III.

Solo los que fueron testigo de aquellos días saben lo que pasó de verdad en Prospero cuando atacaron los Lobos Espaciales, ya que los archivos existentes al respecto se contradicen enormemente. El poema épico Lamento de Prospero describe un largo bombardeo orbital por parte de los Lobos Espaciales, seguido de una sistemática campaña por todo el planeta que duró varios días y varias noches y que se cobró grandes bajas en ambos bandos. Por otro lado, una de las narraciones de los Lobos Espaciales más importantes al respecto, La Edda del Martillo, dice que los Lobos Espaciales tomaron completamente por sorpresa a los Mil Hijos. Los Lobos Espaciales cayeron sobre la Ciudad de la Luz desde el cielo (tal y como lo había hecho Magnus hacía tantos años) y llevaron a cabo una terrible y sangrienta carnicería. La imagen que ofrece Edda, en la que los Lobos Espaciales pasaron una sola noche dedicándose a quemar bibliotecas, abatir torres y matar con salvajismo, coincide exactamente con la imagen que se tiene de esta legión. Pero el Edda es criticado habitualmente porque nadie se explica cómo un planeta de hechiceros, capaces de escrutar el tiempo y el espacio, pudieron ser sorprendidos así. ¿Cómo pudo ser, a no ser que los propios Poderes Oscuros que les regalaban estas visiones no quisieran que tuvieran conocimiento alguno esta vez? De una forma u otra ocurrió, y Prospero y los eruditos de los Mil Hijos tuvieron que sufrir un tremendo horror mientras Russ y sus Lobos Espaciales se abrían camino salvajemente hacia la Ciudad de la Luz. Los guerreros de Russ construyeron piras con las bibliotecas, pergaminos y antiguos textos de Magnus y destruyeron con sus espadas sierra artefactos que eran únicos en la galaxia. Aunque difieren en los detalles, la mayoría de relatos sugieren que el propio Magnus se enfrentó a Leman Russ en combate singular, Primarca contra Primarca, berserker contra gigante, en el corazón de la ciudad en ruinas. La Guerra de los Gigantes, impreso a partir de historias de la tradición oral de los Lobos Espaciales por orden del Inquisidor Bastalek Grim, describe el titánico duelo que tuvo lugar:

"Magnus el Rojo llegó al campo de batalla y este se licuaba bajo sus gigantescos pasos. Russ cargó contra el mastodonte carmesí y consiguió derribarlo. El Rey Lobo le rompió la espalda al cíclope, y los pocos Mil Hijos que quedaban con vida, al ver a su Primarca al borde de la muerte y desterrado, huyeron. Pero, cuando Russ levantó la cuchilla glacial Mjalnar para asestar el golpe de gracia a Magnus, este pronunció una palabra y desapareció de golpe dejando tras él tan solo la mancha iridiscente de su figura".

Los datos de lo que sucedió a continuación se contradicen grandemente con lo que ocurrió la última noche en Prospero. De alguna manera, en los momentos finales de la Ciudad de la Luz, Magnus engañó a Russ y le privó de obtener la victoria total; y, al hacerlo esto, pagó el precio de aquello sobre lo que el Emperador le había advertido con anterioridad.

Todo lo que le importaba estaba ardiendo y Magnus intentó salvar aquello que conocía mejor. Magnus fue absorbido por las corrientes de la disformidad y allí encontró el conocimiento que buscaba. Sus hechiceros, su adorada legión, y toda la preciosa sabiduría que habían acumulado en las torres de plata de la Ciudad de la Luz todavía podían salvarse. Descubrió la solución mirando hacia atrás, como si aquello siempre hubiera estado allí, observando sus pasos y alterando su devenir a voluntad. Miró a los ojos a la encarnación de la hechicería, que le prometió conocimiento, poder y la salvación. Pero esta vez era de acuerdo a sus propios términos. Magnus ya no era el señor de los caminos, como él había pensado, sino su sirviente. Se dice que incluso entonces dudó Magnus, pero que, cuando pensó en su ciudad, sus trabajos, su sabiduría y sus camaradas, todo ello reducido a cenizas por orden de su propio padre, cambió de bando para siempre.

Y en aquel instante la Ciudad de la Luz, sus torres de plata e inmensas bibliotecas y la legión de los Mil Hijos se desvanecieron de la faz de Prospero para siempre. El siguiente lugar donde fueron vistos los Mil Hijos y su Primarca no fue otro que el sistema Istvaan, junto a Horus.

Los 70 leales liderados por el Capitán Garro, llevaron el carguero Eisenstein hasta la Disformidad. Debido a lo ocurrido en Istvaan III, todos sus psíquicos y navegantes murieron y la nave estaba en muy mal estado. Sin embargo, Garro consiguió llamar la atención de las naves leales cercanas autodestruyendo los motores de disformidad y permaneciendo en la nave a la espera de que alguien pudiera detectar su baliza. Los navegantes de una de las naves de los Puños Imperiales sintieron la detonación de los motores de disformidad y recogieron a los supervivientes.

El propio Rogal Dorn habló con Garro, que le explicó todo lo sucedido. La Eisenstein consiguió llegar finalmente hasta Terra y avisar al Imperio de lo que aconteció en Istvaan III.

Perturabo y sus Guerreros de Hierro reprimieron la rebelión en las calles de Olimpia pasando de una ciudad estado a la siguiente. Nadie era perdonado. Se trataba del principio de rendición o muerte y los Guerreros de Hierro se habían acostumbrado a proporcionar muerte. Perturabo contempló con frialdad cómo las igual de frías e inmóviles fortificaciones en las que su orgullo había crecido eran destruidas. Cuando finalizó la masacre, tras la muerte de cerca de cinco millones de civiles, Olimpia se vio reducida a la esclavitud.

Al ver arder las piras en la larga noche de Olimpia, los Guerreros de Hierro fueron dándose cuenta de la magnitud de sus actos: en un instante habían pasado de ser héroes de la humanidad (en el asalto de Hrud) a ser unos genocidas. Perturabo se sintió como un hombre que despierta tras una borrachera y encuentra sangre en sus manos y, pese a que solo recuerda a medias por qué sus manos están cubiertas de sangre, le atenaza un opresivo sentimiento de culpabilidad. Sabía que el Emperador nunca le perdonaría aquel crimen.

