Vidente de Sombras
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Por bohoromir
La Herejía de Horus
De todos los Primarcas Jaghatai no era el más fuerte. Ese título correspondía a Horus, Primarca y Señor de la Guerra del Emperador. Su Capítulo también conquistó muchos planetas destacados, y Horus viajaba con frecuencia a la Tierra para consultar con el Emperador y trazar nuevas estrategias. Los dos estaban muy cercanos, y se rumoreaba que algún día Horus reemplazaría al Emperador como su sucesor. Esto no era suficiente para Horus. Su Capítulo, los Hijos de Horus, habían conquistado grandes porciones del Norte y el Este galáctico. Le fue otorgado el control de más y más tropas. No sólo controlaba su propia Legión, si no que le era concedido mando sobre otros Primarcas, liderando a miles y miles de Marines hacia la batalla.
Horus tenía poder, pero lo quería todo. Las Fuerzas del Caos tocaron a Horus. El Caos encontró que su orgullo era fácilmente manipulable y en algún momento Horus renunció al Emperador y decidió que sería el nuevo gobernante del Universo. Muchos de los Capítulos de Marines bajo control directo de Horus se unieron a su causa. Otros renegaron de él y de sus acciones. La lealtad de los Cicatrices Blancas nunca se puso en duda.
Horus había jurado obediencia a los Dioses del Caos, poderosos Demonios Supremos que moraban en la Disformidad y querían conquistar el mundo real para su propia diversión. A cambio, los Dioses del Caos concedieron a Horus poderes malignos más allá de lo imaginable. Poder más allá de los ya increíblemente mejorados Primarcas. Poder que rivalizaba con el del mismísimo Emperador. Guerreros corrompidos por el Caos combatieron contra los Marines Espaciales en miles de mundos. Mucho de lo que se había ganado durante las Cruzadas se perdió. Como un cáncer la Herejía infectó toda la estructura del Imperio, y finalmente las fuerzas del Caos se abrieron paso hacia la Tierra.
La Batalla de la Tierra
El Emperador finalmente comprendió que el Caos tenía las de ganar. El más grande de sus hijos, Horus, había sido tentado por los Dioses Oscuros y se había rendido. Ahora contemplaba con horror cómo sus propios Marines Espaciales, deformados por los poderes del Caos, combatían contra él por todos los rincones del Imperio. La vasta percepción psíquica del Emperador recorrió toda la Galaxia, y se horrorizó ante lo que vio. Planeta tras planeta caían ante las hordas del Caos. El Emperador sabía que Horus iba a ir a por él. Horus quería su trono.
El Emperador llamó a sus Marines Espaciales más cercanos. Los Puños Imperiales, liderados por Rogal Dorn, tenían su base en la Tierra y eran la fuerza principal de defensa del Sector Terra. Ellos y la Guardia Imperial Real no serían suficientes para resistir el asalto final. El Emperador envió una señal de emergencia a todos los Capítulos de Marines que pudiesen responder. "La Tierra está a punto de ser atacada, venid a cualquier precio."
Muchos de los Capítulos de Marines leales ya estaban librando combates, defendiendo todos los planetas que podían, manteniendo todo lo que podían de la Galaxia lejos de las garras del Caos. De todos los Capítulos de Marines leales sólo los Lobos Espaciales, los Ángeles Oscuros, los Ángeles Sangrientos y los Cicatrices Blancas respondieron a la llamada. Los Lobos Espaciales y los Ángeles Oscuros estaban en un sector muy alejado. Seguramente no llegarían a tiempo. Así que Jaghatai Kahn reunió a sus Marines y partió hacia la Tierra.
El Emperador tenía un plan...
Los Puños Imperiales se encargarían de la primera defensa en las afueras del Palacio Imperial. Dentro, Sanguinius lideraría a sus Ángeles Sangrientos. La Guardia Imperial defendería los dos masivos espaciopuertos, evitando que las fuerzas del Caos pudiesen desembarcar tropas ya que Ciudad Imperial estaba abarrotada de torres y construcciones masivas.
