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Moderado por: AGRAMAR, j, Janus

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Typhus,el viajero de Nurgle(y el Terminus est)

AGRAMAR Enviado: 22.02.2007, 04:57
Vidente de Sombras
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Typhoon

Typhus


"Mírame y date cuenta de que puedo matarte cuando quiera y no tienes ninguna posibilidad de evitarlo, a menos que contemples la oscuridad que yace oculta en el rincón de tu propia mente. Allí encontrarás al Padre Nurgle listo para darte vida a cambio de tu obediencia. Niégate a él y serás mío".

Cuando Mortarión, primarca de la Guardia de la Muerte, se alió junto con su legión con las fuerzas del Señor de la Guerra Horus contra el Emperador de la Humanidad, desconocía el precio que tendría que pagar por aquella traición. Sin embargo, uno de los guerreros de la Guardia de la Muerte lo sabía muy bien. Se llamaba Typhon y lo habían reclutado (al igual que a muchos otros de las fuerzas de Mortarión) en el mundo salvaje de Barbarus, donde creció el primarca. Barbarus era el hogar no solo de hombres, sino también de los inhumanos gobernantes que vivían a su costa.



En su juventud, Mortarión había logrado expulsar a dichas monstruosidades, pero debido a su cruel dominio había muchos híbridos de ellos. Las líneas de sangre no eran fáciles de seguir y, además, Mortarión tenía otros asuntos más importantes de los que ocuparse; por eso no supo que Typhon pertenecía a una de esas líneas de sangre. Poseía unos poderes físicos formidables que le permitían vagar tranquilamente por el mundo de Barbarus, que estaba eternamente cubierto de niebla. Con todo, por aquel entonces, aquellos poderes aún eran latentes y solo llegarían a desarrollarse plenamente con el tiempo y el entrenamiento.

Cuando la Guardia de la Muerte empezó a reclutar nuevos guerreros en Barbarus, Typhon fue elegido por sus habilidades guerreras. En la actualidad este proceso es muchísimo más preciso, ya que ahora se poseen muchos más conocimientos acerca de cómo conservar la pureza de la semilla genética, por lo que un capítulo de Marines Espaciales de un millar de hombres puede ser muy selectivo a la hora de reclutar. En los tiempos de la Gran Cruzada las legiones necesitaban reclutas de alta capacidad física y con el coraje suficiente como para seguir a sus primarcas a la batalla. Cuando se dieron cuenta de que Typhon era además psíquico, fue bienvenido con mayor entusiasmo aún, ya que cada legión estaba aumentando su número de bibliotecarios.

Pero lo que nadie sabía era que aquel Guardián de la Muerte ya albergaba un alma mancillada. Cuando Mortarión lideró a su legión en la Gran Cruzada del Emperador, Typhon ya hacia tiempo que trataba con los dioses oscuros. Estos le concedían favores y, gracias a ellos, Typhon pudo escalar posiciones hasta llegar a ser Capitán Epistolario, comandante de la nave de batalla Terminus Est y de una compañía entera de la Guardia de la Muerte. Cuando la Guardia de la Muerte se unió a Horus, fue Typhon el que liquidó a los navegantes de la Guardia de la Muerte argumentando que todavía eran leales al Emperador. Fue Typhon el que prometió a Mortarión que sus poderes podrían conducir la Guardia de la Muerte a través de la disformidad para llegar a Terra y fue Typhon el que los condujo a la perdición, al quedarse estancados en la disformidad, a la deriva y sin poder hacer nada.

El viaje a Terra fue la primera ocasión en que una de las Legiones Traidoras pagó el precio por haber traicionado al Emperador. Fue una pesadilla que los afectaría de la manera más horrible posible. El tiempo fluye de forma distinta en la disformidad y el duro trance por el que Typhon los hizo pasar podría haber durado tanto días como siglos. Al final, ninguno de los guerreros a bordo de la nave de batalla Terminus Est se acordaba ya de cuánto tiempo hacía que estaban estancados junto con el resto de la flota. Para cuando se hizo presente el verdadero horror, ninguno de ellos podía resistir ya aunque hubiera querido.


