Tema: Tarox y sus hombres
AGRAMAR
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Vidente de Sombras
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22.feb 2006 - 12:54

Tarox y sus hombres, por occultito de el cubli(un relato buenisimo tios....)

Cuando se decidió investigar los monolitos de Cadia, los generales tenían temor de perder muchos hombres por perturbar lo que se creían que eran tumbas ancestrales. Pero Urkasarkar E. Creed no tenía ese temor de perder hombres y envió la mejor escuadra a su disposición: La escuadra del Sargento Tarox.

Tarox era un hombre calculador y frío, altamente cualificado en el arte de las explosiones. El era llamado el “Saboteador” por sus mezclas explosivas de bombas de fusión. El y su escuadra fueron enviados junto a varios técnicos del Adeptus Mechanicus, los cuales tenían curiosidad por saber si esos monolitos podrían ser PCE’s.
Los valientes hombres y no tan hombres embarcaron en la nave de asalto Anphelius. Era una nave rápida y con una gran potencia de fuego. La Anphelius tenía la misión de ir a Kasr Sonnen, lugar donde se encontraba el monolito más grande según los informes térmicos y eléctricos. Pasaron 4 días y la nave llegó a Kasr Sonnen. Al ver el planeta, observaron como en el polo sur del planeta, una sombra consumía la luz del frío hielo.
La nave descendió a lo que sería el centro de la sombra. Era el único punto del polo que tenia luz; una luz del color de las plantas de una selva; un verde intenso y brillante. Cuando iban a aterrizar, un haz de luz golpeo y atravesó la nave de punta a punta. La nave quedo dañada y al desaparecer, el monolito volvió a brillar con intensidad; preparándose para volver a disparar.
El capitán ordenó la evacuación de la nave, que volvía a recibir fuego enemigo, pero esta vez era en forma de cristales finísimos como cuchillas. Toda la tripulación excepto la escuadra de karskins y los tecnosacerdotes. Que tenían una armadura mas resistente que el peto antifrag de la tripulación. El motor fue dañado e iba a explosionar. Los karskins cogieron sus armas del hangar de lanzamiento y se dispusieron a salir en las cápsulas de salvamento. Los tecnosacerdotes se quedaron en la nave para retener por un tiempo la explosión incontrolada de la nave.
El grupo se dividió en 2 grupos (cada uno de 5 hombres). Tarox miró por la ventana a la otra cápsula en todo momento, para ver que le pasaría. Pero el haz de luz del monolito volvió a disparar y destruyo la otra cápsula. El tecnosacerdote de Marte que pilotaba la nave activó el retropropulsor para poder aterrizar. La pequeña nave aterrizo en un lago congelado. Tenían que salir de allí o el hielo se aplastaría y morirían por la baja temperatura del agua. Tarox ordenó coger los suministros de supervivencia de la nave y los materiales para la construcción de un refugio. Los valientes soldados se pusieron en marcha. Al atardecer llegaron a un buen lugar para acampar. El “mecánico de Marte” se puso a construir un bunker para poder sobrevivir al frío de la noche.
En el bunker, Tarox y sus hombres rezaron una plegaria para que los hombres que murieron en la nave y fuera de ella. Al alba, recogieron el campamento y se marcharon a destruir ese monolito que tantas vidas se había cobrado. Unas horas después llegaron al monolito. El tecnosacerdote con su auspex avanzado detecto movimiento dentro de aquella construcción.
De repente, una nave aterrizo encima del monolito. Tarox entro en la construcción y el tecnosacerdote fue a la estación polar más cercana para intentar contactar con las tropas de todo Cadia. Al entrar, Tarox tuvo que hacer uso de su mezcla explosiva para derribar una puerta de 5 metros de alto al menos. Al entrar en la sala principal, vio unas estatuas que parecían necrones. Tarox estaba seguro de que esto estaba relacionado. Al avanzar unos metros, vio lo que parecía un ascensor.
Tarox y sus 4 hombres que quedaban se montaron en el ascensor. Bajaron unos kilómetros bajo el hielo. Al llegar al final del tubo por el que bajaba el ascensor (o lo que fuese eso) salieron de el y avanzaron hasta llegar al centro del nivel inferior. Aquel sitio parecía un coliseo. En el centro de el había un agujero negro, del cual salían muchos necrones. Desde arriba, Tarox tiró unas bombas de fusión que funcionaban por control remoto. Unos segundos después de tirarlas, todos los necrones miraron a la escuadra de karskins. La escuadra se replegó y se prepararon para la evacuación del complejo. De pronto, un sonido se escucho en toda la sala. Unos escarabajos necrones se lanzaron al combate.
Tarox ordenó abrir fuego. De la primera ráfaga, muchos escarabajos “murieron” pero estos no paraban de salir de un gran agujero. Para colmo, guerreros necrones subieron para ayudar a sus tropas. Tarox se replegó al ascensor, mientras una nube verde subía por el tubo. Cuando llegaron arriba, hicieron explosión las cargas y toda la estructura empezó a derrumbarse. Al salir de las ruinas de la estructura, los karskins, todos malheridos por las armas necrones, empezaron a caer rendidos, como si se apoderaran de sus cuerpos. Todos se desmayaron incluido Tarox que era el más fuerte de su escuadra. Unas horas después, del espacio descendió una nave. Tarox abrió sus ojos para ver que pasaba.
Creía que eran más necrones que venían en auxilio de sus camaradas. Pero se equivocó, ya que era una nave imperial que había despegado al recibir la señal de auxilio del tecnosacerdote. Al aterrizar, el mismo que les salvo de la muerte mandó a unos guardias recoger a sus compañeros. Al llegar a la nave, el tecnosacerdote y sus sirvientes hicieron un chequeo a los karskins. El resultado fue malo: las armas que les hirieron contenían veneno. Si no actuaba rápido, morirían. La única cura era la de quitar el veneno de la sangre pero esto sería a un alto precio; las zonas afectadas no podrían moverse y se infectarían al cabo del tiempo. Por eso, el medico decidió inyectarles implantes robóticos en las zonas afectadas. Pero aún tenían que hacer una cosa. El tecnosacerdote tenía que insertarle una armadura típica de Marte para humanos.
De ese modo, las tropas imperiales supieron los secretos de los monolitos, los cuales serían destruidos ya que suponían un peligro para el Imperio. En estos tiempos tan oscuros, Tarox y sus hombres siguen luchando por Cadia y el Imperio