En ese terrible trance los Guerreros de Hierro recibieron noticias y nuevas órdenes. Las noticias habrían sido demoledoras en circunstancias normales; pero allí, oídas entre las ruinas que hedían a muerte, fueron apocalípticas. Los Lobos Espaciales de Russ habían atacado a los Mil Hijos de Magnus en Prospero. Horus se había convertido en un renegado junto con sus Hijos de Horus. Los Devoradores de Mundos de Angron y la Guardia de la Muerte de Mortarión también le apoyaban. Fulgrim y los Hijos del Emperador habían intentado razonar con Horus, pero, en lugar de ello, habían sido seducidos y se habían aliado con él. Ahora el universo entero excedía a los Guerreros de Hierro en locura. El arrepentimiento confuso de los Guerreros de Hierro dio paso al pensamiento de que, con el Imperio entero en llamas, sus excesos ahora eran irrelevantes.

En Signus Prime, Sanguinius estuvo cerca de morir a manos del poderoso Principe Demonio, Lord Ka’Bandha. “Las piernas del Primarca estaban rotas, pero en vez de acabar con el, el demonio le dijo: Tus piernas se podrán curar, pero esta herida será mucho más profunda.

Entonces, acabo con una ingente cantidad de Marines Espaciales de un solo ataque. La reacción psíquica a la muerte de tantos descendientes del Primarca le hizo desmayarse. Mientras el Primarca permanecía inconsciente, los restantes Ángeles Sangrientos entraron en un estado de locura asesina y acabaron con el resto de cultistas del Caos y demonios sin piedad. Cuando el Primarca despertó, los Marines Espaciales supervivientes estaban desesperados, la furia que habían sufrido había dejado una oscura sombra en sus almas”.

Los Portadores de la Palabra se volvieron contra los Ultramarines en Calth, momento en que las tropas de Roboute Guilliman se reorganizaron y comenzaron a realizar algunas escaramuzas contra ellos. Bajo la tutela del Hermano-Capitán Ventanus y por supuesto comandados por Roboute Guilliman, los Ultramarines fueron haciendo retroceder a los Portadores de la Palabra, aunque no había un claro vencedor.

El principal problema de Rogal Dorn y Malcador el Sigilita eran las tormentas de Disformidad que asolaban la galaxia como una plaga, haciendo imposible el contacto con las legiones ni su status (leal o traidor). El Astronomicon fue reforzado con cientos de psíquicos al día tratando así de potenciar la señal, lo cual provocó la muerte de miles de psíquicos durante aquellos días. Sin embargo, se consiguió contactar con algunas legiones, lo cual no hizo sino confirmar las sospechas de Malcador y Dorn, la guerra se abría paso por toda la galaxia: en incontables mundos los rebeldes se volvían contra sus líderes, y un gran número de Comandantes Imperiales se habían unido a Horus. Muchos de esos renegados estaban lanzando además, ataques contra los planetas vecinos. Los tecno sacerdotes habían informado de que el Mechanicus también estaba dividido y la lucha entre las facciones leales y rebeldes había comenzado. Además, se habían detectado varios ataques alienígenas contra mundos humanos.

Aunque Malcador se sumió en la depresión al ir recibiendo mensajes cada vez con peores noticias, Rogal Dorn se centró en los Primarcas. Los informes de las legiones decían que habían comenzado a luchar contra los levantamientos, lo cual tranquilizaba a Dorn pensando que sólo las legiones reunidas en Istvaan con Horus habían sido corrompidas. Es cierto que no podía contactar con muchas legiones, los Ultramarines estaban muy lejos, aunque Dorn estaba tranquilo al estar bajo el mando de Guilliman, los Ángeles Oscuros le preocupaban más, ya que sabía que Horus les había encargado una misión, pero no sabia de que se trataba ni donde los había enviado. En Caliban sin embargo, comenzaron a llegar las primeras transmisiones en las que hablaban de guerra civil y traición. Sobre los Lobos Espaciales y los Mil Hijos, Dorn no sabía nada, y la información de los Ángeles Sangrientos era muy vaga, aunque sabía que Sanguinius había resultado herido.

Además de todo esto, se le negaba la entrada a Palacio donde el Emperador seguía trabajando en algo que era desconocido para todos, por lo que no podía pedirle consejo. En Marte, las peticiones de auxilio se acrecentaban, así que Dorn reunió a los oficiales en jefe presentes en Terra, Malcador, el Regente Imperial y el Señor Comandante Sor Talgron de los Portadores de la Palabra para decidir un plan de acción.

Había que proteger Marte por varias razones, ya que habían grandes depósitos de munición y equipo y podría utilizarse por el enemigo como base de operaciones. Además, allí se encontraban los nuevos modelos de servoarmaduras, que bajo ningún concepto deberían hacer en manos del enemigo. Cuatro compañías de veteranos de los Puños Imperiales y varios regimientos de las lunas de Saturno y Júpiter del Ejército Imperial liderarían el ataque. Las 40 compañías de los Portadores de la Palabra lideradas por Sor Talgron tenían otras órdenes.

Rogal Dorn ordenó a los Manos de Hierro, los Salamandras, la Guardia del Cuervo, los Amos de la Noche, la Legión Alpha, los Guerreros de Hierro y los Portadores de la Palabra que atacasen la base de Horus en el sistema de Istvaan, en Istvaan V.

Ferrus Manus llegó en primer lugar con 10 compañías de sus mejores veteranos. Fulgrim, Primarca de los Hijos del Emperador, y antaño mejor amigo de Ferrus, estaba esperándole. Ferrus era un Primarca muy vehemente, necesitaba enfrentarse a Fulgrim y arreglar sus cuentas pendientes, y eso era algo que Horus sabía muy bien. Comenzó el ataque inicial cuando supo que la mayoría de las legiones que faltaban estaban a unas pocas horas del punto de reunión, y se llevó a los Salamandras y la Guardia del Cuervo con él mientras que los Amos de la Noche, la Legión Alpha, los Guerreros de Hierro y los Portadores de la Palabra quedaban atrás.

Todo comenzó bien para las tropas leales. A pesar de que se enfrentaban contra Marines Espaciales, los planes de ataque de Ferrus se ejecutaron a la perfección. Cuando las legiones leales restantes aparecieron en el planeta, los traidores comenzaron a huir, sin embargo Horus sonreía.

Ferrus estaba obsesionado únicamente con Fulgrim. En las Colinas de Urgall, dos Primarcas lucharon a muerte:

“Al fin volvemos a encontrarnos. He esperado muchos meses para esto. Tu, al que una vez llamé amigo, ha traicionado al Emperador y me ha traicionado a mi. Voy a tomarme cumplida venganza con tu cabeza Fulgrim.”

“Eres un tonto Ferrus. Volví a ti debido a nuestra antigua amistad, no por despreciarla. El Universo esta cambiando, el viejo orden se ha rendido y uno nuevo esta floreciendo. Te ofrecí formar parte de el y me rechazaste. No voy a darte una segunda oportunidad de unirte a nosotros. El Emperador esta acabado. Incluso ahora esta ocupado con enigmas mientras su Imperio se resquebraja. Horus es el heredero correcto. Es el Emperador quien nos ha traicionado.”