Los miembros de la Guardia de la Muerte fueron cayendo presos de una plaga tan potente que ni sus múltiples pulmones ni su riñón olítico pudieron protegerlos. Siguieron estando conscientes pero paralizados y sin poder hacer nada más que resistir el ardiente dolor que inundaba sus cuerpos. Tan solo su inextinguible instinto de supervivencia los preservaba.

Aquel instinto tuvo que superar la más dura de las pruebas hasta que el zumbido de fondo de los generadores de los escudos de la disformidad se apagó y fue sustituido por una lejana vibración que fue creciendo poco a poco de intensidad. De repente,esta se transformó en el batir de un millón de alas a la vez que un sinfín de moscas disformes negras y abotargadas se colaban por los cascos de todas las naves. Era el enjambre destructor, la más terrible de las plagas de Nurgle. Las moscas cubrieron a toda la Guardia de la Muerte paralizada y se fueron alimentando de su sudor, infectando sus heridas e infectando cada uno de sus orificios. Los cuerpos que yacían por toda la embarcación empezaron a contorsionarse de forma incontrolada a medida que las moscas de la plaga iban poniendo los huevos en su interior. La carne y la armadura se fueron hinchando según la corrupción y la miseria los iban llenando por dentro, abotargando y dilatando sus cuerpos hasta que estos explotaban dejando entrever lesiones llenas de pus y entrañas colgando de sus cuerpos destrozados.

Typhon fue el primero en despertar en el puente de la nave de su señor y se puso en pie en medio de una miasma de muerte. Desde lo más profundo de su ser emitió un rugido estertóreo recubierto de flema:

-Más.

Las moscas de la plaga de toda la nave abandonaron a sus huéspedes y fueron volando o andando hasta él. La marea fluyó hacia él sin cesar hasta desaparecer por completo. Era imposible que su cuerpo pudiera permanecer en pie, pero aquel cuerpo ya no era el de Typhon, ahora era el huésped del enjambre destructor, el hijo predilecto de Mortarión. Ahora era Typhus.

Había recibido aquel don directamente de su verdadero señor, Nurgle, el Señor de la Descomposición y el dios al que había servido mucho antes de la corrupción de Mortarión. A pesar de seguir las órdenes de Mortarión, estaba claro que Typhus solo podía llamar "amo" a Nurgle.

En el Ojo del Terror, Mortarión dio forma a su mundo infernal para que se asemejara a Barbarus, pero a Typhus le repugnaba tal muestra de melancolía. Su lealtad era para Nurgle y Nurgle se hacía más fuerte cuando los mortales temían a la muerte. Typhus acudió muchas veces al plano mortal con su nave y sus seguidores y así fue como se fue forjando la leyenda del viajero, del Heraldo de Nurgle. Los dones que le ha concedido Nurgle son prueba de la cantidad de mundos que ha arrasado y del sinfín de almas que ha condenado.



EL TERMINUS EST



La Terminus Est fue una de las primeras naves de línea que el Emperador asignó a la Guardia de la Muerte. Poseía un diseño único que databa de los años de la Gran Cruzada y que en el M36 se copió como parte de la Prerrogativa Gareox para crear la clase Saqueador, pero, tal y como era de esperar, el primer navío era considerablemente más poderoso que su copia.

No se tienen datos concretos acerca de la configuración de la Terminus Est de los tiempos anteriores a la Herejía. Existen ciertas referencias que parecen sugerir que se utilizó principalmente como nave de asalto planetario, lo cual no es de extrañar, ya que esa es una de las funciones asignadas a los navíos de las Legiones de los Marines Espaciales. No obstante, la mayor parte de las naves que se emplearon en la Gran Cruzada estaban plagadas de fallos del sistema que el Imperio no podía reparar al carecer de los conocimientos necesarios para ello. A menudo, esto hacía que muchos de sus sistemas se sustituyeran por otros menos efectivos, pero que presentaban alternativas de mantenimiento más sencillas.