A los Cicatrices Blancas les concedió el honor de emboscar al Caos. El Emperador había escuchado a Jaghatai hablarle sobre su emboscada a los Orkos. En lugar de esconderse bajo la superficie de un desierto de sal, el Emperador los hizo esconderse dentro de edificios derruidos y antiguos almacenes. Una vez que las fuerzas del Caos hubiesen pasado ante ellos hacia el Palacio Imperial, los Cicatrices Blancas los atacarían por la retaguardia.
El Caos llegó. ...
Los Ángeles Oscuros y los Lobos Espaciales estaban aún a mucha distancia de viaje. Justo antes de que el Caos comenzase a desembarcar sus tropas, tuvo lugar la mayor traición de todas. La Guardia Imperial, que había estado defendiendo los espaciopuertos, se volvió contra sus camaradas. Leales ahora al Caos, masacraron división tras división de sus antiguos compañeros. La 1ª División Blindada, leal al Emperador, escapó de la carnicería y se retiró hacia los barracones que ocupaban los Cicatrices Blancas. Allí fueron admitidos y sus heridos atendidos. Cuando Jaghatai oyó estas noticias se puso furioso. A través de sus dientes apretados gruñó: "Haré que el Caos pague por su traición a mi padre."
El Caos pasó a su lado. Odiosos seres de todo tipo de viles contaminaciones formaban sus filas. Se apiñaban contra los edificios en los que los Cicatrices Blancas acechaban en silencio.
Pronto hubo pasado la primera oleada. Jaghatai oyó el sonido de la lucha llegar desde el Palacio. Se dirigió a sus tropas y dijo: "Cicatrices, ha llegado la hora. Por todo lo que creemos sagrado, si vamos a sobrevivir a este día debemos actuar con la velocidad de la Cobra y el poder del Relámpago. Hoy se trata de vivir o morir. Recitad las letanías de la invocación con fuerza y reverencia. Hoy vamos a morir con gloria y honor en el nombre del Emperador. ¡CICATRICES BLANCAS! ¡ADELANTE!" Los Marines salieron de sus escondites y corrieron por la ciudad en ruinas hacia el Palacio Imperial. En lo alto de su Rhino de mando, Jaghatai Kahn anunció su presencia a los viles Señores del Caos y a los leales defensores de los muros del Palacio. Alzando su pistola, Jaghatai lanzó una única bengala de color rojo.
Ese día murieron muchos más que cualquier otro. Los cuerpos de los muertos yacían sobre los escombros, y los vehículos y las tropas marchaban indiferentemente sobre ellos como si fuese tierra firme. Los Cicatrices Blancas lucharon con una ferocidad que a menudo igualaba o incluso superaba la furia berserker atribuida a los Lobos Espaciales. Estos guerreros entrenados por el Emperador lucharon como inmortales, pero no eran bastantes. No tenían el Estilo Do impreso en sus almas, y aunque eliminaron a cien guerreros del Caos por cada Cicatriz Blanca que caía, seguían cayendo. Al final resultó que había demasiados traidores. Por detrás de los Marines Traidores avanzaban los Hombres Bestia, y también Demonios. Caían del cielo en una constante lluvia de cápsulas de desembarco. Por cada renegado que moría tres ocupaban su lugar.
Los Cicatrices Blancas estaban perdiendo. Habían perdido las Compañías 5ª a 8ª, ambas inclusive. La 3ª estaba aislada del resto, rodeada de Demonios. Tras varios días de duros combates en los que ninguno de los dos bandos consiguió progresos significativos, Jaghatai les ordenó que se escondiesen y esperasen su señal.
Jaghatai se retiró a la retaguardia. "Si solamente estos engendros del Caos no recibiesen refuerzos tan rápidamente, ya hubiésemos podido ganar la batalla.", pensó. Podía ver cómo el Palacio se estaba desmoronando. Sobre él, en el aire, se estaba desarrollando una tremenda batalla entre Sanguinus y uno de los Grandes Demonios del Caos.