“No esperaba menos de ti que esas sucias mentiras. ¿Cómo no eres capaz de ver la verdad? Horus es un loco. Un loco por el poder. Mira toda la muerte que hay a nuestro alrededor, no tiene justificación alguna. Yo soy un fiel servidor del Emperador, y a través de mi su voluntad y su venganza se verá cumplida.”

“No, Ferrus, eres tu el que está equivocado. Mira al norte, mira las fuerzas que tenemos desplegadas para detener tu paupérrimo ataque. Y mira ahora al sur. Las legiones que ves allí no son leales al Emperador, todos ellos han jurado lealtad a Horus.”

“Has sido engañado amigo mío. Te doy una última oportunidad para suplicarme que interceda por ti ante Horus y obtengas así una muerte honorable.”
Ferrus estaba totalmente desencajado al comprobar que las palabras de Fulgrim eran ciertas. “Jamás me arrodillaré ante ti, ni ante ninguno de los tuyos. Los guerreros leales del Emperador no se rinden jamás, tendrás que acabar con cada uno de nosotros para obtener la victoria.”

“Así será. Lamento que hayamos llegado a este punto.”

Se cree que fue Alpharius quien planeó toda la operación junto a Horus. De las tres legiones leales de Istvaan V, sólo un puñado de supervivientes escaparon, incluyendo un seriamente dañado Corax, Primarca de la Guardia del Cuervo. No se volvió a saber nada de Vulkan, y se le cree muerto.

Mientras ocurrían los sucesos de Istvaan V, cuatro compañías de Puños Imperiales y varios regimientos del Ejército Imperial se dirigieron a poner orden en Marte. Bajo el mando del Capitán de la Segunda Compañía, Camba-Díaz, los primeros pasos del asalto fueron bastante exitosos, y en poco tiempo se hicieron con el control de Mondus Gamma y Mondus Occullum, las principales fábricas de munición y servoarmaduras del planeta.

Fue una victoria momentánea, ya que las facciones leales del Mechanicum eran muy inferiores a las traidoras. Además, utilizaron siete Legiones de Titanes, por lo que en pocas horas habían recuperado las fábricas y expulsado a las tropas leales. Marte cayó así en manos del enemigo, junto a las nuevas servoarmaduras Mk5 y Mk6.

El Trono Dorado

Malcador el Sigilita y Rogal Dorn fueron llamados por fin ante el Emperador. Ambos lo miraban arrodillados a su trono situado a más de diez metros de altura sobre ellos. Él no se movía, y las energías psíquicas volaban a su alrededor. El Emperador estaba colocado sobre una gran máquina dorada frente a una puerta increíblemente grande. La sala en la que se encontraban era enorme también, pudiendo alojar sin dificultad a cinco o seis compañías de Marines Espaciales e incluso a un Titán Warhound.

El Emperador abrió lentamente sus ojos y miró a las dos figuras que se arrodillaban ante Él. “Estáis aquí. Hay mucho que hacer y el tiempo corre en nuestra contra por lo que seré breve”.

“Más allá de estas puertas doradas se extiende una vasta red de túneles. No son corredores ordinarios. Fueron construidos hace eónes por una raza más antigua que nuestro sol. Los túneles no pasan a través de la roca de este palacio sino por la misma Disformidad. La red de túneles es inimaginablemente largo y complejo, por lo que es muy complicado hacer un mapa. Sin embargo, es posible viajar al otro lado del Imperio en un abrir y cerrar de ojos si uno es capaz de guiarse a través de los portales correctos. La localización de estos portales es uno de los grandes secretos de la raza que construyó esta gran red.”

“Como llegué a obtener este conocimiento es algo que no os concierne, pero sabed que este trabajo es fruto de varias décadas de esfuerzo que comenzó cuando comencé a edificar mi Palacio en lo alto de esta montaña. Su construcción representa el primer paso para la colonización por parte de la humanidad de esta red de túneles y su liberación de los viajes a través de la Disformidad y la astrotelepatía. Desafortunadamente, los eventos que nos han traído hasta aquí han conspirado contra mis planes y por ello nos encontramos ante una gran crisis.”

“El portal que he construido y el pequeño pasaje posterior requiere constante atención para que no se derrumbe. Al principio podía pasar la mayor parte del tiempo dirigiendo mis ejércitos pues exigía de mi una pequeña porción de mis poderes psíquicos. Sin embargo, los Dioses del Caos consiguieron tentar a Magnus que utilizó su poder psíquico para enviarme un mensaje advirtiéndome de la traición de Horus. Su mensaje fue tan intenso que derribo todas las protecciones psíquicas que había levantado para proteger el portal y ahora requiere de toda mi concentración para mantenerlo activo. Además, la rotura de mis protecciones psíquicas ha hecho que las fuerzas del Caos hayan podido acceder hasta el.”

“Mientras hablamos, una guerra secreta esta teniendo lugar en la red. Mis propios guardaespaldas Custodes están enfrentándose contra las hordas de demonios surgidas de la Disformidad, y aún existe una pequeña esperanza de victoria. Si consigo reparar los daños causados por Magnus y mis Custodes se hacen con el control de la batalla quizás aún me quede tiempo para cumplir con mi plan.”

“Sin embargo, pronto deberá ausentarme, ya que Horus planea atacar Terra. Ansía mi corona, y no descansará hasta que me venza en combate. Debo combatir contra él en persona si esa es la única forma de detenerle. Por lo tanto, alguien debe de ocupar mi lugar en este trono mientras me enfrento al Traidor, esa persona debe de ser uno de los psíquicos más poderosos, aunque es muy posible que no sobreviva a la experiencia. Mi primera elección fue la de Magnus, pero creo que eso ya no será posible. Se le ha convencido de unirse contra nosotros a pesar de que finalmente actuó de forma correcta. ¿Estas preparado para esta tarea Malcador?

“¡Por supuesto que si señor! Siempre ha sabido que estaba dispuesto a dar mi vida por usted.

“Gracias. Queda mucho trabajo por hacer. Dorn, asumirás el control absoluto del mando de las defensas. Debes comenzar de inmediato los preparativos para la defensa del Palacio y de Terra. El Palacio Imperial debe mantenerse firme ante el ataque enemigo. Debes detener su intento de tomar esta sala y lo que os he mostrado, o significará el fin de la humanidad. Necesito tiempo, tiempo para conseguir arreglar los daños causados por Magnus y frustrar los planes del Señor de la Guerra. Si Horus se siente acorralado, bajará la guardia y me permitirá enfrentarme a él.”