En cambio, existe mucha más información sobre la misión que llevó a cabo la Terminus Est durante la Herejía. En Istvaan, la Terminus Est se enfrentó y destruyó a la Sombra del Emperador, el buque insignia de la Guardia del Cuervo. Hay quien dice que aquel conflicto fue el primero entre cruceros de batalla con naves de ataque del que se tiene memoria. El combate acabó deprisa y privó a las fuerzas leales al Emperador del apoyo aéreo en la subsiguiente masacre.

Cuando se divisó a la Terminus Est como parte de la armada que siguió a Horus hasta Terra, esta había cambiado. Portaba la marca de Nurgle, al igual que todas las demás naves de la Guardia de la Muerte. Cuando Mortarión dirigió el asalto contra el puerto estelar de la Puerta del León, Typhus se encargó de comandar la Flota de la Plaga y, según los rumores, fue él el que empezó el bombardeo orbital del palacio del Emperador.
Tras la muerte de Horus y la llegada de los refuerzos de los leales al Emperador, las formidables reservas de naves de ataque de la Terminus Est ya se habían enviado a formar una retaguardia para que la Guardia de la Muerte pudiera ser evacuada. La Guardia de la Muerte huyó hacia el Ojo del Terror junto con el resto de las Legiones Traidoras y desapareció del mundo de los humanos durante siglos.

Se sospecha que las Legiones Traidoras lucharon entre ellas en el interior del Ojo y es una fuente de gran orgullo para la Guardia de la Muerte que su Primarca Mortarión, transformado en príncipe demonio, conquistara un poderoso imperio en el interior del Ojo y lo moldeara a su gusto. Typhus y la Terminus Est se encontraban entre los primeros de la Guardia de la Muerte en volver a ser avistados en el M35 cuando desataron la plaga en el sistema Agripina A. Las múltiples victorias de la Terminus Est contra los contingentes de batalla que fueron enviados contra ella tuvieron una gran influencia en la manera de actuar de la Flota Imperial. En el M36 una fuerza expedicionaria del Adeptus Mechanicus consiguió encontrar los planos de su construcción en el mundo perdido de Barbarus y empezaron a construir la clase Saqueador. En aquel momento no podían saber que la arquitectura y el diseño de los escudos de la disformidad de esa clase escondían un error corruptor fundamental. Solo se dieron cuenta de lo que ocurría cuando en los siglos siguientes las naves de esta clase se perdieron en la disformidad o se volvieron renegadas.

La Terminus Est y Typhus no tuvieron un papel central en la Guerra Gótica, durante la cual la única prueba de su presencia fue un único avistamiento cerca de Yunque 206. Sin embargo, teniendo en cuenta posteriores acontecimientos a partir del avistamiento desde Yunque 206, es evidente que cumplieron con una misión determinada.

En el M41 la Terminus Est sigue siendo una de las naves más antiguas de las que el Imperio tiene conocimiento. El poder de Nurgle mantiene unido a su viejo casco y por sus oscuros pasillos borbotean las plagas más virulentas. La Terminus Est forma parte del reino de Nurgle y se le ha concedido el poder de viajar por las estrellas para extender la muerte bajo el mando de su oscuro capitán. La Flota Imperial no descansará hasta que esta nave haya sido destruida y purificada para siempre.



Sistema de Cadia 2675999.M41

La cámara de teleportación del Terminus Est parecía latir poseída de vida impía. Las paredes que antaño contuvieron paneles con los circuitos más avanzados rezumaban ahora babosidades y se revolvían con las contorsiones de los condenados. En el centro de la sala se encontraba Typhus.