La inspiración le llegó a Jaghatai, que ordenó a sus tropas dar media vuelta. Cuando llegó la noche y todos sus hombres estaban preparados, ladró por su comlink: "Primera y Segunda Compañías, preparaos para un ataque relámpago sobre el Espaciopuerto Puerta del León. Tercera Compañía, espera mis órdenes. ¡1ª División Acorazada, responda!"
"Aquí 1ª Acorazada."
"Soy el Primarca Jaghatai Kahn de los Cicatrices Blancas. Tomo el mando de su División. Dejad a los heridos y poned en marcha cualquier tanque disponible. A mi orden, abridnos camino hacia el Espaciopuerto Puerta del León. Pasad por encima de cualquier cosa que veáis. Si no sois lo suficientemente rápidos, os alcanzaré y os mataré personalmente ¿Entendido?"
"Afirmativo, Primarca Kahn."
"Entonces a mi señal". Kahn sintió el poder fluyendo por su cuerpo, como el día que cruzó el Desierto de la Cicatriz Blanca. "¡Ahora beberemos las almas de los muertos!", gritó. "¡POR EL EMPERADOR Y ARIANA!". Por primera vez en su vida, Jaghatai lanzó una segunda bengala en una misma batalla.
La 1ª División Blindada cumplió su promesa. A través de vehículos, tropas, edificios, parques y cadáveres abrieron un camino hacia el Espaciopuerto Puerta del León como si fuesen un estilete. Saliendo de sus escondites, los Cicatrices Blancas los siguieron. Cuando llegaron, Jaghatai saltó de su Rhino hacia los muros. Estaba envuelto por la furia de su pasado. La 1ª División Blindada empleó sus propios vehículos destruidos para formar una rampa de chatarra que alcanzase lo más alto del Espaciopuerto. El grito de furia de Jaghatai resonó en los odios de sus Marines, que se apresuraron a seguirle trepando por la rampa.
Al final no hubo supervivientes del Caos. Jaghatai reactivó los escudos defensivos del Espaciopuerto, y se rió cuando varias Thunderhawks capturadas se estrellaron contra las barreras de energía y estallaron. Los Marines Espaciales tomaron posiciones en los muros mientras los restos de la 1ª División Acorazada retiraban la rampa y entraban por las puertas antes de sellarlas. En el Espaciopuerto había suministros médicos, armas y munición almacenadas por el Caos, aunque comida y agua permanecieron intocadas por miedo a que no fuesen totalmente saludables. Reforzados, los Cicatrices Blancas tomaron la decisión de resistir hasta la muerte. Jaghatai alzó el estandarte del Emperador sobre los edificios del Espaciopuerto. Junto a él ondeaba el símbolo del relámpago rojo de los Cicatrices Blancas. Incluso a tal distancia pudo ver a las tropas en lo alto del muro del Palacio Imperial recobrar fuerzas y expulsar a los atacantes una vez más. Los Cicatrices Blancas habían cortado una importante línea de suministro enemiga, y las tropas del Emperador habían logrado la primera victoria significativa contra los Traidores. Gracias a los Cicatrices Blancas aún había esperanza.
La voz de Rogal Dorn resonó en el comlink unos días después de tal hazaña:
"¡Saludos, Kahn! Siento informarte de que aún tenemos problemas. Voy a enviar a la mitad de mi fuerza para intentar tomar el Espaciopuerto Muro de Eternidad. El Emperador nos necesita para defenderlo, Sanguinius está malherido, quizás demasiado para seguir luchando. Estoy en ruta hacia el Palacio a bordo de la Fortaleza Celeste. Cuando llegue, la enviaré a buscarte."
"Comprendo", replicó Kahn. "¿Qué hay de Russ y El'Johnson?"
"Llegarán pronto, aunque no sabemos exactamente cuándo. Si tus tropas pueden resistir hasta entonces, tendrán un sitio donde aterrizar gracias a tu actuación. Con esos refuerzos podemos cambiar el curso de esta batalla. Pero creo que ese bastardo de Horus intentará alguna jugada antes de que lleguen. Sabe que entonces le superaremos, y puede que haga algún esfuerzo por intentar llegar al Emperador."