“Sin embargo, temo que al derrotarle no termine el problema. Las acciones de Horus y sus secuaces tendrán consecuencias funestas en el futuro y mucho más allá aunque mi clarividencia no me permita verlo. Malcador, debes elegir tus hombres entre los que demuestren un mejor carácter, habilidad y determinación. Esos hombres deben ser rigurosamente entrenados para asegurar que son del más alto calibre y que su lealtad hacia mí es irrompible. Esos hombres serán los primeros de un grupo de élite de investigadores que arrancarán de raíz cualquier herejía allí donde se esconda. Tu también debes prepararte para el terrible sacrificio que se te va a pedir.”

“¡Id ahora! Ambos sabéis ya lo que debe hacerse, y yo tengo que concentrar toda mi atención en esta máquina. Os llamare cuando llegue el momento.”

La Guerra en la Red

Como el Emperador había revelado a Malcador y Rogal Dorn, la repercusión que el aviso de Magnus había tenido en el portal de la red había sido devastador. La red estaba construido con un material físico y psíquico al mismo tiempo, por lo que al romperse las protecciones del Emperador, muchas de las secciones de los túneles habían quedado expuestas a la Disformidad y los Demonios y demás criaturas de la Disformidad comenzaban a invadir los pasillos próximos al Trono Dorado.

Tras el incidente de Magnus, el Emperador consiguió cerrar estas secciones con su gran poder, pero las fuerzas invasoras que ya estaban dentro libraban ahora una guerra contra la Legion Custodes, los guardaespaldas del Emperador. Junto a ellos, estaba un contingente de las Hermanas del Silencio, de las que el Emperador pensaba que serían de gran ayuda en esta lucha debido a su inexistente presencia en la Disformidad.

La táctica de los defensores era clara. Mientras los Custodes realizaban un bloqueo para permitir a los trabajadores del Mechanicum reparar las grietas, las Hermanas del Silencio se lanzaban a la carga contra las hordas demoníacas. Lentamente iban consiguiendo recuperar el terreno, aunque de vez en cuando slgún bloqueo era traspasado y el combate llegaba peligrosamente cerca del Trono Dorado. Los Dioses del Caos comenzaron entonces a enviar algunas tropas de Marines Espaciales y Titanes traidores para reforzar el combate.

Los Preparativos

Tras la batalla de Istvaan V, Horus estaba muy satisfecho. Ferrus Manus había muerto, mientras que Corax y Vulkan estaban desaparecidos. Contaba con los Primarcas Mortarion, Fulgrim, Angron, Acechante Nocturno, Perturabo, Alpharius, el Fabricador General de Marte Kelbor-Hal y muchos oficiales alto rango de todas las legiones traidoras. Kelbor-Hal se unió a Horus tras prometerle este todas las PCE encontradas en el planeta Drakonis Tres Once, y todas las que se encontrasen a partir de ese momento.

“Hemos conseguido mucho, pero aún más nos espera. Nuestra victoria aquí no servirá de nada si no seguimos adelante. Ahora es el momento de llevar esta guerra hasta el propio Emperador. Hemos de prepararnos inmediatamente para un asalto al Palacio Imperial y la invasión de Terra. No va a ser una tarea fácil.”

“Olvidaos de lo que hemos hecho hasta ahora, el Emperador y sus seguidores pelearán muy duro. Sin duda, aún queda mucha sangre por ser vertida, tanto suya como nuestra. Pero el precio es la galaxia. ¿Estáis conmigo?”

Todos los guerreros asintieron a una: “¡Victoria para Horus! ¡Muerte al Emperador! ¡Muerte al Emperador!”

Fulgrim y el Señor de la Guerra

Fulgrim había solicitado una audiencia privada con Horus, en la que le presentó la cabeza de Ferrus Manus tal y como le había prometido al Señor de la Guerra. Sin embargo, Fulgrim ya no era tal. Había sido poseído por una entidad de la Disformidad de Slaanesh, y así se lo hizo saber a Horus. El demonio llevaba ya mucho tiempo tentando a Fulgrim, y por fin había tomado posesión de se cuerpo. Se alió con Horus, aunque este no estaba nada contento con la situación, y juró liberar a su hermano una vez todo hubiera terminado.

Horus planea la invasión

Horus comenzó a distribuir sus tropas. Lorgar se puso al mando de los Portadores de la Palabra que tomaron parte en Istvaan V, ya que el resto de la Legión se encontraba luchando contra los Ultramarines en Calth. Las legiones de Mortarion, Fulgrim, Angron y el propio Lorgar tenían orden de partir hacia Marte, que ya dominaba Horus. A ellos se les unirían los Hijos de Horus. Allí se equiparían con nuevas armas y armaduras y comenzarían el ataque a Terra.

El Acechante Nocturno partiría con su Legión hacia Tsagualsa en la Franja Este, donde atacaría los sistemas de Heroldar y Thramas, ya que suponían un claro peligro para el ataque de Horus, sobre todo en el caso de Thramas, que contaba con varios Mundos Forja desde los cuales los Leales podrían reabastecerse. Además, se había avistado a los Ángeles Oscuros por la zona, por lo que deberían neutralizarlos si los encontraban.

Los Cicatrices Blancas se encontraban en el Sistema Chondax, y la Legión Alpha con Alpharius a la cabeza fueron elegidos para destruirles. Los Lobos Espaciales también se encuentran por ese sector, ya que acababan de atacar Prospero, por lo que la misión de Alpharius se complicaba, siendo su principal objetivo el retrasar a ambas legiones lo máximo posible si es que no conseguía destruirlas.

Las tropas Leales más cercanas estaban en el interior del Sistema Phall, un grupo de Puños Imperiales que llevaba tratando de apoyar a las fuerzas ofensivas que participaron en Istvaan V y que estaban bloqueados debido a unas intencionadas Tormentas de Disformidad que los Dioses del Caos habían desencadenado para Horus. Mortarion se encargaría de ellos, con las órdenes claras por parte de Horus de reunirse con el en Terra una vez hubiera terminado para reforzar el Palacio Imperial que ya estaría en su poder.

Además de todos estos movimientos, Magnus el Rojo se puso en contacto con Horus para unirse a él por lo sucedido con el Emperador y los Lobos Espaciales tras destruir Prospero. Ahora, los Mil Hijos se encontraban esperando órdenes de Horus en las lunas de Fasdahn-Oryx.