Agachado en el suelo, el único cuerno que sobresalía de su casco fue asintiendo ante cada una de las cinco velas verdes y deformes que ardían en las puntas de un pentagrama, haciendo que cada una se consumiera y emitiera un humo grueso y grasiento. A medida que el humo se elevaba por la sala, la nube de millones de moscas que lo rodeaba se introdujo en su cuerpo colándose por las rendijas y conductos de ventilación de su armadura. Una masa de nurgletes berreantes se fue reuniendo a sus pies en torno a él. El humo de las velas había formado un círculo a su alrededor y cada una de sus volutas iba girando cada vez a mayor velocidad.

Typhus dio un golpe seco contra el suelo con el mango de su gran guadaña y las volutas de humo se fundieron entre sí. Tras dar un segundo golpe, la cámara se quedó vacía, con el Heraldo de Nurgle en algún otro lugar.

Era una noche sin luna. La lluvia reducía aún más la visibilidad y el rugido de la artillería era ensordecedor. Typhus se alzó en una trinchera de comunicaciones muy bien construida. A ambos lados, los soldados cadianos lo observaron con los ojos muy abiertos, sorprendidos y aterrorizados.
La plaga se revolvió en su interior y salió disparada hacia afuera en forma de una nube negra de moscas con la marca de Nurgle que se fueron arremolinando en torno a los desgraciados cadianos. Algunos de ellos murieron bajo los efectos de las plaga antes incluso de que el bramido de ira de Typhus los envolviera y provocara que su carne hirviera hasta convertirse en grumos de materia gangrenosa. Typhus avanzó corriendo a través de la miasma blandiendo su terrible guadaña ante él y formando ochos con los que iba segando hombres con una facilidad aterradora. Sus nurgletes, que iban haciendo cabriolas delante de él, atacaban los rostros expuestos de los muertos y se aferraban a las piernas de los que trataban de escapar.

Los cadianos resistieron lo mejor que pudieron, pero los disparos de sus rifles láser rebotaban contra la descomunal armadura de exterminador de Typhus sin causar daño y no había bayoneta capaz de perforar la red de muerte que tejía la Sacatripas. A medida que atravesaba la trinchera, fue cosechando las almas de todos los cadianos que encontró. Los oficiales se lanzaron contra él con sus espadas de energía finamente forjadas en alto, pero fueron descuartizados uno tras otro. Al cabo de un rato solo quedaban la lluvia, las moscas, los chillidos de los demonios y aquella personificación de la muerte enorme y de un solo cuerno acechando entre las trincheras. Como si del leviatán de la leyenda se tratara, el Heraldo acabó con la vida de docenas de hombres y más tarde con la de cientos. A su paso, los muertos y los heridos se iban hinchando repletos de pústulas hasta que acababan por explotar y soltar todavía más moscas de la plaga. Aquel campo de batalla se había transformado en un lugar de muerte en multitud de formas. Las enfermedades que había desatado se propagarían y aquel lugar, que había sido una gran fortificación defensiva, no sería más que una herida infectada.

Asintió satisfecho. Los soldados de Cadia eran veteranos valientes y tenaces. No podrían decir que su derrota se había debido a las "incontables hordas del Caos". Quizá así lo hicieran, pero en su interior sabrían que uno solo de los capitanes de Nurgle había arrasado a una compañía entera y el terror se apoderaría de ellos. Ese hecho los carcomería por dentro, la historia se exageraría y muchos se rebelarían o se debilitarían. La caída de Cadia se encontraba un paso más cerca y, con ella, el estado divino que Typhus ansiaba.




Adaptado por Me



editado por: AGRAMAR, 22 Feb, 2007 - 05:01



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Sidex Enviado: 23.02.2007, 03:07
Vidente de Sombras
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Es de mis personajes prefridos y para mi mucho mejor que lucius, kharn y el de los mi hijos todos juntos Smilie
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