La Fortaleza Celeste nunca llegó al Espaciopuerto Puerta del León. Después de dejar al Primarca de los Puños Imperiales fue destruida por una andanada disparada por los titanes de la Legión Cabeza de Muerte. Jaghatai contempló con horror cómo el transporte que tendría que llevarlo junto al Emperador era derribado. Sin otra opción, los Cicatrices Blancas mantuvieron el Espaciopuerto libre de tropas traidoras durante un par de días más. Entonces la historia siguió su curso. Horus desactivó los escudos de su nave, y el Emperador, Dorn y Sanguinius aceptaron el reto. Antes de irse, Jaghatai escuchó a Dorn.
"Kahn, ¿dónde estás? Estamos atacando la nave insignia. ¡KAHN! ¡Te necesitamos, maldita sea! ¡Responde!". La estática de los teleportadores cortó la respuesta de Kahn. Todo lo que podía hacer era mirar hacia el cielo.
Jaghatai presintió el momento en que Horus murió. Eran, después de todo, hermanos. Todas las fuerzas del Caos quedaron desordenadas. Era como si se hubiesen olvidado de cómo luchar. Se volvieron unas contra otras como si quisiesen borrar toda prueba de su existencia. Los defensores estallaron en júbilo. Jaghatai no compartió su alegría. Por el comlink oyó a Dorn. "Kahn, Sanguinius ha muerto, y el Emperador está agonizando. Ha dado instrucciones para la construcción de una máquina que quizás le permita seguir viviendo, pero no es seguro. Horus también ha muerto. Nos ha costado mucho, pero lo hemos detenido. Hemos ganado."
"Sí," pensó Jaghatai. "Primero mis tácticas perdieron a Ariana, y ahora mi Padre yace moribundo sin que yo haya hecho nada. Hemos ganado, pero... ¿a qué precio?"
Cuando los Lobos Espaciales y los Ángeles Oscuros llegaron, los Cicatrices Blancas les dieron la bienvenida en el Espaciopuerto. Una vez que Jaghatai les contó a sus hermanos lo ocurrido, reunió a sus propias tropas.
"Marines, habéis luchado con valor durante estos oscuros días. Pero ahora sé que mi espíritu está debilitado. Podía haber salvado al Emperador, pero ahora está moribundo. Es una vergüenza que no puedo soportar. Estoy cansado de la guerra. Permaneceréis aquí y recibiréis los honores que se os deben como héroes que sois. Yo me iré en la Constantinus a Denevar III."
Sus tenientes se arrodillaron ante él: "Eres nuestro Primarca," dijeron "Allá donde tu vayas, nosotros te seguimos. Somos demasiado pocos para ser de utilidad aquí. Déjanos ir contigo." Tras ellos se arrodilló el Comandante de la 1ª División Acorazada: "Si el Emperador muere, yo te juro obediencia a ti, Jaghatai Kahn de los Cicatrices Blancas. Las vidas de mis hombres te pertenecen pues tú los salvaste; ahora te ofrecemos nuestras almas."
"Muy bien, entonces." dijo Jaghatai gravemente "Iremos a Denevar III y nos recuperaremos todos."
El Regreso de Jaghatai Khan
Cuando Jaghatai volvió a pisar Denevar III, cuatrocientos años después de su partida, se encontró con que la gente aún no le había olvidado. Varias naves de desembarco fueron lanzadas desde la fragata Constantius. Aterrizaron en los bordes del Desierto de la Cicatriz Blanca. Las puertas se abrieron y Jaghatai llegó a su hogar.
En menos de una hora, a través del desierto y las colinas, apareció una tropa de monjes. Iban vestidos con las mismas ropas blancas de batalla, en lugar de las amarillas y rojas de meditación. Confiados y seguros avanzaron hacia Jaghatai.