Rogal Dorn asume el mando de los Leales

Los supervivientes de Istvaan V comenzaban a llegar, y con ellos las terribles historias de lo que allí había ocurrido. Entre las pocas buenas noticias que pudieron concluirse, se recuperó con vida el cuerpo del Primarca Corax, aunque gravemente herido.

Rogal Dorn debía empezar a moverse, la Legión leal más cercana era la de los Cicatrices Blancas, a la que Dorn envió la orden de volver a Terra. Los Lobos Espaciales, Ángeles Sangrientos, Ultramarines y Ángeles Oscuros también fueron avisados, pero Dorn no tenía posibilidad de saber si el mensaje había llegado a su destino. Los Puños Imperiales que envió a apoyar a las legiones de Istvaan V también trataron de ser contactados.

Esta fuerza de los Puños Imperiales llevaba meses incomunicada y aislada en el Sistema Phall, donde habían adquirido los dos planetas del Sistema como base de operaciones. Eran Mundos Agrícolas y en seguida, comenzaron a establecer maniobras de rutina, entrenamiento y naves de exploración mientras los astrópatas trataban de contactar con Terra o con las legiones leales.

De repente, las Tormentas de Disformidad se dispersaron y con una rapidez increíble, las fuerzas de Perturabo entraron en el sistema destruyendo una gran cantidad de naves de los Puños Imperiales. Sólo gracias a la rutina impuesta por los Puños Imperiales, consiguieron contraatacar de forma efectiva, estaban preparados y alerta, por lo que consiguieron repeler el ataque e incluso hacer retroceder a los Guerreros de Hierro.

Sin embargo, cuando los Puños Imperiales iban a lanzar la ofensiva definitiva para expulsar a sus enemigos, los astrópatas consiguieron contactar por fin con Terra, donde se les ordenaba regresar al planeta lo antes posible. Con una disciplina encomiable, no fueron tras los Guerreros de Hierro y se dispusieron a partir hacia Terra sin que Perturabo consiguiera impedírselo.

El Lobo y el Khan

Tras la Limpieza de Prospero, los Lobos Espaciales se encontraban en el sistema Chondax, muy cerca de donde se encontraban acuartelados los Cicatrices Blancas. De repente, la Legión Alpha emergió de la Disformidad para castigar al diezmado grupo de Lobos Espaciales y a los Cicatrices Blancas.

Jagahatai Khan deseaba ayudar a Russ desesperadamente, pero recibió la orden por parte de Rogal Dorn de volver con su flota a Terra inmediatamente. Además, le pidió que informara de ello a Russ y que hiciera lo propio con su Legión tras esquivar a la Legión Alpha. Tras pasar el mensaje a Russ y transmitirle sus disculpas, los Cicatrices Blancas partieron hacia Terra. Russ estaba furioso. Con sólo una cuarta parte de su Legión iba a tener que enfrentarse a la Legión Alpha.

La Conversión de la Guardia de la Muerte

Mortarion partió con su flota camino a Marte para preparar el asalto. Mientras surcaban el Inmaterium, unas Tormentas de Disformidad les salieron al paso poniendo en duda la posibilidad si quiera de participar en el combate. Sin embargo, tras un corto periodo de tiempo se calmaron para recibir al Destructor, el Dios del Caos de Nurgle que cambió a esta Legión para toda la eternidad.

Para la Guardia de la Muerte no había nada peor que la visita de Nurgle, ya que desde siempre habían tenido una gran fama por haber soportado todo tipo de condiciones adversas. La plaga se extendió por toda la flota, convirtiendo a los orgullosos Marines en enormes visiones de enfermedad física. Para Mortarion fue aún peor, ya que sufrió una transformación extrema, e incluso se dice que llegó a rogar al Emperador que perdonase sus pecados y le permitiera morir.

Sin embargo, tras el cambio de su Legión y el suyo propio, se dio completamente a Nurgle, que tomo a la Legión como suya. Cuando la Guardia de la Muerte salió de la Disformidad no tenía nada que ver con lo que algún día fue.

Mientras tanto en Terra…

La guerra en la telaraña se complica. A pesar de que la Legión Custodes y las Hermanas del Silencio parecían tener la partida ganada en un principio, cada vez había más demonios y fuerzas del Caos. Cada baja de los leales se notaba en exceso, y por cada Demonio enviado de nuevo a la Disformidad había cientos dispuestos a reemplazarlos.

Los combates eran cada vez más críticos, e incluso en una ocasión un Gran Demonio de Khrone llegó hasta la sala del trono del Emperador, momento en el que la Hermana Celia Harroda tuvo que intervenir para acabar con él, muriendo en el intento.
Como ese, hubieron muchos actos de sacrificio, pero el que más sufrió de todos fue el Emperador, ya que una vez que su Legión Custodes y las Hermanas del Silencio no pudieron contener por más tiempo a las hordas del Caos, tuvo que concentrar todo su espíritu en mantener el portal cerrado y evitar así que los enemigos entrasen en el palacio. El Emperador estaba encerrado en el Trono Dorado.

Rogal Dorn cada vez estaba más preocupado, ya que prácticamente no había podido contactar con ninguna de las Legiones de Marines Espaciales que podían prestarle ayuda. Los primeros en llegar fueron el resto de la Legión de los Puños Imperiales que habían combatido con Perturabo. Los sensores de Terra les detectaron al salir de la Disformidad cerca del punto de salto de Urano. Con muy poco tiempo de diferencia, también se detectaron a las Legiones de los Cicatrices Blancas y los Ángeles Sangrientos.

Todo comenzó a prepararse, Terra se rodeó de estaciones de defensa y minas, mientras poco a poco se iban detectando cada vez más contactos enemigos que se reunían Marte. El combate final estaba a punto de comenzar.

El Asedio de Terra

Tras destruir sin apenas esfuerzo las defensas exteriores, Horus comenzó el bombardeo orbital el trigésimo día de Secundus. La guerra había estallado no sólo en Terra, sino en toda la galaxia, ya que los Gobernadores locales que comulgaban con las ideas de Horus comenzaron a alzarse en armas en sus respectivos sistemas.
El cielo de Terra se ennegreció al comenzar a caer las cápsulas de desembarco. Los Primarcas Angron, Mortarion y Lorgar lideraban a sus respectivas legiones en el ataque. Angron, Primarca de los Devoradores de Mundos, lanzó a sus tropas contra el espaciopuerto del Muro de la Eternidad, mientras que las otras dos Legiones continuaban el asedio.

No se saben con certeza las razones por las que muchas de las tropas leales del Ejército Imperial se volvieron contra el Emperador. La primera consecuencia de uno de los mayores actos de traición en la historia de la humanidad, hizo que el a priori bien defendido espaciopuerto de la Puerta del León cayera en manos enemigas rápidamente.