Jaghatai se dirigió a los mojes cuando éstos llegaron a una distancia prudencial. En voz alta dijo: "Soy Jaghatai Kahn, quien creó a los Guerreros Cobra y los Bebedores de Almas. Soy quien expulsó a los Orkos de Denevar. He perdido mi rumbo. He regresado a casa para encontrarlo".
El grupo de monjes inclinó sus afeitadas cabezas en señal de respeto. Sus líderes se adelantaron. "Soy Shinsori Kahn, nieto de Tenitsu Kahn. Soy el líder de los monjes guerreros de la Cicatriz Blanca. Bienvenido a casa, Honrado Abuelo. Nuestros profetas dijeron que volverías."
La reunión fue tranquila. Los monjes de Denevar simplemente aceptaron a los recién llegados y comenzaron el proceso de integrar a los Marines en sus distintas Órdenes. Se afeitaron sus cabezas, se escucharon sus votos y se pronunciaron las letanías. Jaghatai y Shinsori hablaron durante muchos días. Shinsori era tan rápido y fuerte como cualquiera de los genéticamente alterados Marines Espaciales. Su esperanza de vida era mucho mayor que la de otros humanos, y sus años le habían permitido dominar muchas formas del Estilo Do, y hacía mucho que llevaba el título de Anciano Maestro. Se convirtió en el líder de todas las Órdenes.
Le dijo a Jaghatai que aunque quedaban Orkos en Denevar, eran mayoritariamente criaturas salvajes. Habían sido conducidos a la locura o una existencia animal después de la noche que significó la destrucción de su raza en el planeta. La Orden de los Monjes había comenzado incluso a cultivar las tierras al sur de la Cicatriz Blanca. Los monjes recordaban las batallas. Habían recordado su entrenamiento militar y lo habían incluido en el Estilo Do. Mantenía las mentes alerta y los cuerpos en forma.
Jaghatai dijo a su nieto: "Mi mente está destrozada, y mi espíritu ha flaqueado. Me iré a las montañas y meditaré hasta que esté curado. Te dejo al cargo de mi Legión, ya que el Imperio necesita defensores. Cogerás a los más dignos de cada Orden, y los Apotecarios de mi tropa te dirán cómo darles el poder de los Cicatrices Blancas. Mientras yo esté fuera, reconstruirás el Capítulo con tus monjes."
Le dio más instrucciones a Shinsori. Aunque Jaghatai no confiaba en vehículos pesadamente blindados que enlentecerían un asalto relámpago, había aprendido en el asalto a la Tierra que en ocasiones eran necesarios. Los miembros de la 1ª División Acorazada fueron alterados con material genético de su Primarca y ascendidos al estatus de Compañía. Dado el pequeño número de monjes, y la gran necesidad de Marines, también fueron elegidas mujeres para formar parte del Capítulo. Los más sobresalientes de los oficiales recibieron el distintivo de los Bebedores de Almas, y el mando de sus propias Compañías. Los monjes de la Orden de Jinn entrenaron con los Tecno-marines Imperiales, y finalmente fueron enviados a Marte para completar su iniciación. Aquellos que no fueron elegidos no guardaron rencor. Los monjes y adeptos de los Marines trabajaron codo con codo incluso durante la cosecha.
Cuando el entrenamiento ya había comenzado, y el Capítulo podía considerarse recuperado, Jaghatai caminó hacia el Monasterio de la Montaña del Invierno, en lo más alto de las cumbres norteñas. Antes de irse le dijo a Shinsori: "Una vez que hayas curado al Capítulo, viaja a la Tierra. Los Tecno-marines enseñarán a la Orden de Jinn cómo pilotar la Constantinus. Si el Emperador está vivo, le servirás. Si no, servirás a su sucesor. Debo pagar por mis faltas. Mi mente viajará por la Disformidad. Cuando esté curado, algún día, regresaré." Esas fueron las últimas palabras conocidas de Jaghatai Kahn. Muchos han peinado las montañas norteñas en su busca, pero nunca ha sido encontrado.
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