Horus comenzó entonces el ataque final, y sus astronaves comenzaron a descender con el resto de sus ejércitos. Muchas fueron destruidas por las defensas terrestres, pero según iban aterrizando, las defensas iban cediendo por ser el primer objetivo de los traidores. El espaciopuerto del Muro de la Eternidad no tardó en caer en manos enemigas.

Con los espaciopuertos tomados, las legiones Traidoras junto a la Legión de Titanes se encaminaron a los Muros del Palacio Imperial. La lucha entonces, se hizo aún más encarnizada. Durante días las bajas siguieron aumentando, y las tropas leales fueron retrocediendo poco a poco. La estructura de los muros exteriores del Palacio Imperial eran laberínticos, por lo que cada vez que los atacantes conseguían entrar los defensores podían retroceder y seguir combatiendo por sus estrechos corredores, lo cual les confería una ventaja importante.

El demonio que ocupaba el cuerpo de Fulgrim, pensó que la lucha no tenía demasiado sentido para él, ya que por muchas tropas que se enviaran contra el palacio eran repelidas una y otra vez, así que sacó de allí a su Legión y comenzaron una verdadera oleada de destrucción por todo el planeta, un planeta completamente desprotegido en ese momento. Perturabo por su parte, que había regresado tras su enfrentamiento contra los Puños Imperiales fue de gran ayuda en este asedio, ya que los Guerreros de Hierro eran especialistas en asaltar fortificaciones, por lo que siguiendo sus instrucciones el asedio comenzó a fructificar.

Los Cicatrices Blancas llevaban todo el combate realizando ataques por los flancos de las tropas enemigas, pero el Gran Khan decidió realizar otra estrategia. Al abrigo de la noche, lanzó un ataque al espaciopuerto de la Puerta del León, ahora prácticamente sin defensas. Consiguió capturarlo y crear un perímetro defensivo, y comenzó a disparar las baterías láser a las naves que seguían tratando de desembarcar su mortífera carga contra el Palacio Imperial, por lo que privó a los traidores de refuerzos.

Al ver esto, muchas tropas leales trataron de tomar también el espaciopuerto del Muro de la eternidad, pero en esta ocasión fueron totalmente repelidos por los traidores.

Los muros exteriores del Palacio fueron finalmente superados gracias a los Titanes del Caos, y los traidores consiguieron acceder a lo que una vez fueron los Jardines del Palacio Imperial. La lucha fue encarnizada, se cavaron trincheras y los Titanes ya no podían realizar eficientemente su trabajo, ya que el espacio era muy reducido y quedaban expuestos con demasiada facilidad a las armas súper pesadas de los defensores.

Rogal Dorn y Jaghatai Khan estaban actuando fuera de Palacio, por lo que Sanguinius fue el encargado de organizar la última defensa. Ordenó a La Legio Custodes que realizase contraataques contra los enemigos, mientras que él y sus Ángeles Sangrientos formarían delante de la Última Puerta.

Los ataques de los Custodes eran muy efectivos, pero su número era muy limitado y poco a poco tuvieron que retirarse del combate. De la multitud de traidores, surgió una figura imponente que, tras desplegar sus alas se dirigió rápidamente hacia donde estaba Sanguinius. Éste, lo reconoció en seguida. Era Ka’bandha, el Principe Demonio al que se había enfrentado antes de regresar a Terra y que estuvo a punto de matarlo. El demonio que había dejado aquella inconfesable mancha en lo más profundo de su Legión.

En lo más alto de la Última Puerta, las dos poderosas figuras se enzarzaron en un violento combate. Se hizo el silencio, y ambos bandos detuvieron los combates para asistir a semejante espectáculo. Sanguinius consiguió dejar tuerto al demonio con su espada, pero este le dañó un ala al Primarca haciéndole caer. Mientras se precipitaba, Ka’bandha agarró a Sanguinius y los estampó contra el suelo a pesar de que el Ángel Sangriento consiguió herirle en el costado.

Ka’bandha se preparó para asestarle el golpe final, pero Sanguinius, haciendo acopio de sus últimas fuerzas, agarró al demonio de la muñeca y lo subió muy alto, para hacerlo caer como instantes antes le había ocurrido a él. El sonido al romperse la espalda del demonio dejó claro que el combate había terminado. Sanguinius, rodeado por crepitantes ondas de energía, levanto a su enemigo por encima de su cabeza y lo arrojó a las hordas de traidores. La batalla se reanudó, y Sanguinius marchó a la retaguardia debido a sus importantes heridas.

Rogal Dorn volvió poco después al Palacio a bordo de su gran Fortaleza Celeste, una cañonera fuertemente fortificada. Malcador había hecho una llamada para que los dos Primarcas y sus legiones volvieran al Palacio. Tras dejar a Dorn, la Fortaleza Celeste partió de nuevo a buscar al Gran Khan, pero fue derribada por los Titanes del Caos. Las tropas leales estaban ahora completamente solas.

El Emperador llamó por fin a Malcador: “El tiempo apremia Malcador. Horus cree que sus psíquicos me han impedido ver que ocurre fuera de Terra, pero soy mucho más poderoso de lo que puede imaginar. Los Lobos Espaciales están muy próximos a Terra, mientras que los Ultramarines y los Ángeles Oscuros vienen de camino hacia aquí. Él sólo puede terminar con esto enfrentándose a mí en persona. Actuará imprudentemente desoyendo a sus consejeros. He de estar preparado para tomar ventaja de su error. ¿Estas preparado para ocupar tu lugar en el Trono?”
“Por supuesto mi señor. Siempre he estado dispuesto a pagar la deuda que tengo hacía vos. Desde la primera vez que nos vimos, mi vida ha sido tuya.”

“Gracias viejo amigo. Serás recordado por tu sacrificio.”

Antes de subir al trono, Malcador trajo ante el Emperador a doce hombres, los mejores que había podido reunir tal y como le había pedido el Emperador. Cuatro de ellos no eran Marines Espaciales, mientras que los otros ocho, eran Marines de las legiones Traidoras que habían renunciado a sus propios hermanos manteniéndose leales a su verdadero Padre. Todos ellos eran grandes psíquicos.

“Malcador, has elegido bien. Estos ocho Marines Espaciales tendrán un importante papel que cumplir en el futuro del Imperio. Mantenlos en secreto.”

Las tropas del Caos se iban abriendo camino por las cada vez más debilitadas defensas del Palacio Imperial. Horus, desde su astronave, el Espíritu Vengativo, comenzó a realizar los preparativos para teletransportarse a Terra y dirigir personalmente la ofensiva final. Sin embargo, Erebus, de los Portadores de la Palabra, informó al Señor de la Guerra de las tres legiones leales que se encaminaban hacia Terra.

Horus actuó exactamente como había predicho el Emperador. Se puso furiosos por la victoria que las legiones leales habían obtenido fuera de Terra, y que harían prácticamente sin ninguna duda, que la batalla se desnivelase hacía el lado del Emperador. Dio la orden de bajar los escudos de su nave a pesar de los avisos de sus consejeros.

El Emperador se teletransportó a la nave de Horus. A pesar de que iba a ir sólo, tanto Rogal Dorn como Sanguinius no le dejaron partir sin ellos, así como un selecto grupo de sus guardaespaldas de la Legio Custodes.

Al llegar a la nave de Horus, el Emperador se dio cuenta de que algo había salido mal. Sus dos Primarcas no estaban junto a él, y sólo se encontraba con unos cuantos de sus guardaespaldas. El poder de Horus había llegado a tales extremos que fue capaz de conseguir separar al pequeño grupo de asalto del Emperador.
La nave tenía vida propia, y se fue llevando uno a uno a los guardaespaldas el Emperador. Cuando se quedó sólo, la nave le permitió acceder al puente de mando donde le esperaba Horus, con su garra de combate chorreando sangre. El cuerpo destrozado de Sanguinius estaba a los pies del Señor de la Guerra, que había conseguido teletransportarlo directamente hasta él. Ambos fueron grandes amigos en los días previos a la herejía, y Horus le ofreció un lugar a su lado. Pero Sanguinius se mantuvo leal al Emperador, y a pesar de sus heridas luchó contra Horus.

En el momento de la muerte de Sanguinius, todos los Marines Espaciales de los Ángeles Sangrientos tuvieron la visión de la muerte de su Primarca. Eso hizo que brotase en ellos la Rabia Negra que Ka’bandha había hecho aparecer en ellos y cargaron contra las tropas enemigas con una furia incontenible.

No atendían las órdenes de sus aliados, por lo que a pesar de las llamadas de los Puños Imperiales para que se reagruparan, les dejaron solos defendiendo la Última Puerta del Palacio del Emperador mientras ellos seguían avanzando destrozando a todo aquel que se ponía por delante.

Tras ver a su Primarca muerto, el Emperador sólo pudo articular un “¿Por qué?”.
“¿¿Porqué?? ¿Me preguntas porqué? Todos estos siglos luchando para nada. Estúpido enclenque, tu timidez te ha impedido dominar los poderes del Caos. Yo he hecho lo que tu nunca pudiste, he doblegado los poderes ruinosos a mi voluntadm y lideraré a la humanidad hacia una nueva era de supremacía galáctica. Lo he conseguido, Yo, Horus, Maestro del Caos, Señor de la Raza Humana, Verdadero Emperador de la Humanidad.”

El Emperador miró con tristeza al que una vez fue su hijo predilecto y le dijo apenado: “Ningún mortal puede dominar al Caos. Me crees débil por no seguir este camino, pero te estas engañando a ti mismo. Eres el sirviente del Caos, no su maestro.”

Tras un tremendo ataque psíquico, el Emperador se retorció de dolor. “Siente la verdadera naturaleza de mi poder y dime ahora que soy un esclavo” dijo Horus. El Emperador había sentido por primera vez las fuerzas de la Disformidad en el cuerpo del Señor de la Guerra. Con toda la fuerza de voluntad que fue capaz de reunir, el Emperador deshecho el ataque de Horus y se dispuso a combatir. Las armas entrechocaron entre si y el combate comenzó a todos los niveles, física, espiritual y psíquicamente.

A pesar de las atrocidades que Horus había cometido, el Emperador sabía que en el fondo seguía siendo su hijo predilecto, el más aventajado de entre todos los Primarcas. Esto le hizo contenerse en el combate, y tratar siempre de no matarle. Sin embargo, Horus no mostraba piedad alguna, y poco a poco el combate se iba decantando a su favor.

Un golpe de su garra de combate atravesó la armadura del Emperador, quién trató de contraatacar con una embestida psíquica. Sin embargo, Horus la repelió sin esfuerzo alguno y lanzó otro golpe, esta vez en la garganta atravesando la traquea y afectando a la yugular y un ojo. Otro golpe destrozó la muñeca del Emperador cortando los tendones evitando así que pudiera sostener la espada.

Con un puñetazo le rompió varias costillas, tras lo cual, lo alzó por encima de su cabeza y le rompió la columna vertebral con la rodilla. El Emperador estaba herido de muerte.

De repente, uno de los guardaespaldas del Emperador apareció en cubierta y cargó contra Horus. Desapareció en un segundo, pero fue este el momento en el que el Emperador comprendió que era imposible salvar ya a su hijo. Concentrando todo su poder en un único ataque psíquico, destruyó a Horus para siempre. Mientras Horus moría, sintió como las fuerzas lo abandonaban y la cordura volvía al Señor de la Guerra.

Sólo pudo decir unas cuantas palabras antes de morir: “He sido un tonto. Estaba tan equivocado…todo esta arruinado. Te he traicionado…padre. No quiero pedirte perdón…termina mi tormento…¡matame!. Estoy demasiado débil para resistir…me están llamando…por favor, termina con esto.”

El Emperador sabía que los poderes del Caos podían volver a Horus en cualquier momento, por lo que, a pesar de sus sentimientos, terminó con Horus para siempre.
Rogal Dorn tuvo que abrirse paso por la nave de Horus para llegar hasta el puente de mando, donde, junto a varios guardaespaldas del Emperador, le vio tendido junto a Horus y Sanguinius. Tras comprobar que aún no había muerto, pudo oír las órdenes de su señor: “El Trono…el Trono Dorado…¡llévame allí ahora!.” Junto a los Custodes y Sanguinius, se teletransportaron de nuevo al Palacio del Emperador.

Jagathai Khan estaba esperándoles. Las tropas enemigas habían huido al morir Horus, los demonios se desintegraban y las fuerzas leales tomaban rápidamente el control de Terra de nuevo. Siguiendo las órdenes del Emperador, le llevaron al Trono Dorado, donde varios Tecno-Sacerdotes estaban esperándolo. Malcador, ahora ya irreconocible, murió justo en el momento que lo desconectaban del gigantesco aparato.

Con sus últimas fuerzas, el Emperador se dirigió a los allí reunidos: “Mi pobre y valiente Malcador el Héroe. Me ha guardado un fragmento de su fuerza para que pueda dirigirme a vosotros. Si hacéis lo que os digo, entonces no moriré, mi espíritu al menos podrá sobrevivir. Mis lesiones son muy graves, mucho más de lo que había esperado, pero menos de lo que había temido. Mis poderes psíquicos volverán a mí con el paso del tiempo pero mi cuerpo jamás sanará. No volveré a caminar entre vosotros. Ahora estoy condenado a pertenecer a esta máquina para siempre. Mis leales guardaespaldas y guardianes saben lo que hay que hacer. ¡Debéis hacer lo que os digan!”

“Dorn y Jaghatai, tenéis mucho trabajo que hacer. Aunque la cabeza de la serpiente ha sido destruida, su cuerpo sigue amenazando a toda la humanidad. Vosotros y vuestros leales hermanos debéis luchar contra ellos. Limpiad la traición de nuestras estrellas. No debemos permitir nunca más que los Poderes Ruinosos del Caos tengan otra posibilidad.”

“¡Ahora marchad! Sabéis lo que tenéis que hacer. Hacedlo bien. El universo tiene aún muchos horrores que mostrarnos, este no es el final de la lucha. Este es simplemente el comienzo de nuestra cruzada para salvar a la humanidad.”

“¡Sed fieles! ¡Sed fuertes! ¡Permaneced Vigilantes!”
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AGRAMAR Enviado: 21.05.2007, 13:30
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muy buen resumen!de donde lo has sacado?



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miguel Enviado: 21.05.2007, 15:46
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Pues a ver, así a bote pronto que yo recuerde tenemos todos los reglamentos, codex, diferentes libros oficiales, The Horus Heresy Vol 1, 2, 3 y 4, las dos novelas traducidas, Index Astartes, wikipedia...

Lo cogí todo, lo ordené más o menos y lo separé en dos partes, el post de la Gran Cruzada que ya puse y este. Ahora estoy trabajando en los 300, 400 años posteriores a la Herejía.

Me alegro que te haya gustado, no le llega ni a la suela de los zapatos a lo que has recopilado tu por aquí pero vamos poco a poco. Si puedo ayudarte con cualquier recopilación de trasfondo dímelo.

un saludo
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angeloscuro_93 Enviado: 21.05.2007, 15:52
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joe tio esta que te cagas con esos resumenes se me queda todo en la cabeza no sabia muchas cosas de las que has puesto aqui y por si te interesa `puedes leer el asalto completo a terra en la pagina web de GW

YO ERA EL QUE SE IVA DE COPAS CON EL EMPERADOR(FIRMADO: ANGELOSCURO_93)
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AGRAMAR Enviado: 21.05.2007, 16:06
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ese ya esta puesto por aki..fue uno de mis primeros post...pero no lo saque de alli....



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miguel Enviado: 21.05.2007, 17:23
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Viene descrito con bastante detalle también en The Horus Heresy Vol 3 y 4.

Si no os importa, me gustaría haceros unas preguntas.

Ahora que estoy escribiendo lo sucedido tras la herejía, y llega el momento en que la Inquisición debe aparecer. Yo creo que la inquisición llega tras la huida de las legiones que van al ojo del terror (todas menos la legion alpha y los amos de la noche basicamente porque ninguna de las dos tiene necesidad de huir en ese momento).

Si hacemos caso a lo que comentan los libros de Horus Heresy, antes de que Malcador suba al trono dorado le trae al Emperador doce hombres, ocho de los cuales son Marines Espaciales de legiones traidoras que han luchado por el Emperador. Es probable que esos ocho Marines sean las bases de lo que luego serán los Caballeros Grises, y que los otros cuatro personajes representen cada una de las cuatro ordos de la inquisición, a saber: Hereticus, Malleus, Xenos y Veritas.

La información sobre la Ordo Veritas es muy confusa, no hay textos oficiales y he encontrado algunos detalles, si os interesan os puedo poner un resumen.

¿Sabéis o teneis acceso a algun texto donde explique más o menos como surge la Inquisición?

un saludo



editado por: miguel, 21 May, 2007 - 05:24
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miguel Enviado: 21.05.2007, 17:32
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Vaaaleeeeee al traste con mi teoría. Me acabo de dar cuenta que la Ordo Heréticus se crea tras la guerra de la apostasía por lo que es imposible que uno de esos cuatro tios representase esa Ordo, error.

saludos
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angeloscuro_93 Enviado: 21.05.2007, 18:03
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hombre yo no sabia nada de que la inquisicion fueran cuatro ordos(¿¿¿¿????) yo creia que eran tres jamas he oido hablar del ordo veritas asi que si averiguas algo ponlo por favor si te sirve de informacion la guardia de la muerte fue creada por la fortaleza inquisitorial de talassa prima para combatir especialmente a los tiranidos. y sobre el surgimiento de la inquisicion yo diria a primera vista que seria creada tras la herejia para controlar que los poderes del caos no se manifestaran en el imperio y no pudieran obtener pooder o algo asi

YO ERA EL QUE SE IVA DE COPAS CON EL EMPERADOR(FIRMADO: ANGELOSCURO_93)
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AGRAMAR Enviado: 21.05.2007, 19:57
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son tres:hereticus,maellus y xenos?hay una cuarta rama??



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miguel Enviado: 22.05.2007, 08:24
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Eso dicen las malas lenguas. como he dicho, no es oficial. Me podeis echar un cable con lo de la Inquisición entonces?

un saludo
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guerrino Enviado: 23.05.2007, 21:50
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http://www.dakkadakka.com/Forums/tabid/56/forumid/9/postid/116129/view/topic/Default.aspx



editado por: AGRAMAR, 23 May, 2007 - 09:54
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AGRAMAR Enviado: 23.05.2007, 21:57
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ademas si pones en el buscador de la web inquisicion y pones para buscar en el foro de trnasfondo te saldra un chorron de info...



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guerrino Enviado: 23.05.2007, 22:01
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ahi tienes un buen resumen del ordo veritas
parece ser una rama de la inquisicion encargada de los psiquicos del imperio en todas sus formas y especialmente en encontrar la verdad (de ahi su nombre), es decir, encontrar la mancha del caos en la mentes de los psiquicos

se apoya sobre todo en la eclesiarquia y en el arbitres y ayuda al ordo malleus y al hereticus
para ello cuenta con su flota de navios negros y sus examinadores e interrogadores son los mas fiables de la inquisicion

su funcion tradicional es ser los responsables de encontrar los psiquicos que necesita el astronomicon para funcionar , osea , hacer la leva de psiquicos planeta por planeta


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AGRAMAR Enviado: 23.05.2007, 22:07
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osea el apoyo inquistoria a la Liga....muy bueno!sera oficial?



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miguel Enviado: 24.05.2007, 08:41
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Como ya dije antes no es oficial